Monserrat Hernández es una respetada abogada defensora⚖️. Una tarde como cualquiera otra recibe una carta amenazante📃, las palabras la aterraron; opción 1: observar como muere las personas a su alrededor☠️, opción 2: suicidate.☠️
¿Que tipo de persona quiere dañar a Monserrat con esta clara amenaza mortal?✉️.
Descubre el misterio en este emocionante thriller de suspense😨😈
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(CAPITULO 11) UN VIAJE A LO DESCONOCIDO
Monserrat se ajustó el espejo retrovisor y se acomodó en su asiento, listo para emprender el viaje a Miami. El auto alquilado, un sedán negro brillante, estaba lleno de combustible y listo para la carretera.
Tomó la Interestatal 95 (I-95), una de las principales arterias del este de Estados Unidos, que la llevaría directamente a Miami. La carretera se extendía ante ella, una larga franja de asfalto que se perdía en el horizonte.
Mientras conducía, Monserrat se sumió en sus pensamientos. "¿Qué encontraré en Miami?", se preguntó a sí misma. "¿Estoy cerca de la verdad?"
La carretera pasaba por ciudades y pueblos, algunos de los cuales parecían haberse quedado en el tiempo. Monserrat vio letreros de restaurantes y hoteles que parecían haber sido olvidados décadas atrás.
La I-95 cruzaba ríos y pantanos, ofreciendo vistas impresionantes del paisaje natural de la costa este. Monserrat vio garzas y cigüeñas volando sobre los humedales, y ocasionalmente, un aligator en el borde de la carretera.
Después de 12 horas de conducción, Monserrat decidió hacer una parada en un hotel junto a la carretera. El letrero de neón del "Hotel Riverview" llamó su atención, y se desvió de la Interestatal 95 para entrar en el estacionamiento.
Eran las 8 de la noche, y el sol ya había comenzado a ocultarse en el horizonte. Monserrat se estiró y bostezó, sintiendo el cansancio del largo viaje.
Entró en la recepción del hotel y reservó una habitación para pasar la noche. Luego, se dirigió a la cafetería adjunta, llamada "Café 95", para cenar.
Mientras pedía una hamburguesa y un café, Monserrat sacó su cuaderno y comenzó a revisar sus notas sobre el caso de Samanta Brown. Intentaba recordar cada detalle, cada pista que había encontrado hasta ahora.
"¿Dónde estaba Samanta Brown antes de desaparecer?", se preguntó a sí misma.
"¿Qué conexión tiene con Lilith y el juego?"
Monserrat se sumió en sus pensamientos, intentando encontrar patrones y conexiones. Pero la fatiga del viaje comenzó a ganar terreno, y su mente se nubló.
Después de cenar, Monserrat se retiró a su habitación, un cuarto sencillo pero limpio y cómodo. Se duchó y se acostó, sintiendo el agotamiento del día.
Mientras se quedaba dormida, el reloj en su teléfono marcaba la medianoche. El tercer día de los siete que le habían dado para resolver el misterio había terminado.
La noche de Monserrat estaba llena de incertidumbre, pero también de determinación. Estaba decidida a encontrar a Samanta Brown y descubrir la verdad.
Monserrat se despertó a las 8 de la mañana, justo cuando su despertador sonaba. Se estiró y se sentó en la cama, sintiendo una sensación de alivio y renovación.
Algo llamó su atención: no había tenido ninguna pesadilla durante la noche. En los últimos 3 dias, sus noches habían estado llenas de visiones terroríficas y sensaciones de angustia, pero esa noche había sido diferente.
"¿Será que finalmente estoy tomando el control de la situación?", se preguntó a sí misma.
Supuso que tal vez había logrado dejar atrás las trampas y los tormentos que las personas que querían verla muerta le habían tendido desde que todo comenzó.
Se levantó de la cama y se dirigió a la ducha, sintiendo una nueva energía y determinación.
Después de un buen descanso y un desayuno reconfortante en la cafetería del Hotel Riverview, Monserrat se sintió renovada y lista para continuar su viaje hacia Miami.
Subió a su auto alquilado y reanudó su ruta por la Interestatal 95. La mañana era fresca y soleada, y el tráfico era moderado.
