La Súplica De Heran
--Déjela! Fue el grito desesperado de mami.
Fue corriendo y le sujetó la mano a la mujer, la lanzó lejos. Ella casi cayó, se veía molesta.
--Estas bien mi preciosa?
Me sobaba mi carita que la tenía roja por la cachetada que me había dado la patrona.
--No duele mami. Le mentí, no quería verla otra vez enojada por mi culpa. Y tener que buscar otro lugar donde vivir.
--Ve al cuarto y arreglas tu ropita. Ponla en tu mochila. Yo voy de inmediato. Me dijo con una dulce voz.
--No crees que estás exagerando? Dijo Doña Luisa
--Tú me empujaste!!
--Llevo veintiocho días trabajados, me debe casi el mes, quiero mi dinero. Dijo mami ignorando lo que ella hablaba.
--Si sales por esa puerta, no te pagaré nada. Gritó
--Le diré a todos por aquí que eres una loca sin respeto.
--Vuelve a lavar, haré como que no tuvimos esta conversación.
--¿Usted cree que olvidaré que golpeó a mi niña? --¿Es tonta o que?
--Cuando entré a trabajar le dije que si mi hija hacía algo malo me lo contara y yo lo arreglaría. --Que se lo pagaría con trabajo y si ella rompía algo que me lo descontara.
--¿Qué se piensa usted?
--¿Qué por tener dinero puede hacer lo que quiera.?
--Soy una empleada no su esclava.
--Se equivocó conmigo,me voy.
--Si cruzas esa puerta no verás un peso. Dijo la mujer con rabia.
Ana la miró con desprecio y desilución, salir de allí sin un peso era como tirarse a los leones, sola de noche y con una niña pequeña no era un buena decisión, pero siempre sentía que no estaba sola.
--Déjelo Señora Luisa le hace más falta, gente miserable como usted merece lo que tiene, mucha riqueza y mucha miseria espiritual.
--Siga golpeándose el pecho en su iglesia. Continúe engañando a su pastor.
--No se olvide que toda injusticia se paga en esta vida.
Estaba lloviendo, y las lágrimas de mami se lograban disfrazar, con el agua que caía del cielo, yo tenía seis años. Con los bolsos, y tomando mi mano, una vez más salimos.
Ella me decía, nunca aceptes injusticias, arriba hay un señor muy grande y poderoso que todo lo mira y las puertas siempre se abren cuando uno se porta bien mi preciosa.
--Vamos, tenemos que llegar al paradero de buses, ahí pasaremos la noche, hasta que amanezca.
--Jugaremos al adivine quien es. Nos divertiremos.
--Pero cuidado con hacer trampa. Esas las cobro con muchas cosquillas. Levantándome y provocando mi risa.
--Mañana tu mamá encontrará un nuevo trabajo. --Cuando se tienen ganas de trabajar, siempre hay algo por ahí.
Pasaron años para que entendiera que mi madre lo hacía todo para que yo no me asustara. Y no entendiera como podían haber seres humanos tan perversos.
...****************...
Llegue a casa, estaba todo en silencio, era mejor.
Solo éramos mamá, y yo en nuestro hogar.
Eran tiempos felices
Éramos pobres, pero no al extremo. Nunca faltaba la comida y apreciábamos la vida, nos llevábamos muy bien, nuestra relación era muy especial.
No sabía quién era mi papá, nunca le pregunté, en los recuerdos de mi niñez nunca supe de él. Y al revés de muchas personas no me interesaba, no me hacía falta, la gran persona que era mamá suplía con creces ese lugar. Mis primeros recuerdos son de varias casas donde mamá trabajaba. Ella era empleada doméstica. Generalmente, trabajaba puertas adentro. Elegía trabajos en dónde la aceptaran conmigo. Dormíamos juntitas en una cama, a veces en un dormitorio diminuto o en una cabaña afuera de la casa principal.
Había patrones buenos, otros malos. Pero mamá era fiera. Cuando veía que alguien me trataba mal ya sea por qué me llamaban la atención, ella rápidamente arreglaba nuestras cosas y salíamos por la puerta ancha. Así me decía ella.
--Cuando decido irme de un trabajo nunca será ni por floja ni ladrona. Será porque no me gusta el trato.
Ana era eficiente, rápida y sobre todo honesta. Por lo que muchas veces después que nos íbamos y buscaba ella otro trabajo, sus antiguos patrones volvían a buscarla. Rogando que volviera.
Que no había como ella para cocinar o planchar.
--Mi hija es sagrada, ella no se toca. Ella es una buena niña y nadie mientras yo viva la dañará.
--Gracias busque otra persona, yo no vuelvo la vista atrás.
Esa frase la escuché tantas veces salir de su boca.
Mi madre la persona a la que más admiraba.
Pasamos por varias casas y mansiones. Ella nunca me dejó que la ayudara en las labores de casa.
--Su labor señorita Rosario es estudiar, yo no tuve esa oportunidad, pero tú si la tendrás hija.
