Haniel Estrada un hombre de 22 años lleva 1 año de aprendiz para detective su más anhelado sueño.
Cuando creía que todo iba a ser de lo más normal, empieza a recibir pistas que lo llevan a lugares extraños para solamente quedar en shock al descubrir cadáveres de mujeres adolescentes o jóvenes.
¿En que tipo de juego macabro estará involucrado y por qué a sido el el elegido para jugarlo?
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UN JUEGO MORTAL
Haniel se quedó paralizado, su corazón latiendo a toda velocidad, al ver a las tres chicas amarradas y amordazadas, completamente desnudas. Los rifles, sostenidos por un mecanismo, apuntaban a cada una de ellas, listos para disparar en cualquier momento. Su mirada se centró en Sofía, su hermana, y sintió un escalofrío de terror recorrer su espalda.
Por un momento, intentó correr hacia ellas, impulsado por el instinto de proteger a su familia. Pero el frío cañón que tocaba su nuca le hizo deshacerse de esa idea. La mujer de Marco lo tenía bajo control, y cualquier movimiento imprudente podría significar la muerte de las chicas.
"No te muevas, Haniel", dijo la mujer, su voz fría y calculada. "No queremos que nada salga mal".
Haniel se sintió atrapado, impotente ante la situación. Su mirada se centró en Marco, que observaba la escena con una sonrisa satisfecha.
"¿Qué vas a hacer con ellas?", preguntó Haniel, su voz temblorosa.
Marco se acercó a él, su mirada glacial. "Eso depende de ti, Haniel. Dependiendo de cómo juegues, podrían salir vivas... o no".
Haniel sintió un nudo en la garganta. Sabía que no podía confiar en Marco, pero tampoco podía permitir que las chicas murieran. Tenía que encontrar una forma de salvarlas, pero ¿cómo?
"¿Qué juego es este?", preguntó Haniel, intentando ganar tiempo.
Marco sonrió. "Un juego de supervivencia, Haniel. Un juego donde solo hay un ganador. Y si no juegas bien, todos perderán".
La mujer apretó el cañón contra la nuca de Haniel, recordándole que no tenía opción. Tenía que jugar, y tenía que ganar. Pero ¿a qué costo?
Marco se rió, disfrutando del momento. "Bueno, Haniel, te voy a explicar cómo conseguí tener a estas tres chicas aquí, en este preciso momento".
Haniel lo miró, con una mezcla de miedo y rabia. "¿Cómo pudiste hacer esto?", preguntó, intentando mantener la calma.
Marco sonrió. "Lo evidente es que Lucía fue la primera. La secuestré fuera de la preparatoria, frente a tu cara, Haniel. Mientras tú estabas como estúpido, siguiendo las investigaciones para tratar de averiguar quién era el asesino, yo ya tenía planes para ella. Y ahora, aquí está".
Haniel sintió un golpe en el estómago. No podía creer que Marco hubiera sido tan descarado.
"Y luego está Jessica, la hija del detective Rodríguez", continuó Marco. "Siempre estuve planeando algo para ella. Era justo lo que iba a pasar. Pero él, el detective, pensó que ya iba a cumplir con mi palabra. ¡Qué estúpido! Ahora está muerto, bajo tierra, y yo tengo a su hija aquí, a mi merced".
Haniel sintió un escalofrío recorrer su espalda. Marco era un monstruo, sin ningún tipo de conciencia.
"Y luego está Sofía, mi querida niña, mi querida hija, mi princesa", dijo Marco, con una sonrisa cruel. "Ella fue fácil de raptar. Pensó que estaba segura en casa, con su madre y ese revólver, esa magnum .357. ¡Ajá! Eso no es nada para mi querida esposa. Fue tan sencillo".
Haniel sintió que iba a vomitar. Marco había planeado todo esto, había manipulado a todos, y ahora tenía a las tres chicas en su poder. ¿Qué iba a hacer? ¿Cómo iba a salvarlas?
Marco sonrió, disfrutando del momento. "Ahora, Haniel, te voy a explicar en qué consiste el juego que vas a tener que jugar".
Haniel lo miró, con una mezcla de miedo y desesperación.
"Hay un mecanismo que sostiene cuatro rifles", comenzó Marco. "Uno para cada una de las tres chicas y uno para ti. Frente a cada rifle hay un tablero. En el tablero de las tres chicas hay tres interruptores cada uno. Cada uno de estos interruptores activa y dispara alguno de los tres rifles. Puede ser cualquiera de los tres, incluso el propio".
