Ellas eran muy buenas amigas, ambas se conocieron en un set, ellas querían llegar a ser actrices de telenovelas, y ¿por qué no?, actuar en alguna película.
Pero el destino les tenía preparada una jugarreta, que nadie se esperaba. Esta historia es completamente sacada de mi imaginación, de modo que todos los personajes, pasajes y nombres, son totalmente ficticios. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
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Quimioterapias.
¡Itatí! ¡¿Como es posible que estés con el esposo de Kimberly, en nuestra cama?!
¡Daniel!, Itatí se levantó como si fuera impulsada por un resorte, se cubrió con la sábana. No es lo que estás pensando.
¡Yo solo creo lo que veo! ¡Y tú, Noé sal de mi casa!
Noé se vistió rápido y salió de allí.
Perdóname, amor, él me obligó.
¿Como que te obligó?, pues yo no te vi muy sufrida, tu mejor amiga está luchando contra el cáncer y tú dándole vuelo a la hilacha con su esposo. ¿Desde cuándo me engañas?
Itatí solo bajó la cabeza.
¡Quiero el divorcio!
Pero, amor, no me puedes hacer eso.
¿Yo?, pero si fuiste tú la que me engañó.
No te preocupes, te dejo la casa, yo me largo.
Amor, por favor, no te vayas. Yo te amo.
Sí, que va, se ve que me amas al revolcarte con otro en mi casa y en mi propia cama.
Dicho eso, Daniel se fue a la recámara, tomó su maleta y empezó a guardar toda su ropa.
Itatí solo lo veía, en el fondo de su alma se sentía feliz porque al fin iba a ser libre para hacer su voluntad.
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El divorcio fue de común acuerdo. Y, por lo tanto, fue algo rápido y sin contratiempos.
El niño se quedó con Itatí, porque Daniel tenía muchas giras por su trabajo.
Kimberly seguía con sus quimioterapias, el cabello se le había caído por completo. Ella supo del divorcio de su amiga, porque ella misma se lo había dicho. Pero no supo por qué se había divorciado.
Amiga, tú eras feliz con Daniel, ¿por qué se divorciaron?
Eh, no es nada importante, simplemente, que dejamos de amarnos.
Bueno, espero que no repercuta en tu salud.
No te preocupes, amiga, yo estoy "muy bien", estas últimas palabras las arrastró como queriendo decir exactamente lo que dijo.
Kimberly no notó nada extraño en el tono de su voz.
El programa entre las dos mujeres siguió su curso, cada vez tenía más rating.
Con sus chistes y bromas todo el público disfrutaba, sobre todo si eran mujeres.
Kimberly, al parecer era feliz por su programa, pero muy en el fondo sentía una gran tristeza.
Itatí lo notó, y al terminar el programa se la llevó a la cafetería... Kim, a ti te pasa algo, ¿qué es?
Ella le abrió su corazón... Mi esposo no es el mismo, él ya casi no me toca, me siento muy mal, tal vez ande con otra.
Sigues con eso, él te ama, el otro día me lo encontré y me lo dijo. El tema salió casual y me lo dijo.
Kimberly solo se dedicó a observarla, como que empezaba a dudar de su amiga, esos encuentros casuales ya le estaban dando mala espina.
¿Ah, sí?, ¿y como por qué tienes encuentros con mi marido?
No es eso, lo que pasa es que me lo encontré en el set cuando tú estabas en el hospital. Solo platicamos.
No puedo más con esto, Kimberly se puso a llorar, Itatí la abrazó, una sonrisa burlona iluminó su rostro sin que Kimberly se diera cuenta.
Cabe mencionar que Kimberly usaba pelucas porque su cabello se había caído por completo.
Ella luchaba contra viento y marea por salvarse del cáncer; que al parecer había vuelto más agresivo.
Esa noche Kimberly trataba de acercarse a su esposo, pero él la rechazaba.
¿Por qué me rechazas?, ¿ya no me amas?
No digas eso, mi amor, solo que estás enferma y no quiero hacerte daño.
Yo solo quiero estar contigo, por favor, no me rechaces.
Tranquila, amor, duerme, necesitas descansar.
Las hijas de Kimberly las cuidaba Gudelia, su madre. Ella ya no era capaz de cuidarlas dada la enfermedad que poco a poco la iba consumiendo.
Esa vez las quimios fueron más abrasadoras.
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Dos meses después... Señora, le tengo buenas noticias..
¿De qué se trata doctor?
El cáncer ha desaparecido.
Kimberly no pudo evitar llorar de felicidad. En un arranque abrazó al doctor.
En eso iba entrando Noé... Mmm, ¿qué está pasando aquí?
Al verlo Kimberly se abalanzó a sus brazos. El cáncer se ha ido.
¿De verdad?, no sabes la felicidad que siento. Noé le dio un beso, y ella le correspondió, le pasó los brazos por el cuello para prolongar más el momento.
Noé recobró la compostura. Se separó de ella muy sutilmente.
Kimberly no se dio por aludida con eso. Amor, soy muy feliz.
Vámonos a casa.
Noé ayudó a Kimberly a subir al coche.
Cuando llegaron a su casa Noé le dijo:
Al rato regreso, voy a arreglar unos asuntos legales de la empresa.
Está bien amor, ¿vienes a cenar?
No sé si termine a tiempo, no me esperes, si me tardo cena tú, por favor.
Y diciendo eso salió de la casa, Kimberly no pudo evitar que las lágrimas bañaran su rostro.
Más tarde, decidió acostarse sin cenar, no le sabía bien la cena sin su esposo.
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Itatí no dejaba de mandarle mensajes a Noé, el celular no dejaba de sonar; si me disculpan, voy a poner en silencio el celular.
Rato después, Noé se reincorporaba a la junta.
Itatí estaba molesta porque él no se dignaba contestarle, pero la verdad es que estaba muy ocupado.
Cuando terminó la junta, a las 9:00 p. m., Noé en lugar de irse a su casa, se pasó a la casa de Itatí.
Al verlo, esta estalló en gritos.
¡¿Con qué derecho me dejas en visto?!, ¡¿por qué no me contestas?!
Tranquila, estaba muy ocupado, el celular no dejaba de sonar. Deja de mandarme mensajes.
Pues mientras no me contestes yo te seguiré mandando mensajes.
¿Qué no ves que me comprometes?, mi esposa se puede dar cuenta, no quiero problemas con ella.
¿La amas?
Ella está enferma, no puedo abandonarla ahora.
Pues tienes que decidirte, porque yo no voy a estar a tu disposición cada que quieras.
Itatí, no me gusta que me presiones. Yo vendré a verte cuando pueda, no te olvides que soy casado.
¿Y no eras casado cuando te metiste conmigo?, después de que por tu culpa mi esposo me dejó.
¿Por mi culpa, dices?, los dos tuvimos la culpa, yo no hice nada que tú no quisieras.
La cachetada se oyó en todo el orbe. La mano de Itatí quedó plasmada en la mejilla de Noé, como la Virgen en el ayate de Juan Diego.
Noé la tomó de las manos, no vuelvas a pegarme o no respondo.
Y como si eso fuera la chispa que necesitaban, se entegaron a la pasión.
A Noé no le importaba que su esposa estuviera sola, tal vez esperándolo.
ya ni ganas de seguir leyendo