Betsabet Kohler es teniente del ejército de Alemania y ha destacado por su papel en la reacción rápida contra el narcotráfico. Considerada la mejor teniente de su unidad, pasó tres años en Estados Unidos desmantelando grupos dedicados al narcotráfico. Al regresar a su país, su coronel le asigna una misión como infiltrada en la organización liderada por Salvatore Müller. Su tarea consiste en integrarse en su vida y en su hogar para ganarse su confianza y enamorarlo, con el objetivo de obtener pruebas que permitan llevarlo ante la justicia y desmantelar la organización. Sin embargo, lo que comienza como una operación se convierte en un juego peligroso en el que se entrelazan el deseo, la traición, el odio, la demencia y el amor.
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Capítulo 6 Heridas del pasado.
Betsabet kohler
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-Después de una hora, salgo del baño y me cambio. Al salir a la sala, ya no está. Observo una tarjeta en la mesa; es su número. Me siento en el sofá, preguntándome qué fue lo que ocurrió. No pensé que comer caviar me causaría tal calentura. ¿Será que me echó algo en la comida? ¿Lo hizo intencionalmente o simplemente fue una casualidad? Si realmente hubiera tenido segundas intenciones, podría haberse comportado de manera distinta, pero él actuó como un caballero. Lo único que sé es que no volveré a comer caviar en mi vida.
Me recuesto en el sofá; las cosas parecen estar marchando bien. Con ese trabajo, estaré muy cerca de él. No imaginé que el papel de infiltrada me quedaría tan bien. Escucho mi teléfono sonar, así que corro a mi bolso, tomo el teléfono y, con alegría, digo-Buenas tardes.
-Él responde-¿Cómo va tu trabajo?
-Le contesto-Excelente. En este momento, seré su acompañante en el evento; hoy saldremos.
-Él añade-Perfecto, Bestabet. Estás avanzando muy rápido.
-Le digo- Sí, señor, ahora debo colgar.
-Nos despedimos. ¿Qué vestido usare esta noche? Necesito salir a comprar un vestido. Me dirijo al cuarto cuando escucho el timbre. Al abrir la puerta, encuentro a un hombre vestido de negro, quien reconozco como el escolta de Salvatore. Me dice-Buenas tardes, señorita. El señor Salvatore le envió esto. Le manda decir que esté lista a las nueve; pasará por usted.
-Me entrega dos cajas y se retira. Entrando, cierro la puerta con el pie mientras camino hacia la mesa y coloco las cajas. Abro una de las cajas y quedo maravillada al ver un vestido negro, hermoso y elegante. Miro la otra caja y encuentro unos tacones de color negro. Tomo el vestido y los zapatos y los llevo al cuarto, dejándolos a un lado de la cama.
Escucho el teléfono sonar y veo que es un número desconocido. Camino hacia la sala, dudando en contestar. Al final, lo hago y escucho una voz que reconozco. Con molestia y reproche, dice-Por fin contestaste el teléfono. ¿Cuándo piensas darme la cara o seguirás escondiéndote?.
-Respiro profundamente y me siento en el sofá. Le digo- ¿Para qué quieres que nos veamos? ¿Acaso seguirás culpándome por la muerte de nuestros padres?.
-Su voz, llena de ira, grita- Claro que seguiré culpándote, porque fue tu culpa. Si no hubiera sido por tus estúpidos caprichos, mis padres estarían vivos.
-Le grito- ¿Crees que yo quería que eso pasara? ¡Yo era solo una niña!.
-Ella me interrumpe, respondiendo con sarcasmo- ¿Una niña? Ya tenías 15 años cuando eso sucedió, ya sabías lo que hacías. Pero aun así lo hiciste. Así que no me vengas con esa excusa, Bestabet. Dime, ¿dónde estás?.
-En voz baja, le respondo- Eso no importa, Gissel.
-Ella respira profundamente y afirma-Claro que importa. Eres mi hermana y la única familia que tengo. Gracias a ti, ahora dime, ¿dónde estás? Dame la cara, Bestabet.
-Le contesto-Gissel, ¿para qué decirte dónde estoy? Solo vendrás a reprocharme por todos mis errores.
-Ella responde- Han pasado 3 años desde que no nos vemos. -Escucho que respira pesadamente y añade-Mañana por la tarde se realizará una ceremonia por nuestros padres. Espero que tengas la decencia de venir.
-Cuelga la llamada y tiro el teléfono al suelo, recordando a mis padres en el hospital, cuando el doctor informó sobre su muerte en ese accidente. Gissel llorando y culpándome... Era cierto, fue mi culpa. Si no hubiera discutido con ellos, si no me hubiera escapado de casa, no hubieran salido a buscarme y no habría pasado el accidente. Fue mi culpa.
Alzo mis pies y con mis brazos, cubro mis rodillas. Lo siento tanto, papá y mamá. De verdad lo siento. Comienzo a llorar; esta culpa siempre la llevaré conmigo. Solo espero que mis padres, desde el cielo, me perdonen. Corro hacia mi habitación, me cambio y salgo del apartamento. Al llegar al estacionamiento, me subo a mi moto. Minutos después, estoy en el cementerio. Estaciono la moto y camino hacia la entrada, donde compro unas flores. Al llegar a la tumba de mis padres, veo que las flores están marchitas. Procedo a quitarlas y coloco las nuevas, diciendo- Padres, hacía tiempo que no los veía. Perdón por no haber venido antes. Hoy hablé con Gissel. -Mis lágrimas empiezan a caer y continuo-Sé que fue mi culpa que esté aquí. Perdónenme, soy una mala hija y una mala hermana. Yo merezco la muerte por todo el daño que hice, pero estoy intentando hacer el bien al estar en el ejército. Espero que estén orgullosos de mí, porque estoy ayudando a la sociedad. Sé que debo reconciliarme con ella, pero no sé cómo. La dejé sola todos esos años, pero lo hice porque no tenía el valor para mirarla a la cara; creí que estaría bien con mi tía, mientras yo buscaba mi propio camino. Necesito fuerzas para enfrentarla mañana.
-Termino de limpiar la tumba, me inclino ante ella y me despido antes de salir del cementerio. Me subo a la moto y regreso a mi apartamento.-