Haniel sintió un escalofrío recorrer su espalda.
"Frente al rifle donde vas a estar tú, solo va a haber un interruptor", continuó Marco. "El de tu propio rifle. Para activarlo, solo tienes que presionarlo".
Haniel miró a las chicas, que lo miraban con ojos desesperados.
"Vas a tener 5 minutos para tomar una decisión", dijo Marco. "Suicidarte para salvar a las tres chicas. Si no lo haces antes de los 5 minutos, los tres rifles de las chicas se van a activar, matándolas a las tres".
Las chicas comenzaron a llorar, desesperadas.
"Pero también les digo a las chicas", continuó Marco, "que si una de las tres chicas muere antes de que el tiempo llegue a su final, las otras dos chicas se salvarán y Haniel también. Dándole a entender que si alguna de las chicas presiona alguno de los interruptores y asesina a alguien de las chicas, las demás que queden con vida se salvarán y Haniel también, acabando el juego".
Haniel sintió que su mente estaba a punto de explotar. ¿Qué debía hacer?
"Sin importar el resultado, acabando el juego, quienes queden con vida serán libres", dijo Marco. "Y yo podré largarme de la vida de Haniel y de su familia para siempre".
La mujer de Marco empujó a Haniel hacia la posición designada, mientras él caminaba, observaba a las chicas con una mezcla de tristeza y horror. La niña, que suponía era la hija del detective Rodríguez, parecía aterrada, y Lucía no estaba mucho mejor. La visión de ellas, totalmente desnudas y amarradas, era incómoda para Haniel, pero lo que más le dolía era ver a su hermana Sofía en la misma situación.
La luz tenue de la lámpara que colgaba del techo permitía ver los detalles de la escena. La niña se orinaba por el miedo, y las muñecas de las tres chicas estaban rojas y lastimadas por las cuerdas que las mantenían amarradas. Haniel también notó un moretón en la cara de Sofía, cerca del ojo, y supuso que Marco la había golpeado cuando la secuestró.
El olor a orines y ratas abundaba en el sótano, y Haniel sintió náuseas. La atmósfera era opresiva y llena de desesperación. Las chicas parecían haber perdido toda esperanza, y Haniel se sentía impotente para ayudarlas.
Al llegar a su posición, Haniel se detuvo frente al rifle que lo esperaba. La mujer de Marco lo miró con una sonrisa cruel y dijo: "Recuerda, Haniel, tienes 5 minutos para tomar una decisión. Si no lo haces, las chicas morirán".
Haniel miró el reloj que colgaba de la pared, y vio que el tiempo comenzaba a correr. Tenía que tomar una decisión, pero ¿cuál? ¿Podría sacrificar su propia vida para salvar a las chicas? ¿O encontraría otra forma de salvarlas? La tensión y el miedo lo consumían mientras el tiempo se agotaba.
Marco activó el mecanismo y el reloj empezó a contar hacia atrás. Las mordazas que tenían las chicas cayeron automáticamente y empezaron a gritar y a pedir ayuda. El sótano estaba muy sellado y ningún tipo de sonido salía de él.
La niña gritaba "¿Dónde está mi papá?" refiriéndose al detective Rodríguez. Lucía le decía a Haniel "Por favor, detective, ayúdeme, por favor, por favor, sáqueme de aquí". Sofía, la hermana de Haniel, le decía "No te atrevas a tocar ese botón, no te vas a disparar".
Haniel estaba desesperado, miraba el reloj como cada vez disminuía más y más. Lucía y la niña seguían desesperadas por querer zafarse de la situación.
Marco, a lo lejos, habló "Ya saben las reglas, chicas. Si él no se suicida, las tres mueren. Pero tienen la oportunidad de apretar uno de sus botones para tratar de salvarse ustedes mismas".
El tiempo se agotaba y la tensión en el sótano era cada vez más intensa. Haniel sabía que tenía que tomar una decisión, y rápido.
Montserrat salió de casa, pidió un taxi rápidamente y pidió que la llevara a la dirección que había escuchado que le dijo Haniel, antes de salir de casa había guardado en su bolso la magnum .357 y el frasco de sus medicamentos. Sentía mucha desesperación por lo que estaba pasando, Marco su antiguo esposo ahora tenía la vida de sus hijos en sus manos y necesitaba ir a salvarlos costara lo que costara.
