Reencarné Para Vengarme

Mientras tanto en el Reino Trinidez un hombre elfo se encuentra llorando la perdida de su amada junto a los caballeros más poderosos conocidos quienes lo consuelan.

Ahora la Diosa de Elfirian perteneciente al reino elfo oscuro ya no existe en esta vida.

— Una emboscada, esos demonios son unos cobardes, debemos matarlos a todos—. Declara uno de ellos.

— Sabía que algo así pasaría algún día, era cuestión de tiempo—.

— No es el momento Menfis—. Le reclama su compañero.

— Nosotros lo protegeremos de quien sea mi Dios, no tenga dudas—.

Pero aquel elfo sigue arrodillado a un costado de la cama, unas pocas lágrimas salen de sus ojos para recorrer sus mejillas, la incertidumbre le pesa en los hombros.

— Una sola mujer... ¿Lo entiendes? No pudimos hacer nada más que mirar—.

Ante las palabras de aquella deidad el líder Cabil y Menfis se miran entre ellos.

— Eran unos cuantos soldados, debemos agradecer que usted sigue con nosotros—. Declara Gabriel.

— Ya no lo dejaremos salir solo a ningún lado, su vida corre peligro, los elfos lo necesitamos Dios Trinidez—. Declara Cabil intentando levantar su ánimo sin éxito.

— Génesis murió, era su esposa y la mujer con la que fornicaba a toda hora, normal que sienta ese dolor en su pecho—.

— Menfis, de verdad, no te pases de la raya—. Amenaza Cabil con voz hostil.

En respuesta solo aparta la mirada sin decir nada.

— Si de eso se trata usted tiene a cientos de mujeres elfas que mueren por estar con usted y si lo que quiere es desahogarse podemos traer a humanas—. Declara Gabriel.

— ¿Y lo que digo yo es malo? Literalmente los humanos fueron el problema y él le ofrece humanos para coger ¿Es que no aprenden?—. Declara Menfis ofendido.

— Por lo menos intento ayudar—.

— Los demonios no quieren esclavos de ninguna raza, si fueran como nosotros seríamos buenos amigos, pero los imbéciles decidieron negarse a la jerarquía natural, el débil obedece, el fuerte manda. Y hasta donde sé estamos obedeciendo—. Declara Menfis observando a su Dios al darse cuenta que lo observa.

— ¿Qué fue lo que te dije? Prepárate para—

— Jefe Cabil, déjalo— Interrumpe Trinidez — Ese hombre tiene razón, no debí ir con los Dríades, no valía la pena matar a Ivory para perder a Génesis—. Declara con tristeza.

— ¿Ahora que hacemos mi Dios? ¿Vamos a pelear una guerra?—. Pregunta Cabil.

— No podemos ganar una guerra contra ellos, nunca he visto a su Dios y sus seguidores nos superan, nunca he visto magia tan veloz, cuesta creer que no es una bendición—.

— Tal vez lo era, si su Dios es una mujer y la están ocultando tiene sentido—.

— Menfis, antes creían que Primera era la verdadera Diosa ¿Cómo estamos seguros de que realmente es su Dios?—. Pregunta Gabriel.

— No lo descarto, solo eso—.

— Se terminó muchachos, no quiero seguir con esta mentira, la realidad es que debimos invadir el reino humano y matar a los demonios cuando tuvimos la oportunidad, fuimos descuidados—.

— Fuimos prudentes—. Corrige Menfis.

— No, está vez era la opción incorrecta, ahora es imposible vencerlos solos, los ferales y los Demonios cazadores están de su lado, los Lizardman y los ángeles no quieren saber nada de una guerra, estamos solos—.

— Si nosotros caemos ellos serán los siguientes—. Declara Menfis.

— Ellos se ocultan en lo alto de las montañas, solo con alas puedes llegar, los únicos allí son los angeles y los humanos esclavos, además no necesitan comerciar más de ellos, solo hacen que se apareen y ya—. Declara Trinidez sin ánimos.

— Ingenioso sin duda—. Comenta Menfis.

— ¿Y los Lizardman?—.

— Solo son idiotas con miedo, evitan peleas que no pueden ganar—.

Mientras escucho toda esta conversación en lo oscuro, hago mi presentación pensando para mí misma: Debo verme imponente, una tirana, una mujer imposible de vencer.

