A veces, la vida nos juega una mala pasada. Nos hace probar el dulce néctar del amor, para luego arrebatárnoslo como si fuera una burla. Ésta historia le pertenece a ellos, aquéllas dos almas condenadas a amarse eternamente, Ace e Isabella.
—¿Seguirás amándome en la mañana?.
—Toda la vida, mi amor...
NovelToon tiene autorización de Nix Agriche para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 14
...Isabella....
Creo que nunca lo he dicho pero, para mí, Ace Darrell es como un rayo de sol en mí vida.
Su presencia se siente como un alivio para mí alma.
Cuándo lo perdí por primera vez, mí corazón se rompió, creí que nunca volvería a ser feliz. Y, ya sea gracias a Dios, Lucifer o el destino, el reloj del tiempo llegó a mis manos y así, pude volver a reencontrarme con el amor de mí vida.
Volví a ser feliz.
Al mirar los ojos color miel de Ace, la paz inunda mí ser.
Al sentir su tacto sobre mí piel, creo que podría explotar de amor.
Ace es el único que me hace sentir así.
Tanto en la primera línea temporal y, en ésta nueva realidad el resultado es el mismo.
Mí amor por Ace nunca se desvanece.
Nuestras salidas comenzaron en un café acogedor y, nuestro romance comenzó en la playa, bajo la luz de la luna.
Lugar donde Ace me pidió que fuera su novia.
Lugar donde compartimos nuestro primer beso.
El mismo lugar, dónde en nuestra primer línea temporal, él me propuso matrimonio.
Al mirar hacia atrás, me es imposible no querer llorar.
Miro a Ace, y todo lo que puedo recordar es nuestra primer vida.
La vida que nos perteneció.
La vida donde estuvimos casados.
Estar con él es vivir cruelmente en los recuerdos, los flashbacks eternos y, los dèjá vu constantes.
Pero, ¿Qué importa? Mí Ace está a salvo, está conmigo y, como la primera vez, me ama.
Viviré éste cuento miles de veces.
Repetiré la historia una y otra vez si eso me permite tener a mí esposo a mí lado.
Cuándo nos casamos en nuestra primer línea temporal, le prometí a Ace en el altar, ante el cura, ante Dios y en frente de todos los invitados, que iba a estar a su lado siempre. En la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, prometí estar a su lado en las adversidades no importa cuan difícil sea.
Entonces, aquí estoy.
Ante ésta adversidad, aún estoy de pie.
Estoy cumpliendo mí promesa.
La promesa que le hice al hombre que amo.
Pasaron tres años desde que Ace y yo comenzamos a salir en éste nuevo tiempo.
Tres años de aventuras maravillosas, llantos, metas logradas...
Pero, lo más importante, es que estábamos juntos.
El año pasado, Ace y yo decidimos mudarnos juntos.
Él tuvo unos problemas con sus padres y, se fue de su casa.
Lo recibí en la mía, y ya no pudimos estar separados.
Désde entonces he estado completa.
Despertar, ver a mí amado, acurrucarme en sus brazos.
Hacerle el desayuno, almuerzo, cena.
Tener citas, ver películas y series interminables en la sala, sólo nosotros dos, abrazándonos como si nuestra vida dependiera de ello.
No necesitábamos nada más.
Tanto él, como yo, estábamos completos el uno con el otro.
Cómo un rompecabezas que finalmente se unió.
Sólo Ace y yo, así éramos felices.
Eso es lo que pensaba.
Hasta que una mañana comencé a sentir náuseas.
Creí que no era importante porque, cualquiera puede sentirse descompuesto y tener náuseas.
Pero, los días comenzaron a pasar y mis náuseas empeoraron.
Ya no podía sentir el aroma a la comida porque corría al baño a vomitar.
Mí amado estaba preocupado.
Me atrevo a decir que se sentía más preocupado que yo.
—Isabella... Por favor, déjame llevarte al médico. –Suplicó, tomando mí mano entre las suyas–.
Evité su mirada, enfocándome en cualquier parte menos en él.
—No quiero ir... –Murmuré, aún sin mirarlo–.
Mí Ace tomó mí barbilla entre sus dedos, con suavidad, obligándome a mirarlo.
Podía ver la preocupación, el temor, la angustia en su mirada.
Verlo así, me rompió el corazón.
Mí egoísmo estaba lastimando al hombre que amaba.
—Preciosa... Por favor, dime... ¿Por qué no quieres ir al doctor? –Soltó en un susurro–.
No pude soportarlo más y, mis lágrimas comenzaron a caer.
Ace jadeó sorprendido y, por reflejo, rápidamente me abrazó.
—¿Qué ocurre, Isabella? –Preguntó, su voz estaba repleta de pánico pero, me negué a responder–. ¡Isabella! –Insistió pero, una vez más, guardé silencio–.
Estaba oculta en su pecho, así que no podía verlo.
Es por eso que no noté cuando los preciosos ojos color miel de Ace, se llenaron de lágrimas.
—Vas... ¿Vas a romper conmigo, verdad? –Verbalizó, con voz temblorosa, mientras las lágrimas recorrían su rostro–.
Rápidamente lo observé y, pude sentir como me encogía al ver el estado de mí amado.
Rápidamente lo abracé, besando sus lágrimas una y otra vez.
—No... –Susurré–. No voy a romper contigo, mí amor... Nunca haré algo tan estúpido... –Sollocé, apoyando mí frente sobre la de él–.
—Entonces, ¿Qué es? –Sus ojos repletos de lágrimas buscaron los míos–. ¿Por qué no quieres ir al doctor? ¿Por qué no me dices lo que te ocurre? –Tomó mí rostro en sus manos–. No soy adivino, Isabella, si algo está mal debés comunicármelo para poder trabajar en ello. ¡No puedo hacer nada cuando lloras y te quedas en silencio, me haces pensar lo peor! –Declaró con frustración–.
Sólo pude llorar.
Lo peor es que no pude refutar, porque sabía que tenía razón.
—Isabella... –Me abrazó con fuerza–. Somos un equipo, mí amor... Si tú estás bien, yo estoy bien. Si tú estás mal, yo estoy mal. Y si no me dices lo que te molesta, no podré solucionarlo... ¿Entiendes? –Comunicó sus pensamientos mientras acariciaba mí cabello–.
Finalmente me calmé y asentí.
Ace secó suavemente mis lágrimas y, cuándo estuve lista, hablé.
—Es sólo que... –Guardé silencio, armándome de valor–. Todo ha sido tan perfecto hasta ahora. Tú, yo, nosotros... –Sollocé–. Y tengo tanto miedo de arruinarlo con lo que voy a decirte. –Pude ver cómo su cuerpo se tensó con anticipación y, en respuesta, mis lágrimas comenzaron a caer de nuevo–.
—Continúa, Isabella, ¿Qué vas a decirme? –Indagó con seriedad–.
Respiré hondo.
Podía sentir mí cuerpo entero temblar.
Tenía tanto miedo de lo que pudiera pasar.
De cómo fuera a reaccionar.
Pero, ya no había vuelta atrás.
—Ace... –Mis ojos llorosos se posaron en los suyos–. Estoy embarazada. –Anuncié–.
cuándo escribes la segunda temporada,?😘
gracias
👏✨💖✍💖✨👏
Me encantó la resurrección final de ambos siendo felices.
¡Felicitaciones, estimada escritora!
👏✨💖✍💖✨👏
Llegué a pensar que, más allá del reloj y su magia gitana, Isabella era la anatema de Ace y por eso no tenían si 'felices por siempre'..