Matrimonio Por Conveniencia

Nicholas se encontraba en su oficina, observando a través de los ventanales que ofrecían una vista imponente de la ciudad. Las luces titilaban en la distancia, pero su mente estaba en otro lugar. Las palabras de su abogado resonaban en su cabeza: "Si no tomas una decisión ahora, podrías perder todo lo que has construido".

El imperio que había creado a lo largo de los años estaba bajo amenaza. Las inversiones, las alianzas estratégicas, todo lo que había trabajado para consolidar, estaba en peligro de derrumbarse por las recientes revelaciones y los ataques inesperados de sus rivales. Pero mientras los números y las cifras lo abrumaban, un pensamiento persistente lo atormentaba aún más: Emma.

La mujer con la que había firmado un contrato, con la que había comenzado a construir algo más profundo de lo que jamás imaginó. Cada momento con ella lo había llevado a sentir cosas que no creía posibles, pero ahora, se encontraba ante una elección imposible. ¿Cómo podía proteger su imperio sin sacrificar su matrimonio?

Con los puños apretados, Nicholas se levantó de su asiento. Sabía que las decisiones que tomara en las próximas horas definirían no solo su futuro empresarial, sino también su vida con Emma. Pero, ¿estaba dispuesto a arriesgar su matrimonio por mantener el control de todo lo demás? El peso de esa elección lo aplastaba.

Mientras tanto, Emma estaba en la mansión, sentada en el borde de la cama, su mirada perdida en el reflejo de la luna que entraba por la ventana. Los últimos días habían sido un torbellino de emociones. La traición que descubrió, las sombras del pasado de Nicholas que parecían cernirse sobre ellos, todo había sacudido los cimientos de su relación.

Emma había intentado mantenerse firme, pero no podía ignorar el dolor creciente en su pecho. Nicholas estaba cada vez más distante, enfocado en salvar su imperio, mientras ella se sentía atrapada entre dos mundos: el del hombre con el que se había casado por un contrato y el del hombre que ahora estaba empezando a amar. Pero también sabía que no podía seguir viviendo bajo la sombra de sus secretos y las traiciones pasadas.

De pronto, su teléfono vibró en la mesita de noche. Al abrir el mensaje, un nombre que había intentado olvidar apareció en la pantalla: James. El antiguo amor que había regresado a su vida de manera inesperada, ofreciéndole una salida. Una vida lejos de la tormenta que Nicholas representaba, lejos de los peligros y las incertidumbres. Emma sentía la tentación de responder, de huir de todo esto.

James la había amado sin condiciones, sin secretos, y ahora le ofrecía algo que parecía tan simple, tan claro. Una vida tranquila, segura, alejada de los problemas que había enfrentado desde que Nicholas entró en su vida. Pero, ¿realmente podría dejar atrás todo lo que había comenzado a sentir por su esposo?

Mientras la duda la consumía, el sonido de la puerta abriéndose la sacó de sus pensamientos. Nicholas entró en la habitación, su rostro severo y cansado. Se acercó lentamente, su postura reflejando el peso de las decisiones que también lo atormentaban.

"Emma..." comenzó, su voz áspera. "Las cosas están más complicadas de lo que imaginé. Estoy en una encrucijada y necesito que entiendas que... proteger lo que hemos construido, lo que yo he construido, es más difícil de lo que pensaba."

Ella lo miró a los ojos, intentando leer más allá de sus palabras. "¿Y qué hay de nosotros, Nicholas? ¿Dónde quedamos tú y yo en todo esto?"

Nicholas se acercó más, tomando sus manos. "Quiero protegerte, quiero proteger lo que tenemos, pero necesito tu apoyo ahora más que nunca. Estoy al borde de perderlo todo, y no sé si puedo mantener ambos mundos unidos."

