**Saga Vannecelli**
Sandra es una joven encantadora y divertida, apasionada por las carreras ilegales de motocicletas. Es hija adoptiva de Santiago Vannecelli, sublíder de la mafia italiana, y de la empresaria María Romero. Desde los 15 años, Sandra se enamoró de su primo Thyler Vannecelli, y juntos hicieron una promesa: informar a su familia sobre su relación cuando ella cumpriera 17 años. Sin embargo, el gran día llegó y nada salió como esperaban. A partir de ese momento, la vida de Sandra se convierte en un caos, repleto de traiciones, lujuria, odio y amor.
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Capítulo 10 más allá de un deseo
Renzo Vannecelli
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-Tomé de la mano a Sandra, salí de allí, le abrí la puerta del carro, la ayudé a subirse y le coloqué el cinturón. La tomé de la mejilla con delicadeza y le dije- Nunca dejes que otro hombre se acerque a ti, ¿entendido?
-Ella asiente y, al escuchar adónde íbamos, suspira. Mi intención inicial era llevarla a su casa, pero ella no estuvo de acuerdo y sugirió ir a otra discoteca, a lo cual me negué. La idea de verla bailar con otro hombre no me resultaba soportable y eso me llevaría a una reacción violenta. Finalmente, le propuse llevarla a mi casa, propuesta que ella aceptó.
Condujimos durante varios minutos hasta llegar a mi domicilio. Al bajar del auto, ella comentó lo hermosa que es mi casa y se mostró emocionada al ver la piscina. Ella se sienta en el borde de la piscina, se quita los tacones y sumerge los pies en el agua. Le comento que iré a buscar algo de tomar y, al entrar a la cocina, encuentro algunas sodas en la nevera. Al regresar, no la veo y noto que la piscina está generando burbujas, así que me lanzo al agua. La tomo de la mano y emergemos a la superficie. Ella se encuentra a pocos centímetros de mí, mientras mis manos descansan en su cintura. Ella pasa su mano por su rostro y observo que sus mejillas están sonrojadas. Me sonríe. Es tan hermosa; sus ojos verdes me cautivan de tal manera que me encuentro en un estado paralizante, al mismo tiempo que me brinda una profunda tranquilidad. Ella, en un tono burlón, me dice- Ya puedes soltarme, yo sé nadar
-Yo sonrío, la suelto y le respondo- Me asustaste, Sandra. Salgamos, te puedes resfriar.
-Observo que se le forma un puchero, y ella me comenta que desea nadar un rato. Me preocupa su vestido, ya que parece muy pesado, por lo que le ofrezco una ropa que tengo, pero ella se niega. A pesar de ello, comienza a nadar mientras la observo, y me parece tan tierna; se asemeja a una niña pequeña. Sin embargo, no puedo olvidar que también es una niña peligrosa y letal, y esa dualidad es lo que realmente me cautiva de ella. De repente, escucho un ruido en el jardín, y al voltear, me encuentro con una ardilla. Al dirigir mi mirada hacia Sandra, ella emerge de la superficialidad y queda frente a mí. Mi corazón palpita con intensidad; deseo besarlo, apoderarme de sus labios y de su corazón. La tomo suavemente de la mejilla y le digo- ¿Cómo no me di cuenta antes de que eres toda una mujer?
-Ella eleva una ceja y, entre risas, me responde- Porque eres un tonto. Por supuesto que soy una mujer; he crecido, ya no soy una niña.
-Ambos nos reímos. Tomé su mano y salimos de la piscina. Le ofrecí una toalla y, mientras ella se secaba el cuerpo, la ayudé a secar su hermoso y largo cabello, que me cautiva. Después, me sequé y caminamos hacia la sala. Ella se dirigió a la mesa de licores, tomó una botella y puso música. Me invitó a que bebiéramos y bailáramos. Durante más de una hora, disfrutamos de coplas mientras compartíamos una botella. Al notar que su mejilla se había enrojecido y que reía sin parar, comprendí que ya había tomado demasiado. Por lo tanto, le comenté-Ya es tarde, Sandra. Es momento de que te cambies esa ropa mojada y te vayas a descansar. Mañana debo llevarte a casa.
-Ella se acerca a mí de manera negativa y me dice que lo hará más tarde, sugiriendo que no sea aburrido. Continuamos bailando. La canción es suave y siento su piel junto a la mía, así como su respiración. Al finalizar la canción, ella intenta alejarse, pero no puedo resistirlo. La acerco hacia mis labios; son tan suaves. Ella intenta separarse, pero no la dejo ir, deseo seguir disfrutando de su beso. Tomo su cabeza y la recuesto en el sofá, mientras continúo besándola. En medio de este intercambio, ella trata de alejarme con sus manos. Ella me dice- No, Renzo, esto está mal, somos primos.
-Yo le respondo- No lo somos, Sandra. No pienses en nada, déjate llevar.
-Lo único que deseo es que se permita disfrutar del momento sin pensar en nada. A pesar de que ella me empuja, no logra alejarme; continúo besándola y me dice- Esto no está bien, no, Renzo, no quiero.
-Me detengo y la observo. Mi corazón late con fuerza y respiro con dificultad. Intento hablar con calma y le digo- Sandra, te deseo de una manera que no puedes imaginar. Con cada minuto que pasa, mi deseo por ti crece y me estoy enamorando de ti. Puedo ayudarte a olvidar todo lo que te hace daño, confía en mí.
-Tomé su mejilla y la besé mientras acariciaba su muslo. Escuché un gemido que avivó aún más mi deseo. Deseo hacerla mía y le digo- Entrégate a mí, te prometo que lo disfrutarás.
-Ella intenta expresar algo, pero la interrumpo con un beso. Ella me corresponde, lo que interpreto como un sí. La cargo y la llevo a la habitación, bajándola con cuidado. Mientras nuestras miradas se conectan, la beso suavemente. Con una mano, bajo la cremallera de su vestido, dejándolo caer. Me alejo un momento para admirar su cuerpo, quedando maravillado con su belleza. La idea de que solo será mía me llena de satisfacción. Muerdo mi labio, me quito la camisa y la dejo caer al suelo. Me acerco a ella justo cuando dice- Renzo, no estoy segura de esta situación, creo que lo más adecuado es que nos detengamos. Estoy enamorada de otra persona.
- La tomé suavemente de la mejilla y la besé. Me frustraba pensar que ella amaba a Thyler, un hombre que prefirió sus propios intereses sobre ella, alguien que no la merece. Si ella supiera la verdad, lo despreciaría. Yo le digo- amas a alguien que no te ama lo suficiente. Yo sí te amo y estaría dispuesto a enfrentar cualquier obstáculo por ti. Ahora, no pienses en nada más.
La recuesto suavemente en la cama, tratando de ser lo más delicado y cariñoso posible, ya que soy consciente de que es su primera vez. Me emociona ser yo quien comparta este momento con ella; aunque sé que no me ama, me comprometo a dar lo mejor de mí para ganarme su amor. Deseo que ella se convierta en todo para mí.
-Después de hacer el amor con ella, la cargo y la llevo a la cama, donde se queda profundamente dormida. Acaricio su cabello mientras admiro su hermoso rostro y, en un susurro, le digo- se que esto no tuve que ser asi , tu merecia que tu primera vez fuera especial pero no pude controlar mis oscuro deseos- Le doy un beso en la frente y, minutos después, siento una pesadez en los ojos que me lleva a quedarme dormido.-