Él necesitaba con urgencia una solución inmediata a su problema, ella estaba en el lugar y momento justos.
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Sorprendida al pasar...
Luego de explicarle a la muchacha y a su madre como se llevaría a cabo el tratamiento, anunciándoles que Ana debería permanecer en el hospital al menos por un mes, para luego si se hallaba mejoría poder realizar un tratamiento ambulatorio, el doctor Martinez le pidió a la muchacha salir con él de la habitación.
-Mía, necesito que salgas un momento conmigo para firmar la permanencia de tu madre en el hospital- le dijo él galeno y abrió la puerta para salir.
-Por supuesto, doctor- replicó ella y salió de la habitación con el médico y cerrrando la puerta detrás de ella- ¿Qué necesitas que firme?
- Solo necesito tu firma aquí, confirmando que estás de acuerdo con que tu madre continúe su tratamiento aquí- le explicó él
-Hecho.- dijo ella luego de firmar- ¿Y cuál será el costo del tratamiento?
- Desafortunadamente, el costo será bastante alto debido a la complejidad del caso de tu madre y los procedimientos necesarios- le dijo él galeno con un dejó de inquietud.
Mía sintió un escalofrío recorrer su cuerpo mientras las palabras del médico resonaban en su mente. La preocupación y el miedo la inundaron.
-¿Cuánto doctor?- preguntó la joven.
-Quince mil - respondió el galeno.
-¿Tan alto? - preguntó ella con un nudo en su garganta- No sé cómo vamos a pagar eso.
-Entiendo que esto puede ser abrumador, pero haremos todo lo posible para ayudarte a través de este proceso- le dijo él doctor comprendiendo la situación difícil de la muchacha y su madre- Para poder empezar con el tratamiento lo antes posible, puedes firmar unos pagarés, los cuales deberán estar saldados en su totalidad al finalizar el tratamiento- explicó el galeno, Mía sintió cierto alivio al oír eso, ya que al menos así se aseguraba que su madre recibiría atención de manera inmediata y mientras tanto ella buscaría la manera de conseguir el dinero.
-Por favor, haga lo que sea necesario para el tratamiento de mi madre. Yo me encargaré de conseguir el dinero.- dijo la muchacha con resignación, su madre era la única persona que le quedaba y ella haría lo que fuera para no perderla.
El médico asintió con comprensión, reconociendo el peso de la situación sobre los hombros de Mía, luego la acompañó al área de tesorería del hospital para que firmara los pagarés, mientras lo hacía, la muchacha pensaba en las posibles maneras de conseguir el dinero.
Luego de comprometerse a pagar la suma que le solicitaban, la joven regresó a la habitación de Ana, la vio dormirse, y finalmente, salió del hospital, se metió en un café que se hallaba en la esquina del hospital, pidió un latte, y comenzó a pensar cómo conseguir el dinero. Pensó en pedir un préstamo en el trabajo, luego recordó que no llevaba trabajando en el lugar el tiempo suficiente como para poder pedirlo.
-Si tan solo, Xavier pudiera ayudarme- pensó en voz alta-¡Eso es, Xavier!- dijo con una media sonrisa, sopesando que su exnovio podría ser quien le trajera la solución a su problema.
Sin pensarlo dos veces, la joven llamó Xavier, al principio este se negó a atenderla, pero luego de que ella insistiera por un largo periodo de tiempo, el exprometido de Mía aceptó la llamada.
-Necesito que me devuelvas el dinero que te presté- le dijo la joven apenas oyó la voz de Xavier, desde el otro lado de la línea.
-¿Qué? ¿De qué estás hablando?- preguntó Xavier
-Eso, que así como tú me pediste que te regresara el anillo de compromiso, yo quiero que me devuelvas el dinero que te presté- confirmó la joven con seguridad, ya que si bien Xavier le debía la mitad de lo que ella necesitaba, esa suma al menos serviría para achicar la deuda.
-¡Yo no voy a devolverte nada!- espetó con enojo el muchacho- ¿Y sabes que? Mejor no vuelvas a llamar.
Y tras decir esto último, el silencio en la línea fue absoluto, Mía se sintió desolada, esa era la única manera en la que podía conseguir parte del dinero y ahora el infeliz de Xavier no se lo quería devolver. Llena de angustia la muchacha llevó las manos a la cabeza y un llanto silencioso e impotente la invadió.
A pocos metros del bar donde se hallaba Mía...
-¡Hola, Matt querido!- dijo la abuela del joven saludandolo con alegría- ¿Cuál es la sorpresa que me tienes preparada?
