Un CEO Para La Villana

OLIVER JHONSON:

Me bajo de mi lujoso auto para entrar a la empresa y con el primer rostro que me encuentro es con el de David.

—Ya me amargaste el día con tu rostro David.

Le digo sin mostrar mi desagrado y este solo hace una mueca mirándome mal.

—¿Cuándo llegarán tu jefe y mi prometida?

Pregunta de mala gana y yo me encojo de hombros siguiendo mi camino de manera desinteresada.

—¡Te estoy hablando!

Dice enojado.

—Y yo te estoy ignorando.

Le respondo entrecerrando los ojos y este vuelve a interponerse en mi camino.

—David... No tengo la misma paciencia que Alexandro, así que te exijo que te muevas de mi camino a menos que quieras salir como la otra vez.

El hombre frunce el ceño y toma una larga respiración.

—Mi prometida no coge el teléfono y Alexandro tampoco ¿Sabes cuándo llegan?

—Asi me gusta que me hablen ¿Cuánto te costaba?

Le sonrío mostrando todos mis dientes y me acerco a él.

—Aunque lo hubiera sabido, nunca te lo diría... No pierdas el tiempo conmigo.

Es lo último que digo antes de pasar por su lado y chocar fuertemente su hombro contra el mío.

—¿Te gustaba verdad?

Me detengo y lo miro por encima del hombro.

—No se de que hablas.

Murmuro para luego seguir caminando, pero el muy idiota vuelve a hablar.

—Hablo de Laura, sé que te gustaba, lastima que nunca te miró porque no vales nada.

Tomo una bocanada de aire, y antes de que el muy imbécil analice mi puño impacta fuertemente con su estúpido rostro y este cae el suelo.

—Mmm, que liberador se sintió.

Digo mientras me sacudo la mano y lo miro desde arriba con una sonrisa.

—Laura y yo fuimos amigos, nunca me gustó porque la veía como una hermanita... Claro, antes de saber que me estaba utilizando para estar con Alexandro.

Hago una mueca al recordar el pasado, pero me mantengo firme.

—No vuelvas a interponerte en mi camino, a menos que quieras volver a ser golpeado.

Me doy la media vuelta y continúo con mi camino hasta entrar a la empresa.

—David Moretti no tiene permitido entrar a esta empresa.

Le digo a los guardias y estos asienten.

—Si señor.

Continúo con mi camino y cuando estoy en el ascensor mi celular suena y miro el número de Alexandro.

—Buenos días, ya iba a llamarte.

Le digo con entusiasmo.

—Mmm, prepara todo, hoy estaremos allá.

—Como ordene jefe, por cierto, David estaba aquí preguntando por su prometida.

Se hace unos segundos de silencio hasta que vuelvo a escuchar su voz.

—Ya veo... Le diste su merecido ¿Cierto?

—Por supuesto que sí, por cierto ¿Por qué vuelven tan pronto?

Pregunto saliendo del ascensor.

—Voy a ser papá Oliver.

—¿Qué? ¿Cómo que serás papá? ¿Alexandro?

Miro el celular y veo que el muy imbécil ha cortado la llamada.

—¿Será papá? ¿Está bromeando?

Me pregunto, pero todo pensamiento se esfuma cuando veo a mi bella secretaria que me mira fijamente.

—Buenos días hermosa ¿Cómo estás?

EMMA:

Observo el inmenso avión y suspiro mirando al hombre junto a mí.

—¿Es necesario subir esa cosa? ¿No hay otra alternativa?

—No hay otra alternativa.

Dice este tomando una de mis manos y me guía dentro del avión.

—No estés nerviosa, yo estoy contigo ¿De acuerdo?

—Ajá.

Murmuro y él solo me mira con media sonrisa.

Tomamos asiento en el avión privado y una chica muy amable se acerca a nosotros.

—¿Desean algo para tomar?

—Una soda para mí ¿Qué quieres tomar?

Me pregunta Alexandro dirigiéndose a mí y yo niego.

—Nada por ahora.

Susurro y este asiente.

La chica se marcha y Alexandro toma entre las suyas y me da un dulce beso haciendo que mi rostro se vuelva rojo.

—Eres tan hermosa.

Susurra con la voz baja y yo muerdo mis labios con una sonrisa.

—Lo sé, sé que soy muy hermosa.

El hombre comienza a reírse y vuelve a darle un corto beso a mis manos.

—Tienes el ego muy alto ¿eh?

—Solo un poquito...

—Abrocharse los cinturones...

Comienzo a escuchar esa voz y mi corazón comienza a latir con velocidad.

—Mirame Emma, mírame.

Dice Alexandro y lo miro.

— Bien... Ahora respira conmigo... Inhala, exhala.

Hace el ejercicio conmigo unas cuantas veces mientras el avión se mueve hasta que logra estabilizarse.

— ¿Estás mejor?

—Si, gracias Alexandro.

—No es nada, haría todo por la madre de mi hijo a hija.

Dice con una sonrisa y yo bajo la mirada por unos segundos para luego mirarlo.

—¿Cómo te sientes al saber que serás padre? Digamos que no lo concebimos de la mejor manera.

Susurro sin dejar de mirarlo y él acaricia mi mejilla.

—No voy a negar que al principio estaba asustado... Pero ahora me siento feliz... Saber que un pedazo de ambos crece en tu vientre... Es una emoción inexplicable.

Él mira mi vientre y siento como una lágrima rueda por mi mejilla haciendo que frunza el ceño.

—Que lindas palabras...

Susurro y siento mi voz algo quebrada, de pronto de la nada me dan unas inmensas ganas de llorar que no puedo detener.

—Perdón... No sé que me pasa...

Y los sollozos comienzan sin querer terminar.

—¿Dije algo mal? ¿Te hice sentir mal? ¿Te duele algo?

Niego a todas las preguntas y la verdad solo quiero que me abracen, pero no sé lo voy a decir... Hay no que vergüenza.

Tiempo después logro calmarme y Alexandro me mira por largos segundos.

—No me mires así, creo que debe de ser las hermanas del embarazo... Estoy como sensible, no sé, es un sentimiento bastante extraño.

—¿Sensible? ¿A qué te refieres con sensible?

—No sé... Es como si quisiera que me abracen y me den cariño... Algo así, es bastante extraño.

—Mmm, entiendo, entonces con más razón debes de vivir conmigo, yo puedo darte todo el cariño que necesites cada vez que te pongas sensible.

Lo miro y sonrío.

—¿Es tu manera de convencerme?

—¿No lo estoy logrando?

—Suena tentador, pero hace falta más.

—Mmm, ¿Es una invitación?

—Puede ser, depende de cómo lo veas.

Mi voz cambia a una más sensual y la verdad nunca he puesto la voz así.

Su sonrisa hace que mi corazón se acelera y sin esperarlo se acerca a mi rostro y me planta un delicioso beso que jamás voy a olvidar.