La vida de Kitten siempre estuvo llena de dolor y humillaciones, condenada a vivir como una esclava en la casa del alfa. Ella era presa de las burlas de los cuatrillizos, hijos del alfa. Su único consuelo era que pronto tendría a su loba y con ello quizás encontraría a su mate.
Pero el destino se ensaña con ella cuando descubre que no solo tiene un mate, tiene cuatro y son aquellos que han hecho de su vida un infierno. Ante esto, Kitten teme aceptarlos por todo el dolor que le han hecho pasar, mientras que ellos buscan redimirse y ganarse su afecto, aunque sus personalidades arrogantes hacen difícil esta tarea.
¿Podrán los cuatro conseguir el perdón de Kitten y borrar todo el sufrimiento por el que la hicieron pasar?
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20. Dejarse llevar
— Kattie… no sé por dónde empezar — comenzó, su voz era baja, quebrada, cargada de una mezcla de emoción y dolor — Siempre he sido el fuerte, el que nunca puede mostrar debilidad. Pero contigo… contigo es diferente.
Levantó la mirada lentamente, cuando sus ojos se encontraron con los de Kattie, ella vio una tristeza profunda, una herida que había estado oculta bajo capas de orgullo y control.
— Siempre me he esforzado por ser el alfa que todos esperan. El que tiene que ser fuerte, el que no se permite fallar, ni vacilar. Pero… — Su voz tembló, y Kattie pudo ver cómo luchaba por mantener la compostura— Pero contigo, Kattie, me siento… indefenso. Siento que no soy suficiente, que no puedo ser lo que necesitas.
Se frotó la cara con ambas manos, tratando de ocultar la humedad que comenzaba a acumularse en sus ojos.
Cuando volvió a mirarla, su expresión era una mezcla de desesperación y sinceridad cruda, una vulnerabilidad que Kattie nunca había visto en él.
— Siempre he sentido que para ti, yo no era más que una sombra. Que a pesar de lo que hacía, nunca lograba captar tu atención de la manera en que lo hacían los demás. Sentía que era invisible.
Alex bajó la mirada de nuevo, luchando por mantener la compostura. Su voz se volvió quebrada, casi susurrante.
— Me dolía ver cómo te acercabas a Ian, sentía envidia de cómo podía acercarse y mostrar sus sentimientos tan fácilmente. Cuando yo ni siquiera sé cómo mostrarte lo que siento. Siempre he sido un hombre de acción, de decisiones firmes, pero contigo… contigo me siento perdido. — Dijo y no pudo evitar que sus ojos se nublarán, por las lágrimas — En mi incapacidad para mostrar mis sentimientos y llamar tu atención, te hacía mírame a los ojos, intentaba buscar en tus ojos una señal de que me notabas, que me respetabas… que al menos, me veías. — Continuó diciendo con la voz marcada por el dolor.
Finalmente, se levantó lentamente y se acercó a ella, con pasos inseguros. Se detuvo justo frente a ella, con su rostro a pocos centímetros del de Kattie. Sus ojos, que estaban llenos de una tristeza palpable, se encontraron con los de Kattie.
— No sé cómo decirte esto. Lo que siento por ti es más profundo de lo que quisiera admitir. Me he escondido detrás de una fachada de seguridad e indiferencia, sintiendo que si aceptaba lo que sentía, estaba traicionando a mi Luna; pero ahora, entiendo que todo tenía un porqué y me maldigo por no haberme acercado antes y seguir los pasos de Ian .
Sus palabras fueron como un golpe directo al corazón de Kattie. Ver a Alex, siempre tan fuerte, tan controlado, derrumbarse ante ella, era algo que nunca había imaginado. Sin pensar, se acercó a él y, con una mano temblorosa, tocó su rostro, limpiando algunas lágrimas traicioneras.
Mientras tocaba suavemente su rostro, y sin pensarlo sus labios se encontraron con los de él en un beso lleno de dolor, amor y una desesperación profunda.
