Amor En La Oficina

Después de semanas intensas de trabajo, finalmente Sofía tuvo un respiro. Con la decisión del presidente aún en espera, los proyectos en la oficina habían dado una tregua, y por primera vez en mucho tiempo, Sofía se dio el lujo de tomarse un día para ella misma. Decidió aprovecharlo al máximo y salir a explorar la cultura coreana que tanto le fascinaba.

Pasó la mañana paseando por Insadong, un barrio lleno de historia y tradición. Probó dulces coreanos en los puestos callejeros, admiró las artesanías y visitó templos antiguos. Era un día perfecto para sumergirse en la esencia de Seúl, y cada rincón que descubría parecía acercarla más a la cultura de su nuevo hogar. Mientras caminaba por las calles, sintió una paz que hacía mucho no experimentaba, como si todo el estrés de la oficina se desvaneciera, aunque solo fuera por unas horas.

Pero, como si el destino tuviera otros planes para ella, su tranquilidad se vio interrumpida de manera inesperada. Al descender una escalera de piedra cerca de un templo, tropezó y se lastimó el tobillo. No era una lesión grave, pero el dolor la obligó a sentarse en un banco cercano para recuperarse. Sofía suspiró, resignada a esperar un poco antes de poder continuar con su día de exploración.

Mientras revisaba su teléfono, su corazón dio un brinco al ver que tenía una llamada: era el presidente Ji-Hoon. Con nerviosismo, aceptó la llamada.

“Sofía, he escuchado que tu equipo ha estado haciendo un gran trabajo. Necesito que revises algunos informes sobre el progreso de tu proyecto. ¿Dónde estás ahora?” preguntó Ji-Hoon con una voz firme, pero con un tono que mostraba preocupación.

“Estoy en Insadong, presidente. Solo... disfrutando del día, pero estoy un poco ocupada en este momento.” La voz de Sofía se tornó un poco más baja, y sin querer, un leve quejido de dolor se escapó de sus labios mientras intentaba acomodar su tobillo.

“¿Estás bien?” preguntó Ji-Hoon de inmediato, captando la inquietud en su voz.

“Sí, solo un pequeño percance. Es... nada serio,” se apresuró a decir, sabiendo que la verdad era otra.

“No me gusta la forma en que hablas. Dime dónde estás y voy a buscarte.”

Sofía sintió un torbellino de emociones. La idea de que el presidente Ji-Hoon viniera a buscarla la llenó de nerviosismo y vergüenza. “Presidente, realmente no es necesario...”

“Sofía, no discutas. Estoy en camino.” Y con eso, él cortó la llamada.

Mientras esperaba, la ansiedad la invadió. ¿Por qué había sido tan imprudente? Estaba con el presidente Ji-Hoon, y no sabía cómo iba a enfrentar la situación. Sin embargo, al mismo tiempo, había algo reconfortante en su preocupación.

Poco después, Ji-Hoon llegó en su lujoso automóvil oficial. A medida que se acercaba, Sofía no pudo evitar sentir un escalofrío recorrer su espalda. Él la miró desde el auto, y su expresión de seriedad se suavizó al verla sentada en el banco, con el tobillo ligeramente elevado.

“Sofía,” dijo mientras salía del coche y se apresuraba hacia ella. “¿Qué ha pasado?”

Ella bajó la vista, sintiéndose avergonzada. “No es nada grave. Solo tropecé y...” Su voz se apagó al ver la preocupación en sus ojos.

“Eso no parece nada trivial. Vamos a revisar ese tobillo.” Ji-Hoon se agachó para observar su pie, y cuando vio la leve hinchazón, su mirada se tornó aún más seria. “Voy a llevarte al médico. No quiero que ignores tus lesiones.”

Mientras él la ayudaba a levantarse y la guiaba hacia su auto, Sofía sentía una mezcla de alivio y nerviosismo. No solo porque él estaba allí, sino porque el hecho de que el presidente se preocupaba por ella significaba más de lo que se atrevía a admitir.

Durante el trayecto hacia el hospital, la tensión se hacía palpable en el aire. Sofía no sabía si estaba más nerviosa por estar en el mismo auto que el presidente o por tener que confesarle su torpeza. Sin embargo, sabía que no podía seguir resistiendo.

“Gracias por venir, presidente. No debí haberte molestado en tu trabajo,” finalmente se atrevió a decir, rompiendo el silencio tenso.

“No es una molestia. Tu salud es más importante que cualquier informe, Sofía.” La firmeza de su voz le dio una extraña tranquilidad, y por un momento, se sintió protegida.

A medida que el auto avanzaba por las calles de Seúl, Sofía reflexionaba sobre cómo había llegado a estar en esa situación. La mezcla de admiración y nerviosismo la envolvía, mientras se preparaba para enfrentar no solo su lesión, sino también la creciente complejidad de su relación con el presidente Ji-Hoon.

Continuará…