Emma apartó la mirada, sintiendo el peso de sus propias dudas y temores. Las palabras de James resonaban en su mente. Él le había prometido una salida, una oportunidad para escapar del caos y comenzar de nuevo. Pero también sabía que, a pesar de todo, una parte de ella estaba irremediablemente atada a Nicholas, al hombre complejo que la hacía sentir viva de maneras que jamás había experimentado.

"¿Y si te equivocas, Nicholas?" preguntó finalmente, su voz apenas un susurro. "¿Y si, al proteger tu imperio, pierdes lo más importante?"

La tensión en la habitación era palpable, mientras ambos se enfrentaban a sus verdades más profundas. Estaban entre dos mundos: el del poder y la ambición, y el del amor y la vulnerabilidad. Y sabían que, tarde o temprano, uno de esos mundos tendría que ceder.

Nicholas acarició su mejilla, su mirada penetrante pero llena de una vulnerabilidad que rara vez mostraba. "Lo único que sé con certeza es que no quiero perderte, Emma. Pero no puedo prometerte que este camino será fácil."

Emma lo observó por un largo momento, su corazón dividido. Estaba ante una decisión que podría cambiarlo todo.

Emma permaneció en silencio, atrapada entre la calidez de la mano de Nicholas en su mejilla y el tumulto de pensamientos que se arremolinaban en su mente. Podía sentir el peso de las palabras no dichas entre ellos, de las promesas que él no se atrevía a hacer, porque no podía garantizarlas. Y aún así, algo en su mirada, en esa vulnerabilidad momentánea, la hacía querer creer que, pese a todo, había una posibilidad de que funcionaran.

"Quiero confiar en ti, Nicholas", dijo finalmente, su voz suave pero firme. "Pero no sé si puedo seguir viviendo con tantas sombras a nuestro alrededor. No sé si quiero ser parte de un mundo que me empuja al borde del abismo cada día."

Él cerró los ojos por un segundo, como si las palabras la golpearan. Sabía que tenía razón, que las cosas entre ellos no podían seguir por ese camino, pero también sabía que había fuerzas más grandes en juego. Fuerzas que él mismo apenas podía controlar.

"Voy a luchar por nosotros, Emma", respondió él, con una intensidad renovada. "No quiero que sientas que eres un peón en este juego. No lo eres. Pero necesito tiempo para resolver todo esto, para asegurarme de que no tengas que preocuparte nunca más."

Las palabras de Nicholas eran fuertes, pero a Emma le resultaban dolorosamente familiares. Había escuchado promesas antes, y aunque quería desesperadamente creer en él, el miedo a ser lastimada de nuevo se cernía como una nube oscura.

"Tiempo..." murmuró ella, repitiendo la palabra como si intentara medir su peso. "Pero, ¿cuánto tiempo más, Nicholas? ¿Cuánto más tengo que esperar para que esta guerra en la que estás inmerso no me destruya a mí también?"

Él la miró con una mezcla de frustración y desesperación. Sabía que le estaba pidiendo más de lo que tal vez podía dar, pero no podía culparla. Su mundo estaba lleno de enemigos ocultos, traiciones y peligros que nunca había previsto cuando firmaron ese maldito contrato.

"Solo un poco más," dijo, con voz ronca, acercándose aún más. "Prometo que todo valdrá la pena."

Emma lo miró, deseando que esas palabras fueran suficientes, que el amor que empezaba a sentir por él pudiera ser más fuerte que el caos que los rodeaba. Pero en el fondo sabía que, aunque Nicholas fuera un hombre poderoso, incluso él no podía controlar el destino. Y ahora, ella tenía que decidir si estaba dispuesta a arriesgarlo todo por la promesa de un futuro incierto.

De pronto, el sonido de su teléfono interrumpió el momento. Emma bajó la mirada hacia el aparato que vibraba sobre la mesa. El nombre de James, iluminado en la pantalla, era un recordatorio constante de la otra vida que podría tener, una sin las sombras que envolvían a Nicholas.