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Entre El Placer Y El Poder

Entre El Placer Y El Poder

Status: En proceso
Genre:Traiciones y engaños / Harén Inverso / Dominación / Secretos de la alta sociedad / Mafia / Poli amor
Popularitas:883
Nilai: 5
nombre de autor: HananFly

Detrás de la fachada de terciopelo y luces neón de una Sex Shop, un club clandestino es gestionado por una reina de la mafia oculta. Bajo las sombras, lucha por mantener su presencia dentro de los magnates, así como sus integridad de quienes la cazan.
¿Podrá mantenerse un paso adelante de sus depredadores o caerá en su propio juego de perdición y placer?

NovelToon tiene autorización de HananFly para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Bottle spin

—¿Aceptas o no el reto? —preguntó el árbitro a un lado de Julian, sintiendo la tensión que se había condensado en el aire. El policía comenzaba a sentir cómo un sudor frío recorría su cuerpo, un sudor no de miedo, sino de profundo asco. Todos en la mesa de apuestas esperaban con impaciencia su respuesta. La mujer, de alta alcurnia y vestimenta de diseñador, pero con el apetito voraz de una depredadora, le miraba complacida y con una sobreconfianza absoluta de que ella ganaría la ronda.

Había pasado una semana infernal desde que Julian entró al club. Desde ese momento, muchas cosas atroces y perversas habían ocurrido bajo los reflectores de las luces de neón. Debido a las irregularidades en el caso de su hermano y las conexiones directas con el tráfico de fentanilo, Julian decidió que lo mejor era mantenerse al margen de Eleanor hasta que la situación de Derek se estabilizara. No estaba del todo seguro, pero sabía perfectamente que ella tenía información sobre su verdadera identidad y su propósito. Un movimiento en falso de su parte arruinaría la oportunidad de oro y, peor aún, pondría en riesgo su puesto de trabajo y la seguridad de su familia.

En su última visita al hospital, le informaron que Derek seguía en terapia intensiva. Había sufrido quemaduras tan graves que comprometían órganos vitales y su recuperación era, en el mejor de los casos, una incógnita. Su vida guindaba de un hilo muy delgado. Aunque el seguro médico cubría la mitad de los gastos, Julian debía buscar la manera de recolectar el resto del dinero para sus cuidados intensivos. Su sueldo, aunque bueno, no era suficiente para cubrir la deuda monumental, menos aún cuando también debía hacerse responsable del sostenimiento de su madre.

Agobiado por la situación, no tenía cabeza ni para el más simple de los juegos. Sin embargo, participar en la mesa de apuestas no era solo por el dinero. Era su única estrategia viable para tener en vigilancia a Dorian, el mismo hombre que había visto salir de la sala de emergencias del hospital.

Julian golpeó la mesa con fuerza, cansado de jugar rondas preliminares, esperando que el tiempo de juego terminara. Usualmente, las apuestas duraban de dos a tres horas los días dedicados a este vicio.

Bordeó la mesa con pasos largos y firmes, la rabia contenida tensando sus músculos. Con una seguridad abrumadora, deslizó hacia atrás la silla de aquella mujer que le había puesto el reto. La miró con rabia, antes de agacharse y levantar sus piernas hasta colocarlas sobre sus hombros.

El club se sumió en un silencio hambriento. Dejando toda su feminidad expuesta al ojo público, sin ningún tipo de pudor, la mujer se entregó al juego. La lengua de Julian se deslizó con una precisión metódica: de arriba a abajo, de lado a otro y en forma circular. La mujer mordía sus mejillas por dentro, luchando por contener sus gemidos mientras él arañaba sus caderas sin piedad, marcando la posesión temporal exigida por el juego.

Todos los observaban hipnotizados. Esa era la diversión de la mesa: el morbo que les causaba y la excitación latente de ver a un hombre someterse, o someter a otros, por dinero. Las mujeres a su alrededor estrujaban sus piernas, aguantando su creciente humedad, y los hombres acariciaban sutilmente sus bultos para aliviar el dolor que les provocaba la escena.

La mujer, de alta alcurnia pero con los modales desvergonzados de una mujer del campo, soltó un quejido de placer estridente, liberando sus fluidos dentro de la boca del hombre encubierto. Julian se apartó con un movimiento brusco, escupiendo con fuerza a un lado. Se sentía miserable, un maldito cerdo infiel. Pero era parte de las apuestas. Tenía que hacerlo.

—Espero no me pegues una maldita infección, loca maniática —gruñó, secándose con el dorso de la mano antes de regresar a su puesto.

—¡Gana la apuesta! —confirmó el árbitro, empujando el enorme montón de billetes verdes hacia el ganador.

Su increíble y degradante jugada captó la atención total de Dorian, quien apostaba en una mesa cercana, su rostro contorsionado por una mezcla de celos y admiración. También captó la de Eleanor, quien contemplaba su increíble invención desde las sombras del club.

Ella se encontraba en un pequeño balcón, lo suficientemente alto como para tener una visión panorámica de todo el salón sin ser vista fácilmente. Revolvió su copa lentamente mientras con el otro brazo se apoyaba contra las barandas.

—Gill. Acércate. Diviértete un poco —comentó ella a un hombre bien trajeado y elegantísimo, que estaba detrás de ella. Él se acercó en silencio, sin emitir ningún tipo de sonido, ni siquiera el roce de sus zapatos en la alfombra.

—Ay, pero qué atrevido resultó ser Julian... yo lo presentí. No iba a durar mucho siendo fiel. ¡Cuánta habilidad! —Hizo una pausa más o menos larga al no recibir respuesta del hombre que era su tregua política—. Gill, ven, acércate a mí —pidió.

El hombre lo hizo sin queja alguna, su obediencia tensa. Ella lo observó detenidamente y acercó su mano para acariciarle el rostro.

—Eres muy lindo, Gill. Tu carita es demasiado tierna.

Acortó la distancia, acercando sus labios a su oído con una intimidad falsa que solo ella dominaba.

—Es por eso que me fascina corromperte. Es tan emocionante y estimulante, ¿no lo crees? Verte romper tus reglas por mí.

—Deberías controlarte, Eleanor. Estamos en un lugar público —dijo finalmente Gill, con un tono bajo y tenso, su lealtad compitiendo con su dignidad.

—¿Chiquito, cómo me pides eso? Si tú estás aquí, frente a mí, con ese porte tan suculento. Y mira a los demás, también se divierten. Julian sabe que lo estoy viendo, así que se está luciendo. Tratando de causarme envidia y deseo... Uff, pues lo has conseguido, niño rico —murmuró, sus ojos brillantes fijos en la figura de Julian abajo.

Eleanor se terminó el resto de su bebida de un sorbo y se recostó sobre la baranda, dándole la espalda a la sala.

—Gill. Ven y juega un poco conmigo, ¿sí? —El eufemismo era claro, pero su orden era absoluta. Gill se movió con la obediencia de un peón.

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Hawie Mawie
Muy bueno y hay mucho de que expandir y explorar. Me parece exquisito.
HananFly: Gracias hermosa por tu apoyo. Atenta a los acontecimientos de esta historia 🥰
total 2 replies
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