Lucía, luego de morir despierta en la última novela que leyó, pero lo más extraño de todo eso fue que despertó en el personaje que más odiaba...
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capítulo 7
Al día siguen el barón volvió a ir nuevamente hasta al ducado, pero en camino mientras iba hablando con sus hijas escucho algo que le llamó la atención.
— Disculpa Dayana ¿Qué has dicho?
— Que en el día de ayer hemos visto como el joven duque, junto con el conde Ferreira y el ministro de guerra, tenían un pequeño combate de práctica.— El barón al oír esto quedó en silencio, puesto que no sabía como abordar la conversación. —Al verlos luchar me di cuenta de que es lo que quiero ser en mi futuro padre. Me gustaría ser una mujer soldado.
Dayana había pensado toda la noche en como acercarse al ministro de guerra y esa era la forma menos sospechosa y más rápida, además que podría seguir al lado de la princesa y convertirse en su guardia personal. El barón Lauren al escuchar lo que si hija decía la miro horrorizado y dijo.
— No... esas prácticas son de hombres, no puedes...
— ¿Por qué dices que son solamente de hombres? Yo podría pelear con cualquiera soldado del duque Milton sin ningún problema...
— Dayana no es algo que podemos discutir a la ligera, en este imperio no hay mujeres soldados y...
— Perfecto padre, seré la primera.
— Entiende, no quiero perderte a ti también. — Al entender lo que el hombre decía, Lucía bajo su mirada y luego de pensar muy bien sus palabras dijo.
— Sé que te aterra que algo malo me pase, pero por eso mismo quiero saber como defenderme y como proteger a mi familia, sé que es poco ortodoxo lo que te pido, pero yo no sueño con casarme y convertirme en un lindo adorno padre. Yo quiero una mujer fuerte, que inspire respeto y ser un ejemplo para Emilia.
El barón al ver que no iba a poder hacer cambiar de opinión a su hija dijo.
— Déjame que lo piense, no quiero tomar esta decisión a la ligera.
Dayana sonrió y abrazando a su padre por el cuello beso su mejilla y luego agregó.
— Gracia padre, prometo cuidarme muy bien...
– Aún no he dicho que sí...
— Tampoco has dicho que no.
El barón solo meneo su cabeza y aceptado el abrazo de su hija, siguió pensando en la propuesta que le había hecho. Si bien él siempre complacía todos los caprichos de sus hijas, esto que le pedía era algo que ponía en riesgo su vida, y es por eso que estaba dudoso de aceptar.
Pronto saco todos esos pensamientos de su mente, puesto que habían llegado al ducado y en cuanto llegaron las niñas fueron guiadas al jardín donde la princesa ya las esperaba y el barón se dirigió al despacho del duque. El día anterior habían concretado ser el nuevo proveedor de granos y verduras para los restaurantes que tenía el duque en la capital, y hoy hablarían de números y cantidades.
El duque Milton era muy serio cuando de negocios se trataba y al ver que su nuevo proveedor estaba algo distraído dijo.
— Barón Lauren, lo noto preocupado. ¿Sucede algo?
El barón miró al duque Milton y disculpándose por no estar atento a la conversación dijo.
— Lo siento duque, creo que es mejor dejar este asunto para otro día, hoy no tengo cabeza para esto...
— Tranquilo señor Lauren, no es necesario finiquitar todo esto hoy. Pero... si no le importa ¿Quiere contarme que le sucede?
El barón se acomodó un poco más en el sillón y dijo.
– Es mi hija, creo que se volvió loca.
El duque levantó una de sus cejas y tomando la misma postura que el barón preguntó.
— ¿Por qué lo dice?
— Quiere convertirse en soldado...— El barón Lauren luego de decir esas palabras, miro al duque y volviendo a ponerse serio dijo.— Lo siento, no debí hablarle de manera tan informal. Volvamos a los negocios...
– Tranquilo señor Lauren, nuestras hijas parecen llevarse muy bien, y es natural que nos veamos mucho más seguido, de igual manera si planeamos hacer negocios.— El duque proceso un poco la información y dijo— Con respecto a su hija, bueno no es normal que una joven dama se interese en la milicia, pero no me parece que sea una locura. Como sabrá fui comandante de la guardia imperial y cuando nacieron mis hijos quise que ambos aprendieran a manejar la espada y a ser buenos guerreros. Obviamente con Sarah fracasé porque su madre no quería que una joven señorita aprendiera esas artes, pero si mi hija me hubiera pedido lo que la suya le pide a usted aceptaría. Vivimos en un mundo donde el fuerte se come al débil y con las constantes disputas por las rutas de comercio, es cuestión de tiempo para que una guerra estalle en nuestras narices. Yo me sentiría mucho más seguro si sé que mi hija tiene las armas y la fuerza necesaria para proteger su vida.
El barón Lauren miró serio al duque y luego de un suspiro dijo.
— Sé que aunque me interponga ella buscará la manera de hacer su voluntad. Su madre era así, y ella es su viva imagen. Aun así no puedo negar que me da miedo que fracase y salga lastimada.
– Sí me lo permite, yo puedo encargarme de su formación. Al ver lo cercana que es a mi hija, tal vez esto la incentive y también quiera aprender a defenderse. Su madre la educo toda su vida para ser una dama respetable de la corte, pero para ser una emperatriz fuerte, necesita más que solo tener una lengua afilada. Si usted está de acuerdo yo puedo estrenarla y en caso de lograrlo me aseguraré de que ella jamás este en riego.
El barón miró al duque a los ojos y preguntó.
— ¿Por qué haría eso? ¿Qué es lo qué ganaría usted?
— Ya se lo dije, nuestras hijas son cercanas, en caso de que la señorita Dayana logre sus objetivos, mi hija también la seguirá.
El barón aun dudoso de aceptar esta propuesta asintió y solo agregó.
— Solo le pido que si ella no sirve para esto, no la exija, dígale que desista y yo veré como hacer que cambie de opinión.
El duque solo asintió y luego de esa conversación ambos se pudieron nuevamente a trabajar en sus números. Primero iban a salir de ese negocio y luego harían a hablar con sus hijas de sus decisiones...