--Cuando tengamos nuestra casa te enseñaré a cocinar y a preparar los más ricos platos.
Termina tu enseñanza media y si quieres estudiar yo te apoyaré y sacarás la carrera que quieras.
Mamá cocinaba como los dioses. Entre la clase alta se había corrido la voz de una mujer pequeña que sus platos eran verdaderas obras de arte.
Los fines de semana la buscaban para cenas elegantes, me sentaba en un rincón y mientras yo estudiaba historia, ella sazonaba carne y preparaba acompañamientos que inventaba en su cabeza hermosa.
Cada receta ella la anotaba en su cuaderno de tapas verdes, ella le decía "Los secretos de Ana".
--Cuando logre reunir el dinero que necesitamos, haremos una casita en el campo.
--Que?
--Hace varios años compré un pedacito de tierra. Junté el dinero desde antes que nacieras. El próximo mes iremos a conocerla.
Fueron tres años de ahorro. Era una gran terreno con un bosque de grandes robles, los ojos del amor, la hacían ver un paraíso, veía un terreno maravilloso. Ella en su mente hacía planes.
--Aquí estará la casa, quiero muchos árboles alrededor, dónde lleguen los pájaros a anidar. En las mañanas escucharemos sus cantos. Y si te quedas en silencio sentirás el cantar del agua. El río pasa a los pies de la propiedad.
Allá en esa lomita rodeada de helechos hay una vertiente que dicen que nunca se seca. De ahí sacaremos agua pura para beber.
--Pondremos una cerca blanca de madera, parecida a la casa del viejo militar, él era un caballero bueno y su esposa una dama ¿Te acuerdas de ellos? Lamenté irme de ahí eran buenas personas, pero a su edad lo mejor era que estuvieran con sus hijos. No me arrepiento de haberles escrito y contado.
Mamá me conversaba y veía todo construido. Yo en mi mente infantil solo veía lomas, pasto árboles un río y piedras.
--Como pudiste comprar ésta tierra mami?
--Es una larga historia, por uno de mis patrones me enteré que el dueño era un alcohólico que vendía pedazos de su tierra para beber.
-- Es un hombre joven, pero dicen que una pena lo volvió así.
--Me preguntó que hacía?, le conté un poco de nosotras y accedió a vendernos dos hectáreas. Son las últimas que vendere. Y cerramos el trato.
--Se ve un hombre muy triste, su casa está cerca pero está en el monte por eso no la vemos
--Este lugar se llama "Rinconada del Puma".
La veía tan hermosa y fuerte a mi mamita. La luz brillaba en sus ojos.
Ahora iremos por la casa mi niña.
Nunca he tenido nada hija, más que solo a ti. Ésta tierra será nuestro refugio. Por fin podrás invitar a tus amiguitos a celebrar un cumpleaños.
Muy pronto tendremos nuestra casita, será pequeña, pero la iremos ampliando. Tendrá un gran jardín y una pequeña huerta dónde plantaremos verduras con nuestras propias manos. Ya verás que se oleran de lejos el cilantro, y los cebollínes.
Los sueños se pueden cumplir Rosario únicamente uno debe proponérselo.
Alguien allá arriba ve el sacrificio y eso se premia hija. Pero se consigue siendo honesta. El buen camino es el más difícil, pero finalmente tiene recompensa.
Tenía díez años cuando me lo dijo. Ella siempre cumplía sus promesas.
Nunca la vi llorar. Ella es únicamente fuerza y poder para mí.
La vi por años con la misma ropa, los zapatos habían visitado tantas veces al zapatero que había perdido la cuenta.
Pero a mí nunca me faltó mi ropa, ella también la cocía con su pequeña máquina. Muchos patrones le regalaban ropa que ellos desechaban y ella los transformaba en vestidos y poleras y faldas. Que yo lucía sin vergüenza. Mi mamá era mágica.
Demoró años en reunir el dinero para la construcción de nuestro hogar.
Los maestros demoraron más de lo que se comprometieron, y gastaron todos los adelantos, pero finalmente quedó terminada. Aunque a medias.
No teníamos agua ni luz. Y nuestras ventanas no tenían vidrio, solo nylon.
Pero estábamos felices.
--El dinero no alcanzó. Me dijo con pena.
-- Pero trabajaré los fines de semana hasta poder juntar el dinero hija.
--Mamá no te preocupes, seremos felices y que importa si nos alumbramos con velas y que tengamos que sacar agua con valde de la vertiente.
--Nuestra tierra hija, nuestra casa. Ya no tendremos que rogarle a nadie que nos admita a las dos o qué tengamos que dormir en malas condiciones. Tendrás tu cuarto adornado y pintado a tu gusto.
--Yo pintare el mío de blanco y el techo será celeste con nubes.
--Estamos en lo nuestro mi niña. Nuestra casa. Nuestro refugio.
Nos mudamos de inmediato y aunque quedaba lejos de todo, no nos importó.