- ¡Hola, abuela!- saludó Matt con una sonrisa en su rostro- Bueno, la sorpresa es que quiero presentarte a alguien muy especial.
- ¿Quién es esa persona tan especial?- indagó la anciana con curiosidad.
- Es mi prometida, abuela.- respondió el joven- en unos minutos estará aquí.
-¿De verdad?- preguntó la mujer con emoción en su mirada, Matt hizo un gesto afirmativo- ¡Es maravilloso, hijo! Jamás esperé que me dieras una noticia tan buena-La abuela del joven se iluminó aún más ante la noticia- Estoy tan feliz por ti, querido.
Matt recibió las palabras de su abuela con gratitud, pero en su interior, la incertidumbre sobre el plan de Jack aún persistía, aunque aún faltaban unos minutos para que su supuesta prometida llegara.
Mientras esperaban, Matt y su abuela comenzaron una charla amena, como siempre solían tener, el muchacho le contó acerca de la visita de su madre.
-¿De verdad?- preguntó la anciana.
-Si, abuela- respondió él- llevó a una mujer para que me comprometiera con ella.
-¡Tú madre si que está mal de la cabeza!- exclamó la mujer-¿Y qué hiciste?
-Las corrí a ambas de la oficina y le prohibí a mi madre que regresara por alli- explicó Matt.
-Me parece muy bien que hayas hecho eso- comentó su abuela- No se que le pasó a esa mujer, luego de que tu padre se fuera, ella simplemente cambió.
Mientras Matt y su abuela se enfrascaban en una charla, recordando cuando el padre del joven aún estaba vivo....
Desilusionada, Mía, aún sentada en la mesa del café, se secaba las lágrimas con determinación y tomaba una decisión. Sacando su cartera, buscó el dinero necesario para pagar la cuenta y dejar un generoso extra como propina. Con paso firme, se levantó de la mesa y caminó hacia la salida del café. Sin mirar atrás, cruzó la puerta adentrándose en la calle, dejando atrás la amargura y la decepción que la habían invadido en ese lugar. A medida que se alejaba, el aire fresco de la calle parecía limpiar su mente y renovar su espíritu, dándole la fuerza para enfrentar lo que sea que el destino tuviera preparado para ella.
En la confitería...
- Matt, ¿de verdad tu prometida va a llegar? - preguntaba la abuela del joven con tono decepcionado- Ya han pasado treinta minutos y no la veo por ningún lado.
- Sí, abuela- respondió él con nerviosismo- estoy seguro de que llegará pronto. Tal vez solo está teniendo problemas para encontrar el lugar.
-Bueno, esperaré un poco más entonces.- sugirió la anciana.
-Abuela, lo siento mucho por esto.- se disculpó Matt- Voy a hacer una llamada rápida para asegurarme de que todo esté bien.
(Matt se alejó y marco el número de Jack)
-¿Hola?- contestó Jack de inmediato.
-¡Jack!, ¿dónde está la chica que me prometiste?- exclamó el joven con prisa.
-Lo siento, Matt, pero ella no va a llegar- respondió su amigo con aflicción en si voz.
-¿Qué quieres decir con que no va a llegar?- le increpó el joven.
-Alguien le ofreció más dinero del que le ofrecí por salir contigo- dijo Jack apenado- Lo siento, amigo.
-¿Qué? ¡No puedo creerlo!- espetó Matt incrédulo de lo que estaba ocurriendo. Luego finalizó la llamada.
Consternado y preocupado, al no saber como va a enfrentar la situación, Matt regresó a la mesa con su abuela, sintiéndose frustrado y decepcionado.
- Abuela, lamento mucho lo que ha pasado. Parece que no podré presentarte a mi prometida hoy, se excusó-. ¿Qué te parece si nos vamos y luego te llevo a casa para que la conozcas?
-Está bien, Matt- respondió a regañadientes la anciana, bastante decepcionada- Pero espero que puedas arreglar esto pronto. Él hizo un gesto de afirmación y luego Matt y su abuela se levantaron de la mesa para dirigirse hacia la salida de la confitería.
Justo cuando estaban por salir, Matt notó la tristeza en el rostro de la mujer a la cual amaba más que a su madre. Entonces observó a una joven caminando hacia ellos, la muchacha parecía distraída, así que sin pensarlo el joven caminó hacia la muchacha, le tomó una mano y el dijo...
- ¡Qué bueno que pudiste llegar, amor! Pensé que ya no vendrías- Mía lo miró desconcertada y confundida
pobre mía, se quedo frustrada jajajaja 🤣