Llega la segunda parte de Incondicionalmente. Está vez narraremos la historia de Ava, hija de Sam y James Sus hermanos Aiden, Ethan y Evan son parte importante de esta historia en donde el amor, las intrigas y los malos entendidos se harán presentes.
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Capítulo 18
Samantha y James llegan a Londres el viernes al mediodía. Esperan pasar el fin de semana con sus primogénitos para después viajar a Nueva York a ver a sus hijos menores.
Cada vez que vienen de visita tanto Ava como Aiden dejan sus apartamentos para quedarse en la casa familiar. Esa noche no es la excepción y se marchan más temprano de la oficina para encontrarse con sus padres.
- ¿Cómo están mis niños?- saluda Samantha mientras los abraza y besa.
- ¡Mamá! Ya no somos niños- protesta Aiden.
- Para mí siempre lo serán.
- Amor, nuestro hijo tiene razón. En algún momento debes dejar de referirte a ellos como niños, en público puede resultar vergonzoso. Hola, hijos. Qué gusto verlos- saluda James, abraza a su hijo y besa a su princesa.
- Su padre y yo cocinamos pasta. Vamos a la mesa antes de que se enfríe.
Samantha quiere que su hija le cuente a detalle sobre sus vacaciones y nota que está renuente a hacerlo. Cambian de tema y se concentran en los negocios.
Ava argumenta cansancio para retirarse a su habitación, su madre es muy perceptiva y está segura de qué ya sospecha algo.
Se recuesta en la cama, sumida en sus pensamientos. No puede olvidar el rostro de ese bebé, comienza a dudar. Unos golpecitos en la puerta la regresan a la realidad.
- Adelante.
- ¿Qué sucede, mi niña?- pregunta mientras se sienta en la orilla de la cama.
- Nada, mamá. Estoy cansada.
- A mí no me engañas, Ava. ¿Qué pasó en las Bahamas?
- Te he contado que la pasamos muy bien, nos divertimos.
- Hay algo más y en algún momento va a salir a la luz. Sabes que siempre cuentas conmigo, no quiero pensar que he perdido tu confianza.
- Eso nunca, mamá. Es solo que...
- Dime, hija. Juntas le encontraremos solución a lo que sea que esté sucediendo.
Ava lo medita por algunos minutos, no puede engañar a su madre. Decide confesarle la verdad.
- Conocí a alguien en Las Bahamas, fui tonta y me dejé llevar. Estoy embarazada- admite avergonzada y con lágrimas en los ojos.
- Mi niña, ven aquí.
Su madre abre los brazos y ella no duda en refugiarse en ellos, Samantha se limita a abrazar y consolar a su hija. Entiende que no es momento de reproches ni de reprimendas, después de todo Ava es una adulta y deberá correr con las consecuencias de sus acciones.
Cuando consigue calmarse, su madre le pregunta.
- ¿Él lo sabe?
Ava niega con la cabeza.
- Sé que estás decepcionada de mí y con lo que te voy a decir vas a decepcionarte mucho más. No sé de él más que su nombre de pila. Desapareció un día antes de que tuviéramos qué volver a Londres. Es absurdo, lo sé. Nunca preguntamos nada más del otro, cuando lo conocí sentí algo indescriptible y supuse que era la señal qué estaba buscando y que él era el amor de mi vida. Pensé que él sentía lo mismo.
- Lo siento mucho, mi niña. ¿Has pensado en qué vas a hacer?
- Sí, no voy a tener al bebé. Yo entiendo que tú no estás a favor del aborto, pero en mi situación no creo que sea lo mejor traer al mundo a un niño o niña qué no sabrá nada de su padre, además no creo poder sola con la responsabilidad.
- A ver, Ava. Comprendo tus temores, pero eres una adulta y no estás sola. Tu padre, tus hermanos y yo estamos para apoyarte.
- No, imagina la reacción de papá y de los chicos si se enteran. Van a querer buscarlo hasta por debajo de las piedras para que responda por sus actos y no quiero eso.
- Es verdad, esa será su reacción inicial. Sin embargo, estoy segura que después de superar la noticia van a acatar lo que sea que tú decidas hacer.
- Para qué hacerlos pasar un mal momento. Hice cita en la clínica para la próxima semana.
