Dilata reencarna en su primera vida, con recuerdos de la segunda. Hará de todo para poder tener una mejor vida y ser feliz junto a su hijo.
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Nueva Vida.
Ya va una semana desde que llegamos a este lugar, hemos estado muy ocupados arreglando la casa y el terreno, amueblando con cosas compradas en el mismo pueblo, sacando la maleza para comenzar a cultivar algunas frutas y verduras, también plantamos unas lindas flores en el frente de la casa para que se vea más bonita y no tan abandonada.
Es la primera vez que veo a mi hijo tan relajado y contento, me ayuda de buena gana y con una sonrisa en la cara, en casa no utiliza su máscara pero cuando vamos al pueblo de compras se la coloca.
Secó el sudor que caía por mi frente, hacer esto es muy complicado.
Solo sacamos la maleza de una parte de la tierra en donde iría el cultivo y ahora estoy haciendo unos pequeños canales por donde correrá el agua.
Recorriendo todo al final de la valla encontramos un río que recorre en total los 3 terrenos que compré y es ese el agua que utilizare para el cultivo.
Es muy cansado hacer que el canal corra desde el río al cultivo y por eso lo hice cerca de la entrada del bosque.
Compramos semillas de muchos tipos en el mercado del pueblo y creo que en 2 días más podré comenzar a plantar.
Tuve que pagarle a un joven cochero del pueblo para que viniera día por medio para poder viajar al pueblo hasta pueda conseguir un caballo y aprenda a montar, mis padres no vieron necesario que aprendiera a montar porque teniamos los carruajes y sobre todo porque era más apremiante aprender modales y bordado para ser una "esposa adecuada".
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En los pocos ratos libres que tengo le enseñé algunas cosas a mi hijo, entre esas el manejo de la magia y la energía que almacenamos en nuestro cuerpo.
Del mismo modo yo igual he entrenado mucho, mi esposo decía que mi poder era inútil pero con los recuerdos de la segunda vida puedo buscar personas para vender mis ideas.
Por ejemplo, puedo hablar con el gobernador para presentarle un proyecto para mejorar los caminos y hacerlos de cemento.
De verdad que me sentía mal en el viaje que hice para escapar y planeo mejorar eso aunque sea en este pueblo.
Con la muerte prematura de mi hijo nunca pude saber cual era su poder, solo sé que tiene unas marcas muy extrañas y mi esposo decía que eran debido a una maldición.
Quiero que desde ya esté preparado para cualquier cosa que pueda pasar en el futuro.
No es difícil identificar la magia fluyendo por tu cuerpo cuando ya tienes experiencia previa, pero al tener dos experiencias de vida hay veces en las que siento que soy más Aura que Dilara, como el caso de la energía. Ya sé sentir la energía y utilizarla pero aún así tengo la sensación de estar aprendiendo desde cero.
Hoy es uno de los días en los que viene Dante, el cochero y tengo la intención de ir al pueblo a comprar semillas y un poco más de ropa, ya que al venir aquí trajimos muy poca.
–Buenas tardes Dante –saludo cuando abre la puerta para mi y Drystan.
–Buenas tardes mi señora –me tiende la mano ayudándome a subir.
–Ya te he dicho que me digas Dilara, después de todo tenemos el mismo estatus.
–Lo siento señorita, pero usted parece una dama de buena familia.
–No te preocupes, pero de ahora en adelante llámame por mi nombre.
Asiente y termina de cerrar la puerta.
Acomodó a Drystan en el asiento a mi lado listos para asumir esta tortura por más de una hora.
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Llevamos casi 40 minutos de tortura, vamos en silencio y mirando por la ventana, no vamos muy rápido ya que le pedí a Dante ir a este ritmo para no sufrir tanto.
Veo una canasta a la orilla del camino, no le presto mucha atención hasta que se mueve.
–¡Dante! –abro la ventanilla que comunica con el chófer– ¡Para el carruaje!
