Álvaro, creyente en la reencarnación, se encuentra atrapado en el cuerpo de Felipe, un ladrón muerto en un tiroteo. Con una nueva identidad, pero con la misma mente astuta y sedienta de justicia, decide vengarse de Catalina y de su amante. Usando sus habilidades empresariales y su inteligencia, se infiltra en su propia casa, ahora ocupada por otros, y empieza a mover las piezas de un plan de venganza que se va tornando cada vez más complejo.
Entre situaciones cómicas y tensiones dramáticas, la novela explora temas de identidad, amor, traición y justicia, mientras Álvaro navega en un mundo que no le pertenece, pero que está dispuesto a dominar. La lucha interna entre el alma de Álvaro y el cuerpo de Felipe crea un conflicto fascinante, mientras él busca vengarse de aquellos que lo destruyeron.
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La revelación de Felipe
La celda era pequeña, apenas iluminada por la luz intermitente de un viejo tubo fluorescente en el pasillo. Álvaro estaba sentado en el borde del camastro, con las manos entrelazadas y la mirada fija en el suelo. Pero esta vez, algo era diferente. Una presencia familiar, casi tangible, se alzaba en la penumbra.
—¿Por qué ahora? —murmuró Álvaro, sin levantar la vista.
Una risa ronca resonó en la habitación, aunque nadie más estaba allí.
—¿Por qué no? Siempre he estado aquí, Álvaro. Solo decidiste ignorarme —respondió Felipe, su voz tan clara como si estuviera sentado frente a él.
Álvaro levantó la cabeza, mirando al vacío. Pero no era vacío. Allí estaba él, un reflejo de sí mismo, pero con los ojos cargados de una malicia que le resultaba profundamente perturbadora.
—No eres real —dijo Álvaro en un susurro, negando con la cabeza.
—¿No? Entonces, ¿por qué escuchas mi voz? ¿Por qué sientes mi presencia cada vez que cierras los ojos? —replicó Felipe, inclinándose hacia él—. Soy tan real como tú.
Un Pasado Oscuro
De repente, las imágenes comenzaron a fluir en la mente de Álvaro. Escenas de una vida que no era completamente suya: un niño creciendo en un barrio pobre, robando para sobrevivir, y, finalmente, un joven decidido a tomar el control de su destino a cualquier costo.
—Esto no es mío... Esto es tuyo —susurró Álvaro, llevándose las manos a la cabeza.
—Nuestro —corrigió Felipe, con una sonrisa torcida—. Me negaste por mucho tiempo, pero soy parte de ti. Soy el resultado de todas las decisiones que tomaste para llegar aquí.
Álvaro cerró los ojos, tratando de bloquear las imágenes, pero era inútil. Se vio a sí mismo—o a Felipe—rompiendo corazones, manipulando a personas, y finalmente cayendo en la desesperación.
—Eras un monstruo —dijo Álvaro, mirando al reflejo con desprecio.
Felipe soltó una carcajada.
—Y tú no eres diferente. ¿O acaso crees que tu búsqueda de venganza no tiene manchas? Mira lo que hiciste: jugaste con Catalina, manipulaste a Mauricio, y, al final, ¿qué lograste?
—Logré justicia.
—¿Justicia? No, Álvaro. Lograste que tus demonios fueran los amos de tu vida.
El Enfrentamiento Interno
Álvaro se puso de pie, enfrentándose al reflejo como si pudiera tocarlo.
—Si eres parte de mí, entonces también puedo destruirte.
—¿Destruirme? —Felipe dio un paso hacia él, sonriendo con desdén—. Eso sería destruirte a ti mismo. Pero adelante, inténtalo.
Álvaro respiró hondo, cerrando los ojos. En su mente, comenzó a deshacerse de los recuerdos oscuros, uno por uno. Visualizó una vida en la que no había espacio para Felipe, solo para un hombre nuevo, reconstruido.
Felipe comenzó a desvanecerse, pero no sin antes lanzar una última advertencia.
—Puedes intentar borrarme, pero siempre estaré aquí. Porque sin mí, no eres nada.
Cuando Álvaro abrió los ojos, estaba solo en la celda. Pero las palabras de Felipe seguían resonando en su mente.
Una Revelación Dolorosa
Horas después, la puerta de la celda se abrió, y un oficial lo llamó.
—Tienes una visita.
Álvaro fue escoltado hasta una pequeña sala donde Catalina lo esperaba, su rostro una mezcla de rabia y confusión.
—¿Por qué hiciste esto? —preguntó ella en cuanto lo vio, rompiendo el silencio.
Álvaro se sentó frente a ella, mirando sus ojos, esos que alguna vez amó y odió con la misma intensidad.
—Porque necesitaba cerrar el círculo —respondió con voz firme—. Pero ahora entiendo que la venganza no me liberó.
Catalina lo estudió por un momento, buscando algún rastro del hombre que creyó conocer.
—Entonces, ¿qué es lo que quieres ahora?
Álvaro bajó la mirada, como si buscara la respuesta en las grietas de la mesa que los separaba.
—Quiero encontrarme a mí mismo.
Catalina soltó una risa amarga.
—Es tarde para eso, Álvaro. Lo que has hecho nos destruyó a todos.
—Tal vez, pero no puedo seguir cargando con Felipe.
—¿Felipe? —repitió Catalina, confundida.
Álvaro la miró directamente, sus ojos cargados de una intensidad que la dejó sin palabras.
—Tú nunca conociste al verdadero Álvaro. Lo que viste fue Felipe, el ladrón, el manipulador. Pero estoy decidido a cambiar eso.
—¿Y crees que cambiar borrará todo el daño que causaste? —preguntó ella, su voz temblando.
—No, pero es un comienzo.
Un Nuevo Camino
Esa noche, de regreso en su celda, Álvaro hizo algo que no había hecho en años: rezó. No por perdón, sino por fuerza. Sabía que la batalla apenas comenzaba, pero estaba dispuesto a enfrentarla.
Felipe no apareció más esa noche, pero Álvaro podía sentir su presencia, acechando en las sombras, esperando el momento para tomar el control.
El camino hacia la redención sería largo, pero por primera vez en mucho tiempo, Álvaro sintió que tenía una oportunidad real de ser algo más que el reflejo de sus errores.
CONTINUARÁ...