Mientras el taxi avanzaba por las calles, Montserrat no podía evitar pensar en lo que podría estar sucediendo con sus hijos, Haniel y Sofía. ¿Estaban bien? ¿Estaban vivos? La angustia y el miedo la consumían, pero también la enfurecían. ¿Cómo podía Marco hacer esto? ¿Cómo podía poner en peligro la vida de sus propios hijos? Montserrat sabía que Marco era capaz de cualquier cosa, pero nunca pensó que llegaría tan lejos.
Monserrat cerró los ojos y apretó los dientes, tratando de ignorar el dolor que la consumía. El taxi avanzaba por las calles, llevándola cada vez más cerca de su destino. Ella sabía que no podía permitirse debilitarse ahora, no cuando sus hijos estaban en peligro.
Abrió los ojos y miró por la ventana, viendo cómo las calles se volvían cada vez más oscuras y desoladas. El dolor en su cabeza era como un martillo que golpeaba sin cesar, pero ella se enfocó en su respiración, tratando de mantener la calma.
De repente, el taxi se detuvo en un semáforo. Monserrat miró alrededor, viendo cómo la gente caminaba por la acera, ajena a su sufrimiento. Ella se sintió sola, pero sabía que no podía darse por vencida. Tenía que ser fuerte por Haniel y Sofía.
El semáforo se puso en verde y el taxi avanzó de nuevo. Monserrat se preparó para lo que estaba por venir, sabiendo que su vida y la de sus hijos estaban en juego.
Montserrat apretó los dientes y aguantó el dolor, sabiendo que no podía permitirse debilitarse en ese momento. El taxi continuó avanzando por las calles, y ella miraba por la ventana, tratando de prepararse mentalmente para lo que la esperaba. El dolor en su cabeza era agudo, pero ella lo ignoró, enfocándose en su objetivo: salvar a sus hijos.
Mientras tanto, su mano derecha se cerró en un puño, apretando la empuñadura de la magnum .357 que llevaba en su bolso. Estaba decidida a hacer lo que fuera necesario para proteger a Haniel y Sofía, incluso si eso significaba enfrentar a Marco y sus secuaces.
El taxi dobló una esquina y Monserrat vio que se acercaban a la dirección que Haniel le había dado. Su corazón latía con fuerza, y el dolor en su cabeza parecía aumentar con cada latido. Pero ella no se detuvo, sabiendo que estaba cerca de encontrar a sus hijos y salvarlos de las garras de Marco.
Después de un momento, el taxi llegó a la ubicación y Monserrat bajó de él, mirando alrededor con cautela. Se escondió entre los marrotarrones que rodeaban la casa, utilizando las sombras para cubrirse. Con la magnum .357 en la mano, se movió sigilosamente hacia la puerta principal, tratando de no hacer ningún ruido.
Llegó hasta la puerta y la abrió lentamente, escuchando cualquier sonido que pudiera indicar la presencia de alguien dentro de la casa. La casa estaba en total oscuridad, solo interrumpida por una pequeña iluminación que provenía del sótano.
Monserrat se detuvo un momento en la puerta, escuchando cualquier sonido que pudiera indicar la presencia de alguien dentro de la casa. El silencio era absoluto, solo interrumpido por el débil resplandor de la iluminación del sótano.
Con la magnum .357 firme en su mano, avanzó lentamente hacia el interior de la casa, sus ojos ajustándose gradualmente a la oscuridad. La atmósfera estaba cargada de tensión y miedo, y Monserrat podía sentir el peso de la ansiedad en su pecho.
Se acercó a la escalera que conducía al sótano, su corazón latiendo con fuerza. La iluminación débil provenía de allí abajo, y Monserrat sabía que era donde probablemente encontraría a sus hijos.
Se detuvo un momento en la escalera, escuchando cualquier sonido que pudiera provenir del sótano. De repente, escuchó un débil grito, seguido de un murmullo de voces. Monserrat reconoció la voz de Haniel, y su corazón se llenó de determinación.
Con la magnum .357 lista, comenzó a bajar la escalera, sus pasos silenciosos y deliberados. Estaba lista para enfrentar lo que fuera que la esperaba en el sótano.
gracias.