Hay mujeres que aman con fuerza, entrega y sacrificio. Rosario creyó que su matrimonio sería para siempre. Pero el que creía el amor de su vida no lo pensó así.
La historia de Rosario es la de muchas mujeres que lo dan todo en una relación y que al final comprenden que una relación es de dos.
Permítanme contarles la historia de ésta mujer común y corriente, una de nosotras.
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El Pasado Siempre Llega
Eran más de las seis y Rosario se paseaba nerviosa. Era la tercera vez que salía a mirar.
En la cocina estábamos las tres trabajando, teníamos un gran evento un matrimonio de cien invitados, aunque siempre llegaban muchos más exigiendo comida.
La carne ya se estaba macerando y las tortas ya estaban casi listas. Los postres estaban muy avanzados.
Teníamos que estar mañana antes de las dos con todo listo. Todo iba muy bien. La organización era fundamental y Ana era la reina de ella.
Sentí un vehículo, seguro era él. Nos miramos las tres. Algo había en el aire, de repente entro una brisa y botó una foto, Ana fue corriendo y la recogió. Era una foto de Rosario cuando salió de cuarto medio.
--No es un buen presagio, lo saben verdad? Las mujeres de mi pasado me quieren decir algo. Me siguen avisando. Será por el muchacho?
--Esperemos que todas nuestras oraciones sean suficientes. Le dijo Camila.
--Sácate tu delantal. Él viene a hablar contigo.
--Cariño tú sabes que lo que será. Será. No hay nada que hacer. Rosario está enamorada y tú sabes que si hay alguien de ideas fijas, es mi sobrina.
--Y no le reclames nada porque es igual a tí. Dijo Odette.
Ana se sacó su delantal y partió con cara de funeral. Camila se colocó delante de ella.
--Por favor, se que es difícil pero tú niña no merece que le arruines su día. Y lo harás si no rectificas tu actitud.
--Estoy de acuerdo con ella hermanita. Dijo Odette.
Ana las miró y se dió cuenta de su error.
--Tienen toda la razón queridas. Gracias por hacerme recapacitar.
Cambió su rostro y remplazo la tristeza por una cara diferente.
Conversaron alrededor de media hora. Mientras Odette y Camila seguían trabajando en la cocina. Las llamaron para que se reuniera con ellos.
Herán las saludó con mucho respeto a ambas.
--Gracias por estar aquí. Delante de ustedes quiero pedir el permiso de la señora Ana para cortejar a su hija.
--El amor de mi vida, mi Rosario
La cara de Rosario era solo luz. Había un resplandor en toda ella. No quedaba más que aceptar su felicidad, amor y felicitarlos.
--Rosario ha aceptado acompañarme e iré a inscribirme en la escuela nocturna. Terminaré mi educación media y de ahí, si Dios así lo permite. Entraré a la universidad y estudiaré para ser Ingeniero Mecánico.
--Ella me ayudará, me lo ha prometido. Estoy tocando el cielo en estos momentos.
Felicitaron a los novios, sirvieron un picoteo. La noche pasó rápido.
Cuando Herán se fue, Rosy bailaba contenta por toda la casa. Fue sacándolas una a una. En un momento estaban las cuatro bailando contentas. De ver la felicidad de Rosario, fue un momento único de relajación, bailaron hasta que se cansaron. Quedaron tiradas en lo sillón juntitas, abrazadas y riendo contentas.
--Me alegra de verte así Rosy, la vida no es toda felicidad hay altos y bajos en una relación. Pero hay momentos grandiosos como este que acabamos de vivir.
--Gracias tía Odette.
--Ahora manos a la obra. Díganme en que ayudó? Terminaron después las tres de la madrugada.
Mañana era un día para lucirse. Llevaban más de dos años preparando eventos y era la primera vez que preparaban algo para esta familia. Eran muy importantes en la región y si todo resultaba como ellas lo habían planificado, sería el momento de tomar otros caminos de independencia y seguridad económica.
Por lo menos Ana y Odette, Camila no podía, ella tenía otro lazo con su patrona. Todas conocían a la señora Victoria, para ella Camila era un todo. Casi hija, casi nieta. Era su mano derecha. Era una gran persona, para ella no habían diferencias sociales. Y ellas eran como sobrinas para la anciana.
Se levantaron temprano para continuar las obras.
Cargaron a Rasputín con todo lo que más podía. Odette y Rosario fueron a dejar el primer viaje.
Cargaron el segundo viaje con todo lo que era carnes y acompañantes. Pero el viejo auto se negó a partir. Lo sacaron empujando al camino y no partió.
