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El Jardín De Las Máquinas Rojas

El Jardín De Las Máquinas Rojas

Status: Terminada
Genre:Terror / Completas / Época
Popularitas:281
Nilai: 5
nombre de autor: xNas

Víctor, un escritor fracasado, sigue un mapa hacia una ciudad imposible. En su camino, enfrenta espejos rotos, bibliotecas de hueso y circos delirantes, descubriendo que su peor enemigo es él mismo. Un viaje oscuro entre la locura, la creación y el vacío.

NovelToon tiene autorización de xNas para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo XII: El Relojero de Memoria

La lluvia no limpiaba, solo empapaba. Víctor caminó hasta que los faroles se convirtieron en ojos amarillos que lo seguían desde la distancia. El cartel del Relojero de Memorias colgaba torcido sobre una puerta de hierro con cerradura de engranajes oxidados. Al empujarla, el chirrido de los goznes despertó a los relojes.

El taller era un vientre de tiempo enfermo. Paredes cubiertas de relojes cuyas manecillas giraban