Emma Varela, una joven de 18 años, ha pasado los últimos cinco años de su vida intentando olvidar el trauma de un accidente automovilístico que no solo dejó cicatrices físicas, sino que también le arrebató a su mejor amiga, Sofía. Emma se ha refugiado en los estudios y la natación, evitando a toda costa recordar aquella noche fatídica.
Su mundo comienza a tambalearse cuando Gabriel Muñoz, un joven misterioso y reservado, llega a su escuela. Gabriel, con una mirada cargada de secretos y una actitud distante, se convierte en el centro de atención de todos, pero es a Emma a quien él parece observar más detenidamente.
A medida que Emma y Gabriel se van conociendo, ella descubre que él también tiene su propio pasado doloroso. Ambos empiezan a apoyarse mutuamente, y una conexión profunda surge entre ellos. Sin embargo, emma pronto se da cuenta de que Gabriel sabe más del accidente de lo que el admite.
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Capitulo 19: Susurros En La Oscuridad
El baile de gala había revelado más de lo que Emma y Gabriel esperaban. Las palabras enigmáticas de Beatriz y la conversación tensa con el Sr. Valenzuela les dejaron claro que había algo muy profundo y peligroso escondido en los silencios de la gente poderosa. Decidieron que la próxima fase de su investigación debía llevarse a cabo con aún más precaución.
Esa noche, después del baile, Emma y Gabriel se reunieron en el apartamento de Gabriel para discutir sus próximos pasos. El ambiente estaba cargado de tensión y anticipación.
—Beatriz mencionó que los secretos son como un baile de silencios —dijo Emma mientras se sentaba en el sofá—. Creo que debemos estar preparados para más susurros y pistas ocultas en la oscuridad.
Gabriel asintió, su rostro serio y concentrado.
—Tenemos que descubrir qué sabe exactamente el Sr. Valenzuela. Y estoy seguro de que hay otras personas involucradas. Necesitamos acercarnos a ellos sin levantar sospechas.
Decidieron que la mejor manera de avanzar sería intentar encontrar el lugar donde el Sr. Valenzuela guardaba sus documentos personales. Sabían que esto era arriesgado, pero sentían que era el siguiente paso necesario.
A la medianoche, cuando la ciudad estaba en silencio, Emma y Gabriel se dirigieron a la oficina de Valenzuela. El edificio estaba desierto, y la oscuridad de la noche ofrecía una cobertura perfecta para sus planes.
—¿Estás segura de esto? —preguntó Gabriel, preocupado por los riesgos.
Emma le dio una sonrisa tranquilizadora.
—No hay vuelta atrás ahora. Hemos llegado demasiado lejos.
Entraron al edificio y subieron sigilosamente al piso donde estaba la oficina de Valenzuela. Con la ayuda de algunas herramientas que Gabriel había traído, lograron forzar la cerradura y entrar. La oficina estaba en penumbra, iluminada solo por la luz de la luna que se filtraba a través de las persianas.
—Busquemos en los archivos y en su computadora. Cualquier cosa que parezca relevante —dijo Emma, encendiendo una pequeña linterna.
Gabriel comenzó a revisar los cajones del escritorio mientras Emma se concentraba en los archivos. Después de unos minutos de búsqueda, encontraron un conjunto de documentos que parecía prometedor. Entre ellos, había notas manuscritas y cartas que mencionaban nombres y fechas, pero lo más importante era una carta que parecía dirigida al propio Valenzuela.
—Gabriel, mira esto —dijo Emma, pasándole la carta.
Gabriel la leyó en silencio, su expresión volviéndose más grave a medida que avanzaba.
—Parece que Valenzuela estaba en contacto con alguien más poderoso, alguien que estaba al tanto de lo que le pasó a mi hermana. Esta carta menciona un acuerdo para mantener el silencio a cambio de favores.
Emma sintió un escalofrío recorrer su espalda.
—Esto es grande, Gabriel. Pero debemos tener cuidado. Si Valenzuela descubre que hemos estado aquí, podría ponernos en peligro.
De repente, escucharon un ruido en el pasillo. Ambos se quedaron inmóviles, conteniendo la respiración. Los susurros en la oscuridad se hicieron más fuertes, y alguien se acercaba a la oficina.
—Apaga la linterna —susurró Gabriel.
Se escondieron detrás de un mueble grande, esperando que el intruso no los descubriera. La puerta de la oficina se abrió lentamente, y una figura oscura entró, moviéndose con cautela. Parecía estar buscando algo.
Emma y Gabriel se quedaron en silencio, observando cada movimiento del intruso. Después de unos minutos, la figura salió de la oficina, cerrando la puerta detrás de sí. Emma soltó un suspiro de alivio.
—Tenemos que salir de aquí, ahora —dijo en voz baja.
Guardaron los documentos que habían encontrado y salieron de la oficina con la misma cautela con la que habían entrado. Al llegar a la calle, se apresuraron a regresar al apartamento de Gabriel.
—Esto se está volviendo más peligroso de lo que imaginamos —dijo Gabriel, respirando profundamente para calmarse.
Emma asintió, su mente trabajando a toda velocidad.
—Lo sé, pero estamos más cerca de la verdad. Debemos analizar estos documentos y ver qué más podemos descubrir. Pero por ahora, necesitamos descansar y planear nuestros próximos pasos con cuidado.
Esa noche, mientras la ciudad dormía, Emma y Gabriel sabían que los susurros en la oscuridad los habían llevado un paso más cerca de la verdad. Sin embargo, también comprendían que estaban lidiando con fuerzas peligrosas que harían cualquier cosa para mantener sus secretos ocultos. Con determinación y un poco de miedo, se prepararon para enfrentar lo que venía, sabiendo que la oscuridad podía revelar tanto respuestas como nuevos peligros.