No es Otra Novela de Villana a Prota I

El Emperador mira con intimidación a Pietro y a mí, para luego añadir:

- ¿Y por qué siguen tomados de las manos? - Habla con desconfianza, piensa que ningún hombre joven con las hormonas en buen funcionamiento, despreciaría a ese jugoso manjar de mujer.

Nos soltamos las manos inmediatamente de forma nerviosa, pero Pietro no va a permitir que Ken continúe molestándonos.

-Explícame ¿Por qué Ken hace esas acusaciones?- pregunta el Emperador

-Padre, es una situación muy embarazosa, pero seré franco con usted-

-Te escucho tienes toda mi atención- responde el Emperador

-Ken, tiene relaciones muy cercanas con la condesa Gina Lolasfrígidas desde hace varios años, por eso supone que Isabella y yo también hacemos esas cochinadas, creo que él debe comprometerse con esa chica para no perjudicarla. Y con respecto a nosotros, si lo desean pueden ponernos chaperones hasta que Isabella cumpla 18 años- dice esto último con una molesta exhalación, puesto que él mismo está poniendo trabas para estar junto a su mujer que lo trae todo el tiempo de cabeza endurecida como un tolete. Pero si Ken va a jugar sucio, él también lo hará en su contra, para voltearle la jugada.

Mi padre accede a esa solución, y me lleva con él, para continuar la conversación en casa.

Mientras tanto el Emperador se queda a solas con Pietro, continúa aconsejándolo:

-No vayas a cometer el error de embarazarla sin casarse, eso sería deshonroso para su familia, si deseas mucho estar con una mujer, puedes usar a cualquiera de las mujeres del harem dispuestas para eso, pero a ella no la toques todavía ¿Estás entendiendo? -

- Ya lo sé padre, y ¿qué va a hacer con Gina Lolasfrigidas? ¿Ken si seguirá con ella? Ahora que quedamos solos debo confesarle que Ken está con envidia, tiene celos, se trae otras intenciones con Isabella, debemos tener cuidado con él, porque también anhela el puesto de Emperador, sé que está planeando algo en su contra padre, con algunos ministros corruptos y su madre la primera concubina, ellos tampoco quieren que yo sea el heredero, prefieren a Ken-

- Esas son acusaciones muy serias, pero los tendré vigilados. Por supuesto que Ken tendrá que responder por Gina Lolasfrigidas; pero casándose, daré la orden para que se comprometan y se casen cuando cumpla 19 años, si ya hace hijos, ya puede casarse, llamaré al mismo Conde que se encuentra esta noche aquí en la fiesta, ahora ve y comparte con los invitados-

Pietro sonríe triunfante, Ken ya no podrá seguir deseando a su prometida. Sale con una gran sonrisa. En el salón Ken miraba con burla a Pietro, pero luego lo llaman, junto con Gina y el Conde Lolasfrígidas.

Al salir de la reunión, Ken está furioso y se dirige hacia Pietro. Va a darle un puñetazo, pero los guardias protegen al Príncipe Heredero, y arrinconan a Ken.

-¡Te judo que me las vas a pagad! Te la das de pedfecto Bellosimpad, pedo no edes más que un consentido de papá - se va furioso le salió el tiro por la culata, quiso exponer a Pietro y terminó él comprometido con Gina Lolasfrigidas.

Mientras tanto, Gina sale feliz, ella tiene 16 años, se casará cuando Ken cumpla 19 años a ese acuerdo llegaron, cuando ella admitió la relación con Ken, ahora tendrá quien la mantenga, y podrá seguir con su vida vacía pensando solamente en vestidos y fiestas de té. El Conde sale complacido, de algo le sirvió su hija Gina Lolasfrigidas, para emparentarse con la familia Imperial, una buena hija es la que tenga dotes de buena mujer para servirle a un hombre en todos los sentidos, para eso gastó dinero en educarla. Piensa que con el dinero que obtendrá del Imperio podrá ponerle al fin unas prótesis mágicas de mamas para que esté a la altura de las demás.

Al día siguiente, Pietro va a visitarme, pero Rosy debe estar presente al igual que un guardia real,  de suerte que el guardia y Rosy congeniaron bien, y nos daban espacio para que conversáramos con privacidad, mientras ellos se iban a congeniar por todas los espacios que encontraban,congeniaban y congeniaban felices.

Pietro me cuenta sobre la decisión del Emperador con respecto a Ken, y sus sospechas sobre el anhelo de su hermanastro de ser Emperador.

- Debo decirte que en mis sueños lo vi conspirando para conseguir el Trono, te asesina y lo nombran Emperador, porque tú no tenías hijos, ya que solamente te la pasabas de cachondo con tu concubina, ni pendiente de tus obligaciones como emperador- Le suelto sin anestesia la verdad.

- Entonces solucionemos ese asunto de inmediato: tengamos un heredero- Se acerca abrazándome con ganas.

- No seas tonto, eso sucederá cuando tengas 22 años, tenemos tiempo para 4 herederos- aprieto su mano pasando mi dedo haciendo circulitos por la palma de la suya, provocando que se erice su piel.

- No podemos hacer nada hasta mis 18 años, recuerda el hechizo de "Cinturón de castidad" - le digo en el oído.

- No me tortures así. No voy a poder soportar tanto tiempo sin poseer tu flor de Liz - responde colocando ojos de súplica.

- Debes buscar otra para eso- creo que esa fue mi peor propuesta.

- ¿Estás segura de lo que me sugieres? ¿Quieres que otra ocupe tu lugar?- se entristece.

- ¡No, no quiero que estés con otra! Pero, somos muy jóvenes, no quiero embarazarme tan pronto, debemos terminar el Instituto primero - él asiente apretando mi mano, no está convencido, sus hormonas lo tienen alborotado con los deseos a flor de piel.

- Pero, hay métodos para no tener hijos, por ahora y mientras tanto podemos besarnos ¿Verdad?- me besa, metiendo su lengua hasta el sin fin de mi garganta. Nos separamos morados por falta de aire, tuvimos luego darnos respiración boca a boca. En un círculo vicioso de reanimación tras terminar cianóticos por los besos apasionados. Aprovechaba en cuando le tocaba masajear mi pecho para reanimarme, y vaya que lo sabía masajear, mi corazón latía rápidamente volviendo a la vida.

- Esto me gusta mucho, pero nada más que eso. Tú sabes que nadie debe vernos, esto está prohibido también - le recuerdo las normas.

- Cuando sea Emperador, voy a abolir esas ridículas normas -

No obstante, sabe que no podrá hacer nada con las costumbres del Imperio. Aunque Isabella piensa lo contrario.