SE MI ESPOSO, POR FAVOR.

... Perla se siente muy contenta, va ganando aliados, y uno de ellos está en la empresa de su peor enemigo.

— Ana, Esteban aceptó, ya tienes protección.

— Gracias por cuidarme las espaldas.

— Eso hacen las amigas.

... Mauricio está que no puede trabajar, no deja de pensar en su esposa, necesita una explicación, ¿cómo es posible que teniendo un padre sobreprotector le puedo pasar una desgracia?

En casa trata de hablar con ella, igual que cada noche lo evita, para después proceder a encerrarse y gritar. Sus ojeras ya son notorias, no ha dormido bien en días. El pisotea su orgullo y va a la habitación de ella al escuchar sus gritos. Perla está temblando de miedo, Mauricio la abraza y se acuesta a su lado.

A la mañana siguiente, ella intenta salir sigilosa, sin embargo, unos fuertes brazos no se lo permiten.

— ¿Me usas para dormir y luego quieres huir?

— Suéltame.

— Eres tan extraña. En las noches me abrazas, y en las mañanas me huyes como si fuera un zombie.

— Tengo mucho trabajo en la oficina.

— Yo también. Pero no te soltaré hasta recibir una explicación.

— No seas ridículo.

— Perla por favor. No puedes dormir sin mi, admítelo.

— Bien, lo admito. ¿Me sueltas ya?

— ¿Por qué? — La mira serio. — ¿Por qué necesitas de mí para dormir?

— No se. Ni yo misma lo entiendo, desde ese día en el hotel, me siento segura contigo. Y sólo contigo. Se que en nuestro contrato dice que no podemos dormir juntos, ¿te importaría no respetar esa regla? — El la ve sonriente.

— ¿Qué quieres hacerme? — Perla se siente ofendida.

— Nada. Ya te dije que no eres mi tipo.

— Mis ojos te gustan.

— Es lo único, tu rostro no me parece atractivo, tu cuerpo tampoco, y ni hablar de esas arrugas, te ves de 45 años. — Ella le da un buen empujón y sale de la cama.

... Mientras está de camino a la empresa recibe la llamada de Jorge, ella contesta.

— ¿Por qué me estás evitando? — Recibe un reclamo.

— No te estoy evitando, solo he tenido una agenda muy apretada. Ya sabes cómo son los negocios, te quitan mucho tiempo.

— Me prometiste una exclusiva. ¿Lo recuerdas verdad?

— Mi boda fue hace mucho, a nadie le importa una entrevista.

— A mi si. Y a muchos de mis seguidores también.

— Déjame ver si...

— Nada de eso. Recuerda todos los favores que te he hecho. Me lo debes. Mañana mismo quiero tenerte en mi programa. A ti y a tu marido.

— Está bien. Dame la hora y ubicación.

— Te lo envío en un mensaje.

— Bueno. — Perla cuelga.

... En su oficina, Mauricio está muy pensativo, Bernardo toca un par de veces la puerta, no recibe respuesta así que procede a pasar.

— Amigo. Amigo. — Le habla un par de veces.

— ¿Mi rostro no es atractivo?

— ¿Qué?

— Responde, ¿Soy atractivo o no?

— Supongo que si.

— ¿Y que hay de mi cuerpo?

— No entiendo.

— ¿Tengo buen cuerpo?

— ¿Por qué te importa tu cuerpo de repente?

— Responde.

— Si. Si tienes buen cuerpo.

— ¿Me veo de 45 años?

— ¿He?

— Siempre pensé que me veía de mi edad, o incluso más joven, dime.

— ¿A qué vienen estás preguntas tontas?

— Perla me lo dijo está mañana. — Bernardo se ríe.

— ¿Ahora te preocupa lo que piensa tu esposa?

— No me gustó el tono que uso para decirlo. Se que soy atractivo, tengo buen físico y me veo joven.

— Respóndeme algo.

— ¿Qué?

— ¿Te estás enamorando de tu esposa?

— No. ¿Qué tontería es esa?

— Bueno, nunca te escuche tan preocupado por lo que una mujer pensará de ti. Ni siquiera cuando inventaron que eres gay. ¿Perla es especial?

— Es cómo todas las mujeres. — Con muchos traumas también. — Jamás me enamoraría de ella. Está loca.

— Si claro.

— Habló en serio. Ella no es mi tipo. No me atrae en lo absoluto. — Su amigo lo ve con una sonrisita que claramente expresa lo mucho que duda de él.

... Perla vuelve a casa y va a la habitación de Mauricio, toca un par de veces y al no escuchar respuesta decide pasar. Mau está en la ducha, ella lo espera sentada en la cama.

— Tardas mucho en el baño. — Se queja al escucharlo entrar.

— ¿Qué haces en mi habitación?

— Te quería avisar que mañana tenemos una entrevista con mi amigo.

— ¿Informar? — El la mira con reproche. Perla que le está dando la espalda no se percata de eso.

— Si, es a las 11 de la mañana, tenemos que ir un poco informales, recuerda que es mi amigo.

— ¿Por qué debería ir contigo? — Perla se gira y ve a su marido con sólo una toalla cubriendo su desnudes.

— Eres un exhibicionista. — Ella le da la espalda otra vez, Mauricio se ríe al verla nerviosa, el se pone enfrente de ella. — Cámbiate, no puedo hablar contigo así.

— ¿Por qué no? Pensé que no soy tu tipo, no tengo buen cuerpo, y me veo de 45. — Ella no puede permitir que el la vea nerviosa.

— Vine para avisarte. Nos iremos juntos mañana. — Ella trata de salir, sin embargo, Mauricio le bloquea la puerta.

— Nunca dije que iría.

— ¿Perdón?

— Ya me escuchaste. El es tu amigo, ve tu.

— Eres mi marido. Tienes que ir. Es parte de tus obligaciones.

— No me gusta que me obliguen a hacer cosas. Iré si me lo pides por favor.

— Por favor. ¿Contento?

— No. Ese tono que estás usando no me gusta.

— Querido esposo, ¿me puedes acompañar a la entrevista mañana? Por favor.

— Está bien. — El la deja pasar. — Amor, ¿no dormiremos juntos hoy? — Ella lo fulmina con la mirada. Mauricio se ríe.