"UNA MADRE DESESPERADA, UN SALVADOR AMENAZANTE
¿Qué límites cruzarías por salvar a tu hijo?
Adelaida, una madre desesperada, hará cualquier cosa para proteger a su hijo, incluso si significa sacrificar su orgullo.
Pero cuando Kento, un misterioso y poderoso hombre, se convierte en su única esperanza, Adelaida se encuentra atrapada en una red de rencor y pasión.
Kento, su redentor y verdugo, no sabe que Adelaida es la clave para desentrañar su propio pasado.
¿Podrá Adelaida salvar a su hijo y descubrir la verdad detrás del enigmático Kento?
Descubre esta historia de amor, venganza y redención."
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ℂapítulo Dieciocho
François se le metió hasta por los ojos a Madeleine, debía conquistarla como fuera, ella era el reemplazo perfecto para Adelaida. No podía creer en su buena suerte cuando un día la vio en compañía de Kento y supo que ella sí era la indicada para su familia, pues su apellido sí era de alcurnia. Su papá, Lucio Gibrault, era un reconocido banquero. Así acallaría las habladurías de la sociedad, donde los chismes lo relacionaban con una mujer sin estrato, una actriz de poca monta.
Menos mal que él hizo borrar con la ayuda de un hacker todo registro de su matrimonio, nadie sabrá que estuvo casado con Adelaida. Hasta esa información le negó a Madeleine descaradamente en el momento de su conquista, omitiendo qué estaba casado y tenía un niño enfermo.
Luego, Madeleine pensando que debía casarse y que no le pasara lo de Kento, se embarazó de François queriendo atrapar a este pez gordo, y callar a la familia Kimura con la amenaza que le hizo el abuelo.
Cuando tenía seis meses de embarazo, se casó con François, pero no contaba con que su recién esposo fallecería esa misma semana, dejándola viuda y embarazada. Y aunque le dejó en herencia a ella y a su bebé nonato la mayoría de sus bienes, estos no se comparaban a las posesiones que tiene Kento.
Se sorprendió sobremanera cuando en el velorio de François se enteró de que estuvo casado, y eso no es todo, la exesposa se parece a ella. ¿Será su hermana, la hija que tuvo su mamá a los 16 años de un hombre casado? Pensaba Madeleine.
Si tan solo hubiera hablado con Kento de las amenazas de su abuelo, estaba segura de que él hubiera tomado cartas en el asunto y posiblemente en este momento ya estarían casados. Pero no puede ya llorar sobre la leche derramada, esto es lo que logró obtener y ahora solo espera a que nazca su bebé, que tratará de querer. Es triste que aún no logre despertar su instinto materno, pues lo concibió por un fin, pero sin amor.
Luego de pasarse de tragos, Kento, fue llevado por su amigo a la mansión Kimura. Ya este le había avisado a Adelaida qué iba con el borracho, cuando ella abrió la puerta a Kento se le iluminaron los ojos al verla tan hermosa como siempre.
—Hola, mi amor. Mi hermosa Eloísa. No me vayas a decir nada, estaba ahogando mis penas en licor con mi gran amigo. Me dijo idiota, inmaduro, bruto, me pegó, pero así lo quiero. Mira, te lo presento. Leroy, no la toques, ella es mía y nadie me la puede tocar, ni siquiera mirar. Mataría al que lo haga, yo la… —Adelaida lo interrumpe, no quisiera que en medio de esa verborrea originada por el alcohol dijera algo que la ilusionara y después, en sano juicio, él lo negara.
—Kento, ven, vamos a la habitación para que duermas. Gracias por presentarme a tu amigo, pero ya lo conozco. En la gala me lo presentaste, no te acuerdas —Kento asintió con una hermosa sonrisa. Era verdad, ellos ya se conocían.
Leroy le ayudó a Adelaida a subir a Kento las escaleras y lo ubicó en la cama, despidiéndose de Adelaida, quien le agradeció por haber llevado sano y salvo a Kento hasta la mansión.
