En una sociedad machista nuestra protagonista, Johanna Mendieta deberá elegir entre el amor y cumplir las expectativas de la sociedad. Conocerá a un hombre que le demostrará qué para el amor no hay edad.
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Capítulo 20
Confío en que este fin de semana transcurra sin inconvenientes, deseo pasarlo en compañía de Johanna. Cada día me gusta más esta mujer, puedo afirmar qué me estoy enamorando de ella.
El presenciar la manera en la qué su exmarido la violento me puso furioso. Un verdadero hombre no agrede de ninguna forma a una mujer.
Por suerte seguí mis instintos y me quede más tiempo en la cafetería. Tengo claro que ese hombre no piensa dejarla en paz y eso va a complicar nuestra relación; sin embargo, estoy dispuesto a luchar por ella.
Mis padres vendrán pronto de visita y quiero que la conozcan. Estoy seguro que van a quedar fascinados con ella.
Quiero planear un fin de semana fuera, quizá a alguna playa cercana. Se aproxima mi cumpleaños y el mejor de los regalos sería pasarlo con ella.
Hoy Daniela y yo pasamos a la cafetería temprano, llegó una mujer que al parecer es la misma con la que Johanna vio a su ex. Decido dejarlas porque hay algo importante que Dani debe decirle de dicha mujer.
Ya en mi oficina planeo invitar a Johanna a cenar está noche. Como no sé cocinar, de nuevo voy a ordenar la comida a uno de los restaurantes qué hay en la ciudad.
Le envió un mensaje para invitarla y me contesta afirmativamente. Esta vez quiero pasar por ella a su casa y llevarla a mi apartamento.
Entiendo que aún no quiera dejarse ver conmigo en público y mucho más ahora que su ex está empeñado en molestar.
Acordamos que pasaré por ella a las ocho, eso me da tiempo para darme una ducha, cambiarme de ropa y recibir la comida.
Compre flores y velas para hacer de esta una cena romántica, antes de irme coloco los platos, cubiertos y copas en la mesa para que al llegar ya todo este listo.
Llego a su casa y ella no tarda en salir, se ve hermosa con ese vestido rojo que se ajusta como un guante a sus curvas. La he visto usando otros colores y sin duda el qué mejor le sienta es el rojo.
Bajo del auto para saludarle y abrir la puerta. Una vez dentro beso su mejilla.
- Me encanta como te ves, eres hermosa.
- Gracias, luces muy atractivo.
Llegamos muy rápido a mi apartamento, la expresión en su rostro me indica qué le gusta la decoración de la mesa.
- Todo se ve muy lindo.
- Esta es una noche muy especial, es nuestra primera cena romántica y espero que posteriormente haya muchas más.
Nos sentamos a la mesa y disfrutamos de los platillos que ordené. Bebimos y conversamos muy relajados.
Pongo música suave y la invito a bailar, ella acepta, nos abrazamos y movemos lentamente al ritmo de la música.
Su cercanía altera mis sentidos y únicamente pienso en besarla. Busco su boca y nos entregamos en un beso suave qué conforme pasan los segundos se intensifica.
Dejamos de bailar, ya sus manos recorren mi pecho y yo tampoco puedo contener la necesidad de acariciarla.
La temperatura va en aumento, no sé como sería su vida íntima durante su matrimonio, pero me queda claro que debo de tomarme mi tiempo y asegurarme de que se siente cómoda.
No quiero forzar nada y mucho menos que se arrepienta. A pesar de que el deseo me consume, hago un esfuerzo por ser delicado e ir lo más despacio posible.
Ya es imposible ocultar mi nivel de excitación, quiero que me sienta. Presiono mi cuerpo contra el suyo y un discreto gemido se escapa de su boca.
La guio hasta mi habitación sin dejar de besarla, a momentos beso sus labios, después su cuello. Al pie de la cama deslizo la cremallera de su vestido que cae sin más al piso.
Me separo para contemplar su cuerpo, es perfecta. Tiene absolutamente todo lo que me gusta en una mujer; unos senos firmes, su estrecha cintura y esas caderas qué me vuelven loco.
El conjunto de lencería qué lleva puesto resalta el color de su piel y es sumamente sensual.
Tímidamente, baja la mirada, se queda quieta dejándome admirarla.
- Bonita, amor. Mírame- mi dedo índice levanta ligeramente su barbilla- Quiero mirarte y que me mires, que este momento, está entrega quede guardada en nuestra memoria para siempre.
No me responde, simplemente, fija su mirada en la mía. Me despojo de mi ropa, hasta quedar en igualdad de circunstancias.
Puedo notar que evita observar la parte baja de mi cuerpo y también me doy cuenta de que ambos estamos a punto de ebullición.
- Eres hermosa, amor. Perfecta- aseguro y comienzo a besar sus hombros bajando hasta el nacimiento de sus senos.
Con timidez, acaricia mi pecho, mi espalda. Retiro las últimas prendas qué cubren su cuerpo, la recuesto sobre la cama y me colocó encima sin dejar caer mi peso.
Continuo con la deliciosa tarea de saborear cada centímetro de su piel, los jadeos son más fuertes, los gemidos se hacen presentes.
Su cuerpo se estremece cuando mi lengua hace contacto con ciertas zonas sensibles. La siento lista para mí.
Me deshago de mi bóxer y la dejo sentirme a plenitud. Su espalda se arquea y ese par de atributos, redondos y perfectos me invitan a darles atención.
Ya no hay vuelta atrás, ambos estamos listos para fundirnos es esta marea de pasión que nos consume. Busco un preservativo, ya que aunque mi deseo es sentirla plenamente, no lo hemos hablado y no quiero hacer nada sin su consentimiento.
Me deslizo en su interior y el placer es indescriptible, me muevo despacio esperando a que ella se adapte a mí. Clava sus uñas en mi espalda y los sonidos qué emite son música para mis oídos.
No pasa mucho para que ella comience a moverse debajo de mí, es la ansiada señal para darle rienda suelta a la pasión que ha despertado en mí.
Mis movimientos son certeros y potentes. Me concentro en hacerla llegar al clímax, quiero sentirla desfallecer de placer.
Los espasmos de su cuerpo me indican qué está por llegar e intensifico mis movimientos. Sentirla perder el control y rendirse ante mí me resulta irresistible y también me dejo llevar.
La experiencia ha sido sublime. Estamos desbordados por las sensaciones recién experimentadas. Me recuesto a su lado y la abrazo con ternura. Dejo besos en todo su rostro para finalizar saboreando sus labios.
- Gracias por regalarme este maravilloso momento, amor- digo con sinceridad- ¿Estás bien?
- Me siento de maravilla, quiero que sepas que esto es muy importante para mí. No había estado con nadie desde Enrique.
- Lo sé, amor y por eso es tan especial. Significa mucho que me hayas escogido.
- Estoy confiando en ti como jamás imagine que lo haría, prométeme qué la base de nuestra relación será la honestidad. Sin importar qué tan doloroso pueda ser, siempre seremos honestos con el otro.
- Te lo prometo, bonita. Y para comenzar quiero que sepas algo.
- Dime.
- Podrá parecerte apresurado, pero comienzo a tener sentimientos por ti y voy a luchar por despertar los mismos sentimientos de ti hacia mí.
- También estoy desarrollando sentimientos hacia ti y por eso te pido que siempre seas honesto conmigo.
- Siempre, amor.
Nos besamos sellando está promesa que será la base de nuestra naciente relación.