«Si Tú No Existieras»

Dayhan no dijo nada. Miró hacia adelante y vio a su papá recogiendo unas hojas secas del jardín.

—¡Ya, papá! Me sentía mal, no podía conducir. —ella le quitó las manos del pecho de Dayhan.

—¿Por qué tu novio no te trajo? Sal de mi propiedad y no te quiero ver otra vez cerca de mi hija.

Dayhan miró al señor, y quiso aclarar lo sucedido, pero permaneció callado. No quería causarle problemas a su papá. Salió sin emitir palabras.

El señor Alberto sentía antipatía por el adolescente, desde el día que hubo un enfrentamiento entre ellos.

Perla observó a su papá con reproche y entró a la mansión. Subió a su habitación y se tiró en la cama. Buscó su celular y llamó a su amiga.

Llamando a Emma

📲 ¡Hola!

📲 ¿Cómo te sientes?

📲 Estoy mejor, ya estoy acostada en mi casa.

📲 ¿Qué te dijeron en el hospital? ¿Por qué fue el desmayo?

📲 Solo estoy un poco estresada. Hablamos mañana, ¿sí? Quiero descansar.

📲 Ok amiga, descansa. Te quiero.

La razón del desmayo de Emma, era un embarazo de un mes. El padre de ese bebé era Andhy. Él le pidió abortar, porque no quería tener un hijo con ella. Según sus palabras, estaba enamorado de Perla y se iban a casar.

Día jueves

Los estudiantes de 4° grado únicamente tenían clases hasta el mediodía. Los encargados del viaje les mandaron un link de los útiles necesarios que debían llevar, el punto de reunión exacto y la hora de salida.

Todos estaban en la sala de reuniones. Madison, después de que Dayhan la defendió, siempre estaba a su lado. Ella notaba unas miradas esquivas entre Dayhan y Perla. Con una sonrisa cautelosa, le preguntó:

— Oye, Dayhan, ¿te gusta Perla?

— No, ¿por qué me preguntas? —contestó mirando hacia adelante.

— ¡No sé! Pienso que sí… A mí me caí bien Génesis. —dijo la chica. Él volteó hacia ella.

— Suerte con eso.—dijo él mirándola.

— ¿Qué? ¿No me vas a juzgar? La mayoría lo hace, por eso me cambiaron de aula.

— ¿Quién soy yo para juzgarte? Mírame, soy el hijo del jardinero, el don nadie, el raro, el callado, el salvaje, el genio y muchos apodos más. Yo soy diferente a todos ellos.

— Me agrada. Vamos a ser mejores amigos. — se dieron las manos en símbolo de amistad.

Las chicas estaban sentadas todas juntas. En varias ocasiones, le preguntaron a Emma cuál fue el motivo del desmayo. Ella les respondió que era por estrés o simplemente evadía la pregunta. Diana no entendía qué razones podía tener Emma, para estar tan estresada.

— Emma, ¿a qué se debe tu estrés? — preguntó Diana.

Emma se puso nerviosa, miró de reojo a Andhy y le contestó: — Pues, a las clases, ¿qué más? — Las demás rieron.

— ¿Qué clases? Si casi nunca hacemos nada. Hay otra razón y quiero saber cuál es. — insistió Diana.

— Chicas, voy al baño. Diana, estás muy intensa. — se levantó Emma, molesta.

— Voy contigo. — la siguió Perla.

— Pues vamos todas. — dijo Génesis.

Todas entraron al baño. Perla se miró al espejo mientras retocaba su labial. Tenía una mirada soñadora y a la vez perversa. Génesis la miró y le preguntó: — ¿A qué se debe esa mirada y esa sonrisa?

— Estoy decidida, voy a aprovechar el viaje para estar con Andhy.

— ¿De verdad? No puedes hacerlo. — dijo Emma nerviosa.

— ¡Claro que sí! Soy la única virgen todavía. Además, Andhy está desesperado, muere por estar conmigo.

— No creo que debas perder tu virginidad en ese viaje. — expresó Emma.

— ¡Ay! Qué pesimista, yo estoy de acuerdo. — aclaró Génesis.

— ¡Yo también! Eres la única que no sabe qué se siente estar con un hombre. — afirmó Diana.

— ¿Por qué piensas que no debo entregarme a él en el viaje?

— Porque tienes que pensarlo mejor. Entregarte a él solo para complacerlo, no está bien. — explicó Emma.

— ¡Lo quiero hacer!

— Lo vas a hacer solo por él. No mientas. ¡Cuánto amor propio! — inquirió Emma.

— ¿Sabes qué? Deja tu comentario moralista. Tú te entregaste a alguien y ni siquiera nos dijiste su nombre. Por algo será. — expresó Perla, un poco molesta.

— ¿Quieres saber quién es?— preguntó Emma, exaltada.

— Deberías decirnos. Somos tus amigas. ¿O acaso él no tiene nombre?

— Ya, chicas, dejemos esta conversación. —interfirió Diana.

— Así es, vamos afuera. —sugirió Génesis.

— Salgo en unos minutos, es que tengo un cólico. —explicó Emma.

Ellas salieron. Emma inmediatamente empezó a llorar y a maldecir a Perla. Después de unos minutos, ella se limpió el rostro y salió del baño como si nada. Ahí estaba Dayhan esperándola, con las manos en los bolsillos de su pantalón, su abrigo, la capucha puesta, recostado en la pared.

— Emma, ¿podemos hablar? —pidió con amabilidad el adolescente.

— Claro que no, jardinero ¿Te imaginas si me ven hablando contigo? ¡Ay no!

— Entiendo, hablar conmigo es peor que estar embarazada del novio de tu amiga.

— ¿Qué dices? Estás loco —expresó nerviosa.

— Los dos sabemos que es cierto.

— ¿Qué quieres?

— No hagas lo que él te está pidiendo, no abortes a tu bebé. Eso era todo, ahora vete para que no te vean con el hijo del jardinero.

Emma no supo qué decir, se fue caminando de prisa con muchas preguntas en su cabeza.

Todos hacían planes para el viaje, Andhy y sus amigos no eran la excepción.

— Voy a coronar en esa isla, me voy a llevar a la cama a Perla —confesó Andhy.

— Ya es hora, mi pana.—dijo Edwin.

— No podemos dormir solos, si las chicas no quieren a la buena, pues será por esta. —explicó Leo, mostrando un sobre de polvo blanco.

— ¡Claro que sí! —chocaron las manos y se rieron —afirmó Edwin.

— Hay que llevar alcohol y mucha mercancía.—sugirió Marcos.

Todos quedaron de acuerdo con los organizadores del viaje, luego se fueron a sus hogares. Al día siguiente viajarían a la isla Gran Caimán.

Ya era de noche. Perla y sus amigas salieron a divertirse, todas estaban en un billar cerca de la casa de Diana. Era uno de los pocos lugares que podían entrar, porque eran menores de edad, y no tenían carnet de identificación. Ellas pidieron una botella de vino blanco. Se sentaron mirando hacia el frente, exactamente a la pista de baile, en donde de vez en cuando mujeres y hombres solían hacer striptease.