Se quedaron mirando unas a otras, sin saber que hacer. Debían llamar a un taxi, pero el servicio era tan malo y lento. Siquiera era una hora de espera.
Pasó una camioneta muy fuerte. Disminuyó la velocidad, se detuvo un poco más adelante. Tenía vidrios polarizados, no se sabía quién era, hasta que se bajó.
Ana supo de inmediato quien era, hacía años que no lo veía.
Era alcohólico en ese tiempo, ahora al parecer ya no bebía, pero seguía igual de desagradable.
Alto, delgado y con su distintivo parche negro en el ojo derecho que lo hacía ver lúgubre y altanero.
--Que pasó?
Ni un saludo siquiera. Su mala educación era algo normal en él. No había cambiado nada.
--Buenos días señor Arizmendi, no se preocupe siga su camino.
--No sea tonta mujer, el orgullo no sirve en estos casos, abra el capot. Lo miraré.
Era un hombre imponente, no era que fuera gigante. Era su personalidad temible.
Odette le hizo caso de inmediato. Él le echó una mirada y lo cerró.
--No hay nada que hacer, es el radiador. Se rompió, y tampoco pueden pedirle a esta chatarra milagros.
--Señor Arizmendi, gracias por el diagnóstico, ya veremos cómo lo solucionamos. Se molestó Ana.
--No hay solución. Se quedó mirando a Rasputín y dijo de forma poco amable
-- Voy a la ciudad, puedo llevar sus cosas a dónde vayan. Lo dijo con la voz seca y enojada.
--Señor sería una gran ayuda, ya vamos con retraso y aún nos queda otro viaje más. Le dijo Camila. Sorprendiendo a todas por tomar la iniciativa.
Si las miradas mataran, Camila ya lo estaría, Ana estaba que ya reventaba de rabia.
--Camila! No compliques al caballero.
Ignorando lo que decía Ana, fue a abrir su camioneta. Arreglo unas cosas. Sacó otras y las dejó dentro del jardín.
--Listo. Comencemos a trasladar.
No le pregunto a nadie, él tomó la decisión.
Ana estaba enojada, Camila aliviada, Odette sorprendida y Rosario sin comprender porqué éste hombre que siempre pasaba y nunca las había mirado, lo hacía hoy?
Pensó en llamar a Herán, pero sabía que su mamá se enojaría. No le gustaba molestar a nadie siempre había sido autosuficiente.
Camila fue la primera en reaccionar y comenzó el traslado. La camioneta era gigante, y cupo todo, sobró espacio.
--No tienen nada más que llevar?
--Si todo lo que es dulce. Dijo Rosario.
--Y que esperan? Traigan todo.
En un momento quedó todo arriba instalado.
Se quedaron todas mirando si subirse o no. Él no las había invitado.
--Que esperan?
--Suban chicas! El señor ha tenido la amable gentileza de ofrecernos transporte. Dijo con sarcasmo
--Y se le pagará su favor. Dijo Ana molesta con él hombre.
Se instalaron en un santiamén y dejaron que Ana se fuera de acompañante, que por su cara vinagre no quería hacerlo.
No les habló nada durante el viaje. Demoraron como media hora en llegar a su destino. Era una finca a las afueras de la ciudad, hermosa y de gente rica.
Bajaron todo con cuidado.
El hombre se subió a su camioneta sin decirles nada. Ana fue corriendo aún con su cojera y se subió a la camioneta.
Lo miró de frente como siempre lo hacía, sin temerle a nadie.
--Tome señor Arizmendi, aquí tiene. Le pasó unos billetes.
--Como se le ocurre que aceptaré dinero de usted.
Ana, sabía que le diría así, pero no estaba dispuesta a deberle nada.
-- Porque soy pobre? O Porque mi dinero no vale?
Quedó en silencio por unos minutos y su cara se transformó de vergüenza.
--No. Es porque no lo necesito. Le dijo con voz neutra.
--Pero yo si nececito hacerlo, no me gusta deberle a nadie. Dijo Ana.
--Tome. Y no yaya a cometer la falta de respeto de dejarme con la mano estirada. Eso no es de caballero y creo que usted lo es.
Su mano pequeña le extendió el dinero y se quedó así. Esperando
Finalmente él le recibió el dinero.
--Gracias Señor, ha sido de gran ayuda para nosotras. Sin duda Dios tiene muchas formas de tender la mano. Aunque a veces esas personas se vean obligadas a hacerlo.
La cara de Julián Arizmendi se vió por primera vez sonrojada. La rabia que vivía en él, se guardó por un momento y su único ojo la miró con sorpresa. Nadie nunca le había hablado así.