- Ok, al parecer tu decisión es definitiva. Como madre es mi deber pedirte que reflexiones antes de hacer algo que no tiene vuelta atrás. Te amo, hija y no importa lo que hagas, te voy a amar siempre. El amor de una madre es así, incondicional. Le diré a tu padre que me quedaré unos días más y después lo alcanzaré en Nueva York, no voy a dejarte pasar sola por algo así.
- No es necesario, mamá. Seguro que Cloe o Christy irán conmigo. No quiero que papá sospeche algo.
- Te estoy informando lo que voy a hacer, me quedo contigo y punto.
- Esta bien, mamá.
- Descansa, mi niña.
- Buenas noches, mamá.
Samantha se retira de la habitación de su hija sumamente preocupada, no esperaba una noticia así. Ella perdió a su primer hijo de una manera trágica y una pérdida así no se supera, solo se acepta.
Ava siempre ha soñado con encontrar el amor y formar una familia, sabe que realizarse un aborto la va a marcar de por vida. Ojalá ella pudiera hacer algo para convencerla de lo contrario.
Prometió no decirla nada a James y eso será lo más difícil, en su matrimonio no hay secretos. Es consciente que la reacción de su marido no va a ser la mejor y quiere evitarle más estrés a su hija, por esta ocasión guardará silencio.
El fin de semana transcurre sin novedades, pasan tiempo en familia y Ava convence a su madre de que lo mejor es que viaje a Nueva York como estaba planeado.
Le promete mantenerla al tanto, Samantha acepta y el día lunes a primera hora está viajando con su esposo a la Gran Manzana.
La cita de Ava para realizarse el procedimiento es el miércoles a las 9 de la mañana, ese día es Cloe quien la acompaña. Christy se queda en la oficina para no levantar sospechas.
Antes de salir de su apartamento llamó a su madre y prometió volver a llamarla al salir de la clínica.
- ¿Estás decidida?- pregunta Cloe.
- Sí, es lo mejor. Mamá me preguntó lo mismo hace unos minutos.
- Es normal, tú ssbes que ella perdió a su primer bebé y aunque las circunstancias son distintas está preocuoada por ti. Los días posteriores van a ser difíciles y sin importar lo que digas Christy y yo nos turnaremos para quedarnos contigo y que nunca estés sola.
- No sé qué haría sin ustedes.
Se abrazan y entran en la recepción. Ahí le dan algunos documentos que debe llenar. Su mano tiembla y su amiga lo nota.
- Tranquila, no hay prisa. Tómate tu tiempo.
Respira profundamente una y otra vez, siente que va a desmayarse por la falta de aire. Cloe no suelta su mano, frota su espalda y le dice que aún puede cambiar de opinión.
Lentamente, su respiración se normaliza y su corazón late más despacio. Una bocanada más de aire es suficiente para tomar valor.
Una vez llenados los documentos es llevada a una habitación, la enfermera amablemente le entrega una bata.
- Esperaré afuera a que se cambie, avíseme cuando esté lista e iremos a la sala en donde se llevará a cabo el procedimiento.
- Gracias.
Se toma su tiempo para quitarse su ropa y colocarse la bata. El silencio es abrumador, se arrepiente de haberle pedido a su madre qué se fuera, la necesita más que nunca.
Toma el pomo de la puerta y lo gira indecisa Por un instante, le parece que todo sucede en cámara lenta. La enfermera le habla, más ella no escucha. Frente a ella hay un largo pasillo de paredes blancas; pulcras, al final hay una puerta doble con un par de cristales oscuros rectangulares en la parte superior.
El recorrido qué solo dura unos segundos a ella le parece eterno. Las puertas se abren; la habitación esta iluminada por una gran lámpara de luz blanca ubicada en el techo, a media habitación hay una camilla, al lado una mesa y sobre ella una bandeja con instrumentos, del lado opuesto un monitor.
La doctora y otras dos enfermeras la esperan, le ayudan a subir en la camilla, colocan sus piernas a los extremos, le explican lo que sucederá a continuación y ella se limita a asentir, cierra los ojos esperando que esto termine pronto, que algún día pueda perdonarse por tomar esta decisión o mejor aún, qué se trate de una pesadilla.
Novelas como esta deberían de ser mas