Arianna, una niña que perdió a su madre a la edad de cuatro años, vive con su padre, quien ha formado una nueva familia y tiene dos hijos más. La esposa actual de su padre la maltrata y fomenta la discordia entre ella y sus hermanos. Además, su padre ha cambiado notablemente desde que está con su nueva pareja y se deja influenciar por ella. Sin embargo, el hermano Ángel es el único que la trata con amabilidad y cariño. Ante esta situación insostenible, Arianna decide enfrentarse a su padre y expresarle su intención de abandonar el hogar.
Su padre se ríe en su rostro y le pregunta qué planeaba hacer, adónde iría si no tiene a nadie más en esta vida. Por su parte, su madrastra se aleja y le comenta a su esposo que tiene una idea, y ambos se dirigen al despacho, dejando a Arianna sola en la sala.
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capítulo 23: días difíciles
César: Ojalá esos dos años pasen rápidamente.
Arianna: Yo también lo espero.
César: ¿Qué te parece si nos detenemos aquí en el mercado y compramos algunas cosas?
Arianna: Como tú prefieras.
Ambos se bajan y entran al mercado. César pregunta qué pueden comprar.
Arianna responde: Podemos llevar algunas frutas y verduras; prepararé una sopa.
César dice: Creo que a mi abuelo le gustan las fresas. Voy a llevarme unas cuantas.
Arianna, sonriendo, le dice: ¿De verdad? No sabes con certeza lo que le gusta a tu abuelo. Eres increíble, César.
No estoy al tanto de nada de eso, responde César.
Bueno, compremos uvas también. ¿Qué te parece estas frambuesas? pregunta Arianna.
Toma lo que desees, al fin y al cabo es para que el abuelo crea. No creo que utilicemos todo, comenta César.
Mientras el abuelo esté en casa, las usaremos; no quiero que se desperdicie nada, responde Arianna.
No puedes seguir ocupándote de las tareas del hogar, Arianna; a mi abuelo no le agrada eso, dice César, visiblemente molesto.
Arianna: Te molestas por cualquier cosa; entonces, ¿ya buscaste a alguien que lo haga por ti?
César: No. Mientras tanto, compraremos comida afuera. Por eso mencioné que no utilizaremos todo esto. Mejor caminemos hacia la caja.
Arianna lo sigue, mostrando expresiones de descontento en su rostro. Una vez que finalizan las compras, regresan al auto, y César conduce de regreso a casa.
Arianna, de repente, tiene una idea y le dice: César, ¿qué te parece si le digo a la madre de mi amiga que venga a ayudarme? Sé que estará encantada de hacerlo.
Me parece una buena idea, pero deberás aclararle que solo se trata de los días en que el abuelo esté en casa, comenta César.
Arianna responde: Por supuesto, mañana hablaré con ella.
Ya hemos llegado, dice César, mientras aparca el auto. Al bajarse, observa que su abuelo está esperando en la puerta, acompañado de una señora y dos jóvenes.
Arianna pregunta: ¿Y ellas quiénes son?
No lo sé, responde César.
Ambos se dirigen hacia su abuelo.
Arianna: Hola, abuelo, ¿cómo estás?
Abuelo: Muy bien, cariño, gracias por preguntar.
César: ¿Quiénes son ellas, abuelo?
Abuelo: Por esa razón, los estaba esperando. Pasemos a la sala.
Arianna: Adelante, abuelo. Nosotros nos encargaremos de sacar algunas cosas del auto.
Abuelo: Eso puede esperar. Vamos adentro.
Arianna y César siguen al abuelo hacia donde están los demás.
El abuelo se sienta y les dice: Esta señora se llama Olga y será la encargada de mantener esta gran casa en orden. No me parece apropiado que tu esposa se ocupe de toda esta casa y también tenga que salir a estudiar.
Es necesario que la cuides, no puedes permitir que se fatigue tanto; de lo contrario, no podrá atender adecuadamente su matrimonio.
Permíteme presentarme, soy Olga. Ellas son mis asistentes, Celia y Cris. Un placer conocerlas, dicen las chicas. Arianna les da la mano y les da la bienvenida, mientras que César solo las observa en silencio, visiblemente molesto por los comentarios del abuelo.
Ahora ellas se encargarán de bajar las cosas del automóvil. Ustedes pueden ir a darse un baño juntos y luego bajar para cenar y compartir un momento conmigo. Arianna mira a César, abriendo los ojos en señal de preocupación.
César había comprendido la situación, pero al pensar que Arianna actuaba deliberadamente, respondió: Está bien, abuelo, vamos, cariño, bañémonos juntos, mientras la abrazaba para caminar.
Arianna avanzó a su lado, y al llegar al piso superior, le dijo: Ya puedes soltarme. Al ingresar a la habitación, ella añadió: ¿Estás loco? ¿Por qué no te quedaste con tu abuelo mientras yo me duchaba?.
César replicó: El abuelo dijo que debíamos hacerlo juntos.