En un mundo medieval sumido en la oscuridad, Carter, un hombre que había aceptado su muerte solitaria a causa de un cáncer, se encuentra resucitado en un bosque desconocido. Conserva sus recuerdos del pasado y un error en su curiosidad le hace ser rescatado por unos hermanos de un pueblo cercano.
A medida que busca respuestas sobre su resurrección, Carter descubre que la humanidad lucha por sobrevivir contra criaturas terroríficas y que la magia es su única esperanza. Sin embargo, su búsqueda de propósito se convierte en una lucha con múltiples emociones ante sucesos inesperados y múltiples traiciones.
Con cada paso, Carter se sumerge en un abismo de violencia y venganza, cuestionando su propio destino y el futuro que le espera. ¿Podrá encontrar una razón de por qué fue traído a un mundo que parece estar al borde del colapso?
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Paz
Aquella mañana Carter se levantó con normalidad y le contó a los hermanos lo que había sucedido. Carter lo contó con lujo de detalle que finalmente los tres dedujeron que se trataba de algo lúcido.
Brand había hablado con Carter sobre salir a pasear por toda la llanura alrededor del pueblo para hablar sobre una situación de la que se enteró por boca de Rala. Antes de que pudiera confirmar la salida, Lia apareció habiendo escuchado solamente sobre la salida y ella dijo que también quería ir. A regañadientes Brand acepto, y Carter afirmó con la cabeza que asistiría.
Carter se tomó el día como descanso. Había ido personalmente a decirle a Rala e incluso lo invito a pasear con ellos, pero él se negó. No obstante, la pequeña niña a su cuidado le había escuchado y con un gran ánimo dijo que deseaba acompañarlos, Carter no sé negó y la llevo junto a los demás.
Al poco tiempo los hermanos, la pequeña y Carter paseaban por la llanura y alrededor del bosque. Carter noto muchos más desniveles y que la llanura era más extensa de lo que creía. Llegó un punto en que todos reían y contaban experiencias del pasado con ánimo, historias sobre valientes caballeros y sobre que deseaban para el futuro.
—Yo quiero visitar a mamá—menciono Lia.
—Sí, yo también Lia—reafirmo Brand acariciando el pelo de su hermana—. Y también deseo abrir un local en la capital algún día.
Ambos hermanos sonrieron y la pequeña y Carter también mencionaron sus deseos.
—Yo supongo que deseo explorar este mundo, poder ayudar al rey si es que no me mata antes—hizo una sonrisa fingida—, porque después de todo no hay indicios de que mi memoria sobre mi pasado pueda volver—mintió.
Hace bastante que Carter había engañado a los demás con la idea de que, si nadie lo había ido a buscar al pueblo después de tanto tiempo, quería decir que no tenía algún ser querido y que quizás en su soledad terminó en el bosque y se golpeó hasta quedar amnésico. Aún era consciente de que debía buscar una respuesta en algún lado, pero no sabía por dónde, y últimamente esa idea iba desapareciendo conforme más días pasaban en aquel mundo. Le fascinaba, pero se cuestionaba en dónde encontraría al dios que lo trajo a ese mundo y su porqué. Quizás era un grave error.
—¿Y tú pequeña?—preguntó Brand, mientras la niña tenía la vista perdida.
—Yo quiero... ¡comer muchos dulces y montar una de esas cosas!—vocifero y señalo lo que le hacía tener la vista perdida: era un grupo de aquellos seres que Carter había visto hace bastante en aquella noche.
Eran animales enormes que debían llegar o sobrepasar ligeramente los dos metros de alto. Tenían tal y como vio Carter aquella noche, el aspecto de un camello y un caballo mezclados. Dos grandes jorobas, una cabeza larga, robusta y como la de un caballo. Su pelaje era de un color crema pálido y sobre todo su lomo se extendía una especie de capa de musgo o algo verduzco que le daba el aspecto de musgo.
Brand sonrió y todos se acercaron con cuidado al grupo de animales. Eran dóciles y se dejaron acariciar. Brand ayudó a Lia montar uno, no parecían estar molestos con eso. Carter hizo lo mismo con la niña y después Carter quiso intentarlo. Los tres jinetes andaban sujetándose con la fuerza de sus piernas al torso de aquellos seres y paseaban lentamente mientras Brand les veía muy de cerca.
—¿Son increíbles los Camelorian no?—preguntó con jovialidad Brand mientras bajaba a Lia del animal.
—¡Sí! Hace mucho tiempo que no me subía a uno—respondió Lia.
<<¿Camelorian? Así que ese es su nombre>>, pensó Carter.
Ayudó a bajar a la niña del suyo y el grupo de animales se alejo con rapidez cuando comenzó a atardecer.
Todos finalmente llegaron a un lugar adecuado y considerablemente alejado del pueblo, se relajaron y contemplaron con asombro el atardecer sentados sobre la hierba desnivelada.
—Es hermoso—dijo Brand.
Lia y la niña afirmaron con el clásico "ujum".
—Sin duda valió la pena salir del pueblo y descansar un rato después de tantos entrenamientos—hablo Carter mientras dejaba sus manos extendidas sobre la hierba.
—Estoy alegre de haber encontrado un pueblo como el suyo después de perderme—dijo la pequeña y sonrió como tonta.
Carter paso su mano por su cabeza y está cerró sus ojos, relajándose. Lia los miro y no pudo evitar sonrojarse ante la imaginación de que Carter hiciera lo mismo.
—Carter, si consigues usar magia...—comenzó Lia, pero se detuvo, trago saliva y volvió a hablar—. ¿Te irás y no volverás?
Carter giro la cabeza hacia Lia, todos le veían a el con atención.
—Supone que es así. El rey requiere mi ayuda, jamás pensé que el haber matado a un ser así aquel día en el bosque escalaría tanto.
—Nosotros tampoco—dijeron al unísono los hermanos.
—Yo confío en ti—dijo la pequeña y le lanzo una enorme sonrisa a Carter, quien volvió a acariciar su cabeza.
—Agradezco eso. Prometo que sabrán de mí, no importa que tan peligroso sea lo que está por venir, haré lo necesario para sobrevivir y regresar algún día de visita—dijo Carter y miro el cielo con un rostro sereno y seguro.
Todos quedaron en silencio. Brand cerró los ojos y dejo que los rayos del sol le dieran en el rostro, Lia se había recostado sobre la hierba y la pequeña jugaba con una mariposa por detrás de todos. Carter seguía absorto mirando el paisaje. Sentía la paz que recorría a todos y deseo quedarse siempre de esa forma.