El carruaje da un frenazo brusco así que tengo que sujetar a Drystan para que no caiga.
–¿Qué sucede mami?
–Espera aquí –lo acomodó de nuevo y beso su frente– Vengo enseguida.
Abro la puerta del carruaje, bajo rápido y comienzo a correr hasta llegar a la canasta.
Me arrodillo y con cuidado muevo una tela con lo que está tapado todo.
Con lo que había dentro quedé muy sorprendida.
Un bebé.
Un pequeño bebé de cabellos negros azulados, mejillas regordeta y rosadas, unas manos diminutas, sus ojos cerrados durmiendo y vestido con un traje azul.
–¿Qué sucede señorita?
Dante llegó agitado a mi lado.
–Shhh –pongo mi dedo en mis labios para que guarde silencio– Vamos.
Tomó la canasta despacio para no despertar al bebé. Al llegar al carruaje nuevamente me ayuda a subir.
–Olvídate del mercado, primero vamos a ir a ver al gobernador.
Él solo asiente con la cabeza confundido.
Ya dentro del carruaje me resiven los ojos curiosos de mi hijo.
–¿Qué es eso mami? –trata de ver dentro de la canasta.
–¿Te gustaría tener un hermanito o hermanita?
Dejo que vea el interior de la canasta y sus ojos se abren sorprendidos.
–¿Quién es?
–Lo acabo de encontrar en el camino, unas personas lo abandonaron.
–¿Va a ser mi hermanito o hermanita?
–¿Quieres?
–¿Podré jugar con él?
–Por supuesto.
Muestra una sonrisa feliz y asiente con emoción.
Casi llegando al pueblo escuchamos un suave quejido venir desde la canasta.
El bebé está balbuceando despierto, unos grandes ojos color gris oscuro me devuelven la mirada, despacio lo tomo en brazos.
–Hola cariño.
Le hago unas leves caricias en su cara. Levanta sus brazos y toma mi dedo en su puño.
–Eres muy tierno ¿No crees cariño?
–Es muy lindo –Drystan se había puesto de pie en el momento que tomó al bebé en brazos y lo mira embelesado– ¿Pero es niño o niña?
–¿Quieres averiguarlo? –asiente rápido con su cabeza.
Meto al bebé de nuevo en la canasta y comienzo a desatar su ropa.
–Es un niño.
–Un hermanito para poder jugar ¡Si!
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Llegamos al pueblo y como lo indique antes Dante va directo a la oficina del gobernador.
–Ya estamos aquí señorita Dilara.
–Gracias Dante.
Bajo acompañada de los niños y entró en la oficina del gobernador.
–Buenos días quisiera hablar con el gobernador Russel, por favor.
–¿Tiene una cita? –el asistente nos mira con curiosidad, ni un poco con desdén.
–Lo siento pero no tengo, solo quiero hablar una cosa poca.
Justo en ese momento se abre la puerta y sale el gobernador.
–Oh que sorpresa.
–Buenas tardes gobernador Campbell –hago una reverencia como puedo con el bebé en brazos, Drystan también hace una como le enseñé.
–Buenas tardes señorita Dupeyrón –nos responde la reverencia y luego nos muestra una sonrisa.
–Quisiera hablar de algo con usted.
–¿Tiene alguna pregunta sobre los terrenos que compró?
–No, más bien es sobre lo que tengo en mis brazos –con un movimiento leve le muestro que ahora vengo con otro niño.
–¿Es su segundo hijo? –Se nota muy confundido.
–De eso quería hablar, veníamos de camino con mi hijo y encontramos a este pequeño en una canasta al lado del camino.
–¿Qué?
Tanto el gobernador como su asistente se mostraron sorprendidos y horrorizados.
–Quisiera adoptarlo.
no se arrepiente solo es su marido el dilema debería acabar con esa farsa ya que tiene apoyo así no va sola no le hará nada y este Raymond de todo por ella ya que puede ser que pronto haya bebe a bordo