Ana se bajó, sin esperar su respuesta.
--Vamos, que hacen todas esperando aquí.
--Es el loco de la montaña verdad? El que te vendió el terreno?
--Si, el mismo, hacía años que no lo veía. Es un hombre raro.
Quedaron muchas preguntas flotando en el aire. Pero no había tiempo. Llevaban más de media hora de retraso y eso era bastante.
Se cambiaron de ropa. Delantales y gorro y comenzó la faena.
Lo único que siempre pedían es que la cocina debía estar totalmente disponible para poder trabajar. Y así lo hicieron.
Todo resultó de maravilla. Con el personal de la familia se complementaron para servir. Eran las dos de la madrugada y ya se había acabado todo. La torta que era mi invención había resultado un éxito. Estaba feliz, mis sueños se estaban cumpliendo.
Me habían contactado seis personas más para preparar celebraciones. Era un comienzo.
Aunque lo primero era ver cómo solucionamos el problema del vehículo. La señora Victoria siempre nos ofrecía el suyo. Pero como decía mi abuela,
"en lo ajeno reina la desgracia" No me gustaba pedir prestado. Si no lograbamos reparar el auto, debíamos en pensar en cambiarlo por uno nuevo. No era el momento económico. Pero sin vehículo y viviendo en el campo no se podía.
Nos sentamos un momento a descansar en la terraza de la cocina. Había pasado lo peor. Estábamos comiendo y ya más tranquilas de que todo lo grave había pasado.
La relajación había hecho su magia y estábamos disfrutando el momento. Riendo e intercambiando anécdotas de la fiesta.
Estaba de espaldas a la cocina cuando escuché su voz.
Me paralice y le dije a Camila que estaba a mi lado que me cubriera. Sospechó que algo grave estaba sucediendo. Me paré y salí rauda a esconderme.
Sentí las voces de una pareja. Pero la del hombre era él, para mí no había dudas. Esa voz me había marcado.
La mujer con voz de gata en agosto preguntó.
--Con quien tengo que hablar, para que nos hagan un menú? Estamos con mi prometido viendo banquetes y a él éste le pareció aceptable.
--A pesar de que ustedes no son una empresa grande. A mi novio le gustó su comida. Y la torta lo volvió loco.
--Verdad mi amor? dijo acentuando su voz de gatita en celo
--Estaba exquisita , felicitaciones a la chef. Dijo él
Yo estaba escondida escuchando todo, no sentía mis pies.
Cuántos años habían pasado? diecisiete años tres meses.
Ahora estaba frente a ella. Sin darse cuenta que la jovencita que estaba delante era su hija.
Rosario le respondió
--Se las daré, muchas gracias Señor.
--Como nos contactamos?
-- Le daré una tarjeta y ahí se comunica. Hay que conversar el horario, sus gustos y que les agradaría servir.
--Jaja. A él le gusta todo lo que yo decida. Soy yo quien tomará la decisión. Dijo la mujer con voz pedante.
--También la fecha es importante para nosotras. Ya tenemos muchos compromisos adquiridos desde hace meses.
Todas miraron a Camila, sorprendidas de lo que decía. No tenían más que un cumpleaños y unas bodas de oro en carpeta.
--Querida parece que no comprendes quien es mi prometido.
--Tiene toda la razón señorita, no se quién es, en nuestro mundo nos dedicamos a trabajar. Respondió con firmeza Camila.
--Luz, por favor, no seas mal educada. Dijo él molesto
--Yo llamaré y veremos si coinciden las fechas. Me encantaría que fuera así. Pero si no se puede, que se le va hacer.
--Muchas gracias, hasta luego. Dijo él amablemente.
La mujer molesta ni se despidió.
--Esta creerá que por su ropa engaña? Sin duda bailaba en algún lugar antes que se convirtiera en la novia.
--No me trago el cuento, crecí escuchando esas voces impostadas pero de mujeres buenas. No de esta altanera mala clase.
--Calmate tía Odette. Dónde estará mami?
--Fue al baño, dónde mismo voy ahora.
Camelia corrió buscando a Ana. La encontró a la vuelta, seria y sin llorar. Pero tiritando.
--Es él verdad?
No tenía que confirmarlo.
--El pasado volvió amiga. Estuvo frente a Rosario, la razón por la que su familia quiso matarme.
--Y esta vez no escaparé.
Tomó las heladas manos de Ana.
--Juntas somos poderosas hermanita. Ya no estás sola. Lo que sea lo enfrentaremos juntas.
--Vamos! Las chicas nos esperan
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