Nicolle Harrington es una chica recatada y conservadora, sumisa y dócil, o al menos para los hombres de su familia, quienes la tienen en una burbuja, pero fuera de casa es la espía más joven, despiadada y preparada de su organización. Es novia de un coronel llamado Massimo Moretti hace dos años y su amor no puede ser más bonito y perfecto; claro, él solo conoce su parte dulce y tierna.
Una enemiga de su madre regresará para cobrarse con ella mediante una traición que la aleja de su familia tras su supuesta muerte en frente de todos ellos.
Nicolle queda sin memoria durante dos años, sintiéndose perdida, y es encerrada como un animal en un infierno con recuerdos falsos, hasta que conoce a su nuevo amor, un mafioso, Aaron Rizzoli, que la ama como realmente ella es y no ese personaje que supo interpretar.
Su dilema será cuando recupere la memoria y deba elegir a uno de ellos; qué hará la pequeña Nicolle: se quedará con el amor bonito de Alessandro o elegirá la adrenalina de Aaron.
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Infiltrada.
La hermosa familia regresó a casa; llevaron muchísimas maletas con mucha ropa; hasta el vestido de novia de Nicolle lo mandaron a diseñar en París.
Ella no podía con la emoción; pasó mucho tiempo con su amor, se escapaban de vez en cuando y tenían sus encuentros apasionados.
Al llegar a Italia seguían con sus encuentros; Lía la cubría para salir y ella aprovechaba para escaparse con su adorado novio.
—Amor… Niki… dónde estás —Massimo busca a su novia en su oficina. Le dijeron que lo había ido a visitar, pero no estaba por ningún lado.
—¿Ha visto a mi prometida? —le pregunta Massimo a uno de sus soldados.
—Sí, coronel, la vi hablando con Anabella… Massimo salió a buscar a su niña a dónde el soldado le había indicado.
Al llegar ve a la jovencita ofuscada y a Anabella también.
—Amor, ¿qué haces aquí? Pensé que esperarías en mi oficina —pregunta él y le intenta dar un beso, pero ella coloca la mejilla.
—No, amor, lo mejor será que me retire; iré a pasar el resto de la tarde en tu apartamento; después de todo me esperan hasta la tarde en casa —Massimo frunce el ceño y la observa.
—¿Qué ocurre?… Pregunta él.
—Al parecer soy mala influencia para ti, ya que por mi culpa te estás ausentando de tu trabajo, no te quito más tiempo, adiós Massimo —dijo y se giró, pero él la detuvo tomándola de un brazo.
—¿Tú dijiste eso, Anabella? —preguntó cortante.
—Es la verdad, Massimo —Nicolle colocó sus ojos en blanco y él no lo pasó desapercibido.
—Coronel Moretti, y te voy a agradecer que no te entrometas en mi vida personal; soy tu superior directo y no pienso tolerar agravios a mi prometida, lo entiende. Massimo es firme, tajante y duro.
—Sí, señor, con permiso, señor, disculpe, señorita —la joven se retira y el coronel abraza a su novia, le da un beso rápido y la saca del lugar.
—¿A dónde vas? Debes trabajar —dice aún molesta por la situación anterior.
—Mi bebé dulce acaba de alterarse por culpa de una insolente; debo contentarla y recordarle todo lo dulce que es —le sonríe y la sube a su auto; luego la lleva a su apartamento y la tarde para ellos comienza.
—Adelante, su majestad —dice sonriendo mientras abre la puerta de su habitación.
Nicolle entra aún un poco molesta; solo es pura manipulación.
La joven se sienta en el sofá y él enseguida le hace compañía; ella toma el control para colocar una película ignorándolo, pero Massimo la abraza.
—Ya, pequeño angelito, no quiero que estés así —la besa mientras ve cómo se va calmando un poco. Ya no lo aleja, ahora está más calmada.
—Veremos una película, pero primero iré por bocadillos para mi niña. El hombre se levanta después de besarla y su tarde es única. La película termina, y comienza una tarde de pasión y mucho amor. La recámara es testigo de su amor, su cariño y así es como Nicolle al fin le gana una a la odiosa de Anabella.
El tiempo después de ese día sigue transcurriendo, pero ya no están las intrigas de la amiga de Massimo. Cada vez que pueden se ven y se disfrutan.
El tiempo libre de Nicolle se agota y es hora de regresar; la joven necesita volver con su equipo y comenzar con la cacería de esos desgraciados.
—Dios, ya tan rápido debes irte, bebé —dice Nicholas y la abraza. La joven asiente y se va hacia los brazos de su abuelo; luego, Tomás, sus tíos y cada miembro de su familia.
—Mi bebé, cuídate mucho, sí —su madre la abraza y la besa.
—Madre, lo haré, sabes que puedo con todo —susurra solo para ellas dos.
—Te vamos a extrañar, hermanita —sus hermanos la abrazan y no la quieren soltar.
—Mi angelito, regresa rápido, sí, te amo, solo promete que será tu último viaje, sí —Massimo la besa sin miedo a las consecuencias; ella luego de sentir el apasionado beso queda jadeante y responde.
—Prometo que este será mi último viaje, amor, luego nos casaremos y después veremos qué pasa —dice y él la gira a pesar de los gritos de sus familiares.
Nicolle sale rumbo al comando y al entrar se cambia con su uniforme. Una vez está lista, se le acerca a su equipo.
—Ya se acabó el descanso, los necesito concentrados —dice firme mirándolos con su conocida y gélida mirada, esa que utiliza con ellos.
—Víbora y Camaleón vendrán conmigo, recuerden, somos jóvenes huérfanas y venimos de hogares de acogida de donde nos escapamos —comienza mientras todos fijan su atención en ella.
—Venimos de pandillas y estamos en busca de cualquier trabajo. Los muchachos se encargarán de los tatuajes y de cambiarnos totalmente el look —Nicole fija su mirada en los demás.
—Ustedes tres se infiltran como sicarios en los otros puntos. Luego de eso, se llevan al grupo a infiltrarse para cambiarles la imagen.
A Nicolle le hacen trenzas africanas y le colocan lentillas de color negro y listo. A otra le tiñen el cabello y le colocan también lentillas y a la última le cortan su cabello. A todas le hacen los tatuajes que solo se quitan con un líquido especial; se ven rudas y de calle.
—Coronel Sombra, ya le tenemos los expedientes listos y sus identificaciones; a dónde los busquen, aparecerán como lo dispuso —informa el encargado de la inteligencia y ella asiente.
—De acuerdo, nada puede salir mal; llegaré al fondo de esto. Nicolle sale directo a Rusia; un contacto las lleva con personas importantes, quienes están buscando personal; cada una llega por separado. El nombre de Nicolle es Aria; no tiene apellidos debido a que siempre vivió en hogares temporales.
Un hombre con la cara tatuada la recibe y ella lo observa, alto, ojos cafés, cabello castaño oscuro y robusto. Tiene una cicatriz en su cuello y otra en la mejilla derecha.
—Tú debes ser Aria, Marcos te recomendó; ven, hablemos un rato. El hombre entra a una oficina y ellos lo siguen; el sujeto tiene sus antecedentes en una carpeta.
—A ver… Aria, edad veinte años, no tuviste hogar, fuiste dos veces a la correccional y eres sicaria a sueldo —sonríe al terminar.
—¿Me investigó? —Se ofende.
—Por supuesto que sí, en este mundo no se confía en nadie, es un consejo que espero que tomes como regla de fuego —el sujeto la mira luego de esas palabras que le dijo.
—Necesito personal y me agradas, estás contratada.