solo confía y todo saldrá bien.
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capitulo #19 La revelacion de los secretos
Jacob y Sam habían pasado juntos por muchas aventuras desde que se conocieron. Sus caminos se habían entrelazado de una manera inesperada, y ambos sabían que había algo más grande esperándolos al final de su travesía. Sin embargo, ninguno de los dos estaba preparado para lo que estaba por venir.
El sol comenzaba a ocultarse tras las montañas cuando Jacob y Sam llegaron al antiguo monasterio en ruinas. Habían escuchado rumores sobre este lugar, donde supuestamente se guardaba un artefacto que podría cambiar el destino de la humanidad. Las sombras de la tarde se alargaban, creando figuras fantasmales que bailaban sobre los muros de piedra.
Jacob miró a Sam con una mezcla de ansiedad y determinación. "¿Estás seguro de que este es el lugar?", preguntó, su voz apenas un susurro en la penumbra.
Sam asintió, sus ojos brillando con una resolución férrea. "Sí, lo siento. Algo aquí nos llama, y creo que estamos a punto de descubrir algo importante."
Se adentraron en el monasterio, sus pasos resonando en el silencio sepulcral. Las paredes estaban cubiertas de inscripciones antiguas que ninguno de los dos podía leer, pero ambos sentían que contaban una historia olvidada hace mucho tiempo. Al fondo del pasillo principal, una puerta de madera maciza, decorada con intrincados grabados, les llamaba.
Jacob empujó la puerta con esfuerzo, y esta cedió con un chirrido que resonó en toda la estructura. Al otro lado, una sala iluminada tenuemente por la luz del ocaso reveló una figura encapuchada que se alzaba junto a un pedestal. El aire estaba cargado de una tensión palpable.
La figura levantó la cabeza, revelando un rostro anciano pero lleno de vigor. "Os estaba esperando," dijo con una voz profunda y resonante. "Sabía que vendríais."
Sam dio un paso adelante, sus ojos fijos en el anciano. "¿Quién eres y qué sabes sobre nosotros?"
El anciano sonrió, sus ojos centelleando con una sabiduría milenaria. "Soy el Guardián del Conocimiento. He estado custodiando este lugar durante siglos, esperando el momento en que dos almas valientes llegaran para descubrir la verdad."
Jacob frunció el ceño. "¿Qué verdad?"
El Guardián levantó una mano, señalando el pedestal. Encima, un libro antiguo y polvoriento reposaba con majestuosidad. "Este libro contiene los secretos del pasado y del futuro. En él encontraréis respuestas a preguntas que ni siquiera sabíais que teníais."
Sam y Jacob se miraron, sus corazones latiendo al unísono con una mezcla de excitación y temor. Lentamente, se acercaron al pedestal. Sam extendió la mano y, con un movimiento cuidadoso, abrió el libro.
Las páginas estaban llenas de símbolos y dibujos que parecían cobrar vida ante sus ojos. A medida que pasaban las páginas, comenzaron a entender fragmentos de una historia que les era dolorosamente familiar. Había profecías sobre dos jóvenes que cambiarían el curso de la historia, enfrentándose a desafíos inimaginables y descubriendo secretos que habían sido enterrados por milenios.
"Esto es increíble," murmuró Jacob, sus ojos recorriendo las páginas con avidez. "¿Significa que estamos destinados a hacer algo grande?"
El Guardián asintió. "Así es. Pero el camino no será fácil. Debéis estar preparados para enfrentaros a enemigos poderosos y a decisiones que pondrán a prueba vuestra moral y vuestra amistad."
Sam cerró el libro con un gesto decidido. "Estamos listos. Hemos llegado demasiado lejos para dar marcha atrás ahora."
Jacob asintió en silencio, sintiendo una nueva ola de determinación inundar su ser. "Lo haremos juntos, como siempre."
El Guardián sonrió. "Muy bien. Vuestro próximo destino os llevará a las Montañas Negras, donde encontraréis la primera de muchas pruebas. Recordad, el verdadero poder no reside en la fuerza, sino en el corazón y en la sabiduría."
Con esas palabras resonando en sus mentes, Jacob y Sam abandonaron el monasterio, sintiéndose más unidos y preparados que nunca. Sabían que el camino por delante sería arduo, pero también sabían que juntos podían enfrentar cualquier desafío.
El crepúsculo dio paso a la noche, y bajo el manto estrellado del cielo, los dos amigos caminaron hacia su destino, cada paso lleno de esperanza y coraje. El verdadero viaje apenas comenzaba, y la promesa de descubrimientos inimaginables les daba fuerzas para seguir adelante.