Cuando Adelaida llegó de nuevo hasta la habitación, le quitó como pudo la ropa y le puso la pijama para que durmiera más cómodo. Kento, en medio de su borrachera, le decía:
—Ven, mi hermosa Eloísa. ¿Sabes? Desde que te vi me enamoré de ti y yo, como un idiota, pensé que te había encontrado tiempo después y solo encontré a tu copia barata. Pero haciendo honor a lo idiota que soy, me enamoré de ella, o eso pensé. Por otra parte, ella es tan distinta a ti. Ella me traicionó y se fue con el idiota de François Pinault. ¿Lo conoces, tú viviste en su mansión? ¿Qué hacías viviendo allí? Dime, Adelaida, ¿por qué viviste en la mansión Pinault? —Kento hablaba sin parar.
—Porque François era mi esposo, y el padre de Francis. Él se divorció de mí para casarse con la tal Madeleine. —Adelaida confesó y Kento quedó de piedra, sintió que la borrachera que tenía se le había ido a los pies. No fue capaz de formular palabras. ¿Entonces ella sabía de Madeleine y su parecido? ¿Sospecharía que él la quería hacer pasar por ella, por la mujer por la que la cambió su esposo?
Sintió pena por Adelaida, esa mujer que ha sufrido mucho en su vida y él quiere añadirle más dolor y sufrimiento. No se lo merece, no merece nada de lo que le está pasando y que su niño que ella ama con todo su corazón también sufra con esa enfermedad heredada por su maldito padre. Él que criticaba tanto a François y él estaba siendo igual de miserable que él.
—Mañana haremos los trámites para viajar en unos dos meses al Japón. Ya Francis está mejorando y el médico dio el aval para el viaje. —Fue lo único que habló, pues se quedó dormido.
Al día siguiente, tal y como lo dijo, iniciaron los trámites del viaje. Pasaportes, tiquetes, permisos médicos, compras, etc. Ya en la tarde, Kento envió a Adelaida, Josefina y a Francis a la mansión con Elías y él se fue a la empresa donde Desiderio ya le había avisado que el detective ya entregó el informe final de Adelaida DuPont.
Al llegar y tener el informe en sus manos, dudo en abrirlo, pues ya confiaba en Adelaida. Ella le confiaba sin segundas intensiones su pasado.
Por lo que lo dejó guardado bajo llave en su escritorio. No iba a desconfiar más de Adelaida. Ya sabía lo que tenía que saber de ella.
Jamás volvió a tratar mal a Adelaida, le compró un ejemplar de Cartas de Abelardo y Eloísa. Todas las noches Adelaida le leía un capítulo a Kento después de hacer el amor. Ella era tan distinta a Madeleine. ¿Por qué no la busco más? ¿Por qué no investigó esa vez cómo la investigó ahora? ¿Por qué fue tan estúpido? Miles de por qué llenaban su mente.
—Mi hermosa Eloísa, ¿alguna vez ejerciste tu profesión de literatura? —preguntó Kento —. Si la estudiaste es porque te gusta.
—No, cuando la terminé de estudiar me casé y François lo que hizo fue encerrarme en una jaula de oro.
—Y te gustaría ejercerla, yo te puedo ayudar. Cuando acabe el contrato, lo vas a necesitar. —Eso le dolió escuchar a Adelaida, pero más le dolió a Kento decirlo. Pero era lo que debía hacer, se repetía él, aunque no se lo creía.
—Me gustaría publicar un libro, ya tengo varios capítulos escritos. —Kento que la miró con ternura, pensó «esa mujer vale mucho». Lástima que él no se iba a quedar con ella.
—Yo te lo publico, cuando puedas me muestras lo que llevas escrito y te puedo ayudar con la edición.
baya sorpresa que se llama al ve esa barriguita