Fue un beso que comenzó con una suavidad inesperada, cargado de una ternura que reflejaba tanto la comprensión de su dolor como su propio anhelo, pero pronto se convirtió en algo más intenso, más urgente.
La calidez del beso se convirtió en un fuego que los empezó a consumir.
Alex la sostenía como si fuera su salvavidas, como si temiera perderla si no la mantenía cerca.
Kattie sintió cómo su propio corazón respondía al dolor de Alex, y sin pensarlo, se dejó llevar por la intensidad del momento.
Alex la levantó en brazos, haciendo que ella instintivamente lo rodeará con sus piernas. Mientras la colocaba contra un árbol para sostenerla, con un brazo la sostenía de la cintura y con el otro le sostenía la nuca, tomando el control total e intensificando aún más su beso. Era como si quisiera fundirse en ella, como si con ese beso pudiera fusionar sus almas.
Kattie por su parte estaba inmersa en esas nuevas sensaciones, el dominio y control que ejercía Alex sobre ella lejos de asustarla la excitaba aún más, dejando escapar un pequeño gemido que no pudo contener, buscaba intensificar el contacto, lo quería más cerca. Fue cuando Alex escuchó su gemido y la sintió sin aire, que reaccionó.
Cuando finalmente se separaron, ambos estaban sin aliento, Alex la miró con una mezcla de asombro y alivio. Sus respiraciones eran irregulares y se entrelazaban entre si, aún agitados por la intensidad del beso mientras sus ojos se mantenían fijos el uno en el otro.
— Lo siento, Kattie — dijo Alex, con su voz ligeramente ronca — No quise asustarte ni hacerte sentir incómoda. Me dejé llevar, y... no supe contenerme.
Kattie, aún recuperando el aliento, lo miró con ojos llenos de una mezcla de emociones.
— No... no te preocupes, Alex. No es que me haya asustado — respondió ella, con su voz aún temblorosa, aún avergonzada — Solo... fue nuevo para mí. No esperaba que fuera tan... intenso.
Alex bajó la mirada, incapaz de ocultar su deseo. Con una expresión de sinceridad, se acercó a ella y la rodeó con sus brazos, buscando consolarla.
— Lo siento mucho. No quería hacerte sentir incómoda. Me dejé llevar, entiendo si eso te asusto.
Kattie, sintiendo la sinceridad en sus palabras y el calor de su abrazo, sonrió suavemente, intentando disipar la tensión del momento.
— Está bien, Alex. Yo también perdí el control. Solo... necesitaba un momento para procesar todo.
Se miraron el uno al otro, y poco a poco, la tensión entre ellos comenzó a desvanecerse. La seriedad del momento dio paso a una sonrisa compartida. La risa nerviosa de Kattie se unió a la risa suave y liberadora de Alex, creando un ambiente más relajado entre ellos.
— Entonces, ¿cómo te sientes ahora? — preguntó Alex, con un tono más ligero y casi juguetón.
Un Alex que nunca nadie había visto.
— Creo que mejor — respondió Kattie, todavía riendo. — Aunque tal vez podríamos mantener el próximo beso un poco menos... ardiente.
Alex rió, asintiendo con una sonrisa genuina, expectante por lo que sus palabras implicaban.
— Prometido. A partir de ahora, más besos tranquilos y menos... incendios forestales. Al menos hasta que estés lista.
El muro que los separaba y la tensión que antes existía cayó, ahora ambos se sentían a gusto, cómodos y tranquilos.
Con el ánimo más aliviado, ambos se levantaron y se dirigieron de regreso a la casa. El camino de vuelta estuvo lleno de conversación ligera y amena, ayudando a ambos a relajarse después de la intensidad del momento. La conexión que habían compartido seguía presente, pero la preocupación de Alex y la vergüenza de Kattie se habían desvanecido, dejándolos con una sensación de entendimiento y cercanía.
Autora la haga mate de los cuatrillizos