A medida que avanzaba hacia el sur, el paisaje cambió. Los bosques y pantanos dieron paso a urbanizaciones y centros comerciales. Monserrat vio letreros de bienvenida a Florida y se emocionó al saber que estaba cerca de su destino.
Después de unas horas de conducción, Monserrat vio el letrero de bienvenida a Miami. Su corazón se aceleró con emoción y anticipación.
Al entrar en la ciudad, Monserrat se sorprendió con la diversidad arquitectónica de Miami. Edificios art déco de los años 30 se mezclaban con rascacielos modernos y torres de lujo.
La ciudad estaba llena de vida y energía. La música latina sonaba en las calles, y el aroma de comida cubana y cafecito flotaba en el aire.
Monserrat condujo por la famosa Calle 8, también conocida como la "Calle de la Hispanidad", y vio los colores vibrantes de los murales y los letreros de los restaurantes y tiendas.
Finalmente, llegó al barrio de Wynwood, conocido por sus murales de arte urbano y su vibrante escena cultural. Monserrat se sintió atraída por la creatividad y la energía del lugar.
Después de un viaje de más de 18 horas, Monserrat llegó a su destino. Estaba lista para encontrar a Samanta Brown y descubrir la verdad detrás de su desaparición.
Se detuvo en un semáforo, miró su teléfono y vio que eran las 2 de la tarde. Tenía todo el día por delante para comenzar su investigación.
"¿Dónde empezar?", se preguntó a sí misma.
La ciudad de Miami la esperaba, llena de secretos y misterios. Monserrat estaba lista para enfrentarlos.
Monserrat condujo por las calles de Miami, dirigiéndose hacia la casa que su madre le había heredado en el barrio de Coconut Grove, un lugar tranquilo y pintoresco cerca del mar.
Mientras avanzaba por la carretera, el olor a sal y el sonido de las gaviotas la transportaron a un pasado lejano. Recordó los veranos que pasó en esa casa con su madre, jugando en la playa y nadando en el mar.
La casa estaba ubicada en un callejón sin salida, justo frente a la playa de Biscayne Bay. Monserrat se estacionó en la entrada y miró la casa con nostalgia.
La casa era una hermosa estructura de estilo mediterráneo, con paredes de estuco blanco y tejas rojas. El jardín estaba lleno de palmeras y flores tropicales, y un sendero de piedras conducía a la puerta principal.
Monserrat se bajó del auto y respiró profundamente el aire salado. Se sintió un poco emocionada al regresar a un lugar que había sido su hogar durante tantos años.
Caminó hacia la puerta y encontró la llave que su madre le había dejado en un sobre sellado. Abrió la puerta y entró en la casa, que estaba exactamente como la recordaba.
El interior estaba decorado con muebles de estilo colonial y objetos de arte latinoamericano. Monserrat se sintió abrumada por los recuerdos y la emoción.
Se dirigió a la habitación que había sido suya durante la infancia y encontró una caja llena de recuerdos y objetos personales que su madre había guardado para ella.
Monserrat se sentó en la cama y miró la caja, sintiendo una mezcla de emociones. Sabía que había regresado a Miami por una razón, y que esa casa era el primer paso hacia la verdad.
"¿Qué secretos escondes, madre?", se preguntó a sí misma.
La casa parecía tener respuestas, pero Monserrat sabía que debía buscar más allá de los recuerdos y las emociones. Tenía que encontrar a Samanta Brown y descubrir la verdad.
Se levantó de la cama y se dirigió a la cocina para buscar algo de comer. Mientras comía, miró por la ventana y vio el mar, que parecía estar llamándola hacia algo más profundo y oscuro.
La trama comenzaba a tejerse. Monserrat estaba lista para enfrentar lo que viniera.
Después de terminar de comer, Monserrat se sentó en la sala de la casa de su infancia, rodeada de carpetas y archivos llenos de documentos y notas sobre el caso de Samanta Brown. Con determinación, comenzó a revisar cada detalle, buscando cualquier pista que pudiera haber pasado por alto.
El caso de Samanta Brown había sido uno de los más complejos y mediáticos de su carrera como abogada defensora. Samanta, una empresaria exitosa de Miami, había sido acusada de fraude financiero por valor de millones de dólares.
