Amor, traición, asesinato, misterio que se irán descubriendo poco a poco sobre todo quien es la que se oculta tras los sucesos misteriosos que ocurren tras la guerra de poderes para obtener el dominio absoluto de las empresas Santibáñez.
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Capitulo 20 Confesión
Cristian, de pie frente a Camila, sostenía su mirada con intensidad mientras le dedicaba una sonrisa que dejaba claras sus intenciones.
—Gracias por este día, Camila. No sabes cuánto lo disfruté —dijo él, inclinándose lentamente, como quien está a punto de sellar la noche con un beso.
Desde el gran ventanal de la villa, Gustavo observaba la escena con la mandíbula tensa, sus ojos ardiendo de celos y las manos en forma de puño a sus costados. Cada segundo que Cristian pasaba cerca de Camila era una tortura.
Cuando Gustavo notó que Cristian se inclinaba hacia ella, la rabia lo dominó por completo. Salió corriendo, y antes de que los labios de Cristian pudieran tocar los de Camila, abrió la puerta de un solo golpe, haciendo que ambos se giraran sorprendidos hacia él.
La imagen de Gustavo en el umbral era impactante: su pecho subía y bajaba agitado, y su mirada fulminaba a Cristian como si quisiera borrarlo del mapa.
—¿Interrumpo algo? —preguntó Gustavo con un tono gélido, aunque su voz dejaba entrever la furia que luchaba por contener.
Camila, lejos de intimidarse, se cruzó de brazos, ocultando una sonrisa triunfante. Disfrutaba cada segundo de ver a Gustavo consumido por los celos.
—Nada que deba preocuparte, Gustavo —respondió ella con calma, ladeando ligeramente la cabeza mientras miraba a Cristian, quien parecía incómodo con la situación.
—Creo que ya es tarde. Camila necesita descansar —dijo Gustavo, dando un paso hacia adelante, posicionándose como una barrera entre Cristian y Camila.
Cristian arqueó una ceja y retrocedió un poco, notando la evidente tensión en el aire.
—Está bien, ya me iba —dijo Cristian con una sonrisa forzada, intentando mantener la compostura. Miró a Camila una última vez y añadió—: Hasta pronto, Camila.
—Hasta pronto, Cristian. Gracias por el paseo —respondió ella con dulzura, provocando que Gustavo apretara aún más los puños.
Cuando Cristian finalmente se marchó, Gustavo cerró la puerta de golpe y se volvió hacia Camila, quien seguía mirándolo con una expresión serena, como si todo estuviera bajo control.
—¿Qué demonios estás haciendo, Camila? —soltó él, con la voz cargada de frustración.
—Nada que te importe, Gustavo —replicó ella, caminando hacia el salón con aire despreocupado.
Gustavo la siguió, incapaz de contenerse.
—¡Claro que me importa! —exclamó, su tono subiendo un poco más de lo que habría querido—. ¿Por qué estás jugando con Cristian? ¿Quieres ponerme a prueba?
Camila se detuvo en seco y se giró para enfrentarlo, con una ceja arqueada y una chispa de desafío en sus ojos.
—¿Poner a prueba qué, Gustavo? Tú fuiste quien me rechazó hace años. Yo solo estoy disfrutando mi vida, algo que tú deberías aprender a hacer.
El silencio cayó entre ellos, cargado de tensión. Gustavo la miraba, buscando las palabras correctas, pero su mente estaba nublada por la mezcla de celos, deseo y culpa. Camila, por su parte, disfrutaba de tener el control por primera vez en mucho tiempo.
Finalmente, Gustavo rompió el silencio con voz grave:
—No sé cómo puedes pretender que no me afecte, Camila. No puedo ignorar lo que siento por ti.
Camila lo miró fijamente, sorprendida por su confesión, pero mantuvo su expresión neutral.
—Eso no cambia el hecho de que me rompiste el corazón, Gustavo. Si de verdad sientes algo, vas a tener que demostrarlo —dijo ella, antes de girarse y subir las escaleras, dejando a Gustavo solo, lidiando con el torbellino de emociones que ella había desatado.