Estos caballeros frente a mi son definitivamente diferentes a los anteriores, ese Cabil tiene cicatrices en las cicatrices, se nota de lejos que entrena y lucha habitualmente.

Menfis parece estar observando a todos lados sin notarme, es un sujeto conciente de los peligros incluso en lugares seguros.

Gabriel, por otro lado, se ve el más joven y novato, Pero no lo voy a subestimar.

— Ustedes tienen razón, mi Dios no desea la esclavitud—. Declaro con mi voz más tranquila y orgullosa posible.

— ¡A la derecha! ¡Todos en guardia!—. Declara Cabil formando una posición de tres.

Menfis atrás y los dos restantes de frente.

Un mago y dos combatientes.

— No vine a pelear está vez, de hecho, mi tarea era solo vigilante Trinidez—. Declaro sin salir de mi lugar.

— ¿Cómo entraste aquí?—. Pregunta Menfis.

— ¿Hace falta que lo diga? Ustedes cuatro no podrían hacer nada contra mí—. Declaro orgullosa.

— ¿Te crees imparable eh? Voy a enseñarte lo que realmente es luchar—. Dice Cabil para mostrar su deslumbrante espada blanca.

No voy a luchar contra ellos, no voy a ganarles en batalla, debo ganar psicológicamente tal como Zero dijo.

— Puedo matarlos a todos y volver tranquila, pero esa no es mi tarea, como pueden ver solo los vigila, ya que mis ordenes no son matarlos—.

— ¿Órdenes de quién?—.

¿De Zero? No.

— De mi Dios por supuesto—. Respondo casi de inmediato.

— Así que no era ella—. Murmura Menfis.

— ¿Rafael era tu nombre?— Pregunta Trinidez — Cabil, baja tu espada, no tiene sentido luchar contra una mujer que los conoce tanto, ustedes tres no podrían con ella—. Declara para levantarse del suelo lentamente.

Parece que funcionó, mi cuerpo deja de estar tenso.

— Haces bien Trinidez, en esa ocasión los tuyos intentaron violar a los Driades, debo decir que sus acciones consiguieron revolver mi estómago y causar mi ira—. Declaro con especial asco.

— Me disculpo por los míos, están acostumbrados a menospreciar a las razas—. Declara intentando mostrar etiqueta y nobleza.

— ¿Es así? Está bien entonces— Claro que no está bien. — He venido a decirles algo sumamente importante, se les está dando la

Oportunidad de aliarse con nosotros—. Declaro en alto.

— No me hagas reír, claramente es una trampa—. Comenta Menfis entre risas falsas.

— Rechaza la oferta entonces, no los obligaré a aliarse conmigo, pero ya lo saben; o somos aliados o somos enemigos, no hay punto medio—. Declaro con hostilidad.

— ¿Y cuáles son sus demandas?—

— ¿!Por qué matar a Génesis!?—. Reclama Gabriel cortando las palabras de su Dios.

— ¿Por qué matar a Ivory?—.

— ¿Qué tiene que ver la Diosa de las Driades en todo esto?—. Vuelve a reclamar.

— Es tipo lo dijo antes— Señalo a Menfis — El fuerte manda, el débil obedece, jerarquía natural lo llamaste, y hasta donde yo sé ustedes no son los fuertes—. Declaro observando a Cabil con la mirada en alto.

— ¿¡Te crees mejor puta!?—.

Cabil desenvaina y Menfis lo detiene.

— No lo hagas, no debemos pelear está vez—. Reclama él.

— Pueden pensarlo cuánto gusten, mi única demanda es la liberación de todo humano en el reino y yo misma seré su observadora internacional—.

— ¿Eso que es?—. Pregunta Menfis.

— Así llama mi Dios a aquellos quienes observan a sus aliados, son invitados de honor y de ellos dependen si son aceptados o rechazados de la alianza—.

Recuerdo que era algo así, espero explicarlo bien, Cabil se nota que quiere matarme Pero gracias a Menfis y la indecisión de Trinidez puedo mantener mi actuación.

Además, si algo ocurre basta con usar mi habilidad, espero ser más rápida que su ataque.

— Está bien, acepto la oferta—. Declara Trinidez.