La acusación sostenía que Samanta había creado una red de empresas fantasmas para lavar dinero y evadir impuestos. Sin embargo, Monserrat había descubierto que la evidencia presentada por la fiscalía era circunstancial y que había varias inconsistencias en la investigación.
Con su habilidad y experiencia, Monserrat había logrado demostrar que la acusación se basaba en suposiciones y no en hechos concretos. Después de un juicio emocionante, el jurado había dictaminado que Samanta era inocente.
Sin embargo, la opinión pública había sido diferente. Muchas personas creían que Samanta era culpable y que Monserrat había utilizado tácticas legales para liberarla. La prensa había sido implacable, y Monserrat había recibido amenazas y críticas por su defensa de Samanta.
A pesar de todo, Monserrat sabía que había hecho lo correcto. Había defendido a una mujer inocente y había demostrado que la justicia podía ser ciega, pero no siempre era justa.
Monserrat se reclino en su silla, con la mirada fija en la nota que decía "Lilith". Su mente comenzó a girar con pensamientos y dudas. ¿Y si había sido engañada? ¿Y si Samanta Brown no era inocente después de todo?
Recordó los detalles del caso, las pruebas que había presentado, las declaraciones de los testigos. Todo había parecido tan convincente en ese momento. Pero ahora, con la perspectiva de lo que había sucedido con Lucifer y Amón, Monserrat comenzó a cuestionar su propia objetividad.
"¿Cómo pude ser tan ciega?", se preguntó a sí misma.
Pensó en los otros clientes que había defendido, los que habían muerto bajo circunstancias misteriosas. ¿Había sido una coincidencia, o había algo más?
La duda se apoderó de ella. ¿Y si Samanta Brown había sido parte de la trama todo el tiempo? ¿Y si la había engañado, como había engañado a tantos otros?
Monserrat se levantó de la silla y comenzó a caminar por la habitación, intentando clarificar sus pensamientos. Necesitaba saber la verdad. Necesitaba descubrir qué había sucedido realmente en el caso de Samanta Brown.
Decidió investigar más a fondo, buscar cualquier pista que pudiera haber pasado por alto. No podía dejar que la duda la consumiera. Tenía que saber la verdad.
"Voy a descubrir qué sucedió", se prometió a sí misma. "Voy a descubrir si Samanta Brown es culpable o no."
La determinación la invadió. Monserrat estaba lista para enfrentar la verdad, sin importar cuán dolorosa fuera.
Monserrat se sentó frente a su computadora, determinada a encontrar información actual sobre Samanta Brown. Después de unos minutos de búsqueda, encontró un artículo de noticias que la dejó sin aliento.
"Samanta Brown condenada a muerte por asesinato"
Según el artículo, Samanta había sido arrestada hacía 18 meses por el asesinato de un empresario de Miami. El juicio había sido intensamente mediático, y la fiscalía había presentado pruebas contundentes de su culpabilidad.
Monserrat continuó investigando y descubrió que Samanta estaba recluida en la Prisión Federal de Miami, también conocida como FCI Miami, una institución de alta seguridad ubicada en el sur de la ciudad.
La prisión era conocida por su riguroso régimen de seguridad y su población de presos de alta peligrosidad. Monserrat sabía que no sería fácil obtener permiso para visitar a Samanta, pero estaba decidida a hablar con ella.
Se dirigió al sitio web de la prisión y buscó la información de contacto necesaria para solicitar una visita. Después de llenar el formulario en línea, recibió un mensaje automático indicando que su solicitud sería revisada y que recibiría una respuesta en los próximos días.
Monserrat sabía que no tenía mucho tiempo que perder. La cuenta regresiva continuaba, y necesitaba obtener información de Samanta antes de que fuera demasiado tarde.
Se levantó de la silla, decidida a tomar el próximo paso. Iba a hablar con Samanta Brown, no importaba qué.
La Prisión Federal de Miami la esperaba. Monserrat estaba lista para enfrentar lo que viniera.
FCI Miami
1555 SW 136th Ave.
Miami, FL 33175
La dirección quedó grabada en su mente. La próxima parada en su búsqueda de la verdad.