Era pequeña, sin pintura, pero a los ojos de ambas, era nuestro palacio.
Tenía trece años. Y mamá treinta y cinco.
Consiguió trabajo de inmediato. Ahora era puertas afuera. Trabajaba en tres casas los siete días de la semana.
Cumplió su palabra y en un año ya teníamos luz, el nylon fue reemplazado por vidrios.
Todo se cubrió de pequeños arbolitos, muchas plantas y flores. Ella se levantaba en cuanto amanecía y yo la imitaba. Tomábamos desayuno juntas, esos momentos eran mágicos para mí, conversar y reírnos. Que bellos recuerdos en dónde no sabía lo que era llorar. Mi niñez y juventud solamente fue felicidad.
Ahora ya era una señorita me decía ella. Y muy pronto tendría que decidir que estudiar.
En mi mente ya lo había decidido, tantas injusticias en la vida de mami me habían hecho decidir estudiar derecho. Cuántos sueldos impagos, cuántos accidentes domésticos que nunca cubrieron enfermedades que no se pudo cuidar, por qué no tenía derecho a vacaciones. Una caída limpiando vidrios de un segundo piso le provocó una pequeña cojera, que no le impedía ser quien era .
En mi mente idealista creía que yo podría sola contra un sistema acostumbrado a proteger al más fuerte.
Había comprado en la tienda varías cositas, quería preparar algo especial para celebrar mi decisión. Trabajaba apoyando a otras alumnas a mejorar y se me pagaba como tutora. Con mi dinero había comprado todo para nuestro cocktail.
Terminé de preparar todo, había aprendido de la maestra.
Sin embargo había algo que solo en mi madurez había comprendido, mamá tenía un halo de tristeza, cuando su sonrisa aparecía nunca ví la alegría en sus ojos, sabía que ella guardaba una pena en el corazón, sería a causa del hombre que era mi padre?
Nunca hablaba de su pasado, era como si su vida hubiera comenzado conmigo. No sabía de su pasado. A veces tenía miedo porque se habrían puertas dentro de mí, quería saber, necesitaba respuestas a tantas preguntas.
Sentí la campana de la puerta era ella que venía entrando, mi corazón se encogió de alegría, era mamá.
...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...
Siempre me pregunto como me decidí a escribir? Mi vida aunque no perfecta, siempre ha sido demasiado benevolente conmigo, crecí en un hermoso hogar, en dónde el dinero siempre faltó, pero el amor, los valores y el respeto me hicieron quien soy, una hija amada y con la mejor familia. Por lo mismo escribir jamás se pasó por mi mente.
En los últimos meses de mis viejitos, las noches eran largas y solitarias, y recordé historias antiguas de la familia y de mi trabajo, soy campesina y trabajo la tierra.
Dicen que tengo el Don de escuchar, y aquí estoy escribiendo sus vidas.
Historias de mujeres que compartieron partes de su vida conmigo. Historias tristes, descarnadas, historias de caídas y levantadas. De milagros de supersticiones y creencias religiosas.
Decidí escribir la historia de Rosario, así como antes lo hice con mis cuatro novelas anteriores basadas en las vidas de Rocío, Gabriela, Aylin y Marina.
Ésta historia ocurrio décadas atrás, ella es una persona con un aura especial. Rodeada de un círculo de personas con historias de vida tan fuertes. Que la hicieron quien es.
Cómo siempre les he contado mis protagonistas son mujeres verdaderas, normales, con virtudes y defectos, humanas y fieras.
Mis novelas no son de mujeres bellas o multimillonarios, son historias de vida, de personas que Dios ha puesto en mi camino.
Las lectoras y lectores que crean que en ésta novela encontrarán vidas fantásticas, de riquezas se equivocan. Mis novelas son de gente común y corriente.
¿Puede uno odiar o dejar de sentir lo que se amó con el alma?
Cuando se han escrito varias novelas siempre existen las comparaciones, personalmente no puedo elegir hasta el momento cuál me ha gustado más. Pero siento un miedo profundo de pensar que a ustedes no les gustará.
Solo pido que le den una oportunidad, me encanta que ustedes comenten, me maravilla esa conexión. Saber de que país me leen.
Es tiempo de escribir, las extrañaba y como siempre les pido comprensión, yo sé que no ha todos les gustan mis personajes, pero como siempre les comento mis historias son verdaderas y también hay mucha imaginación. Pero recuerden que las vidas no son cuentos de Hadas. Y las vidas perfectas no existen.
Espero no desilusionarlos,
Gracias,❤️
Carmen Zambrano Fernández...
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Comments
Patty Molina
gracias Carmen he leído tus historias y son maravillosas, se que está será igual o mejor /Grin/
2024-10-30
2
Auribeth
buen inicio
2024-09-10
1
Roxy Sanchez
gracias Carmen te he leído desde tu primera novela y siempre son hermosas, la que más me ha gustado ha sido los milagros de Marina, eres maravillosa escribiendo,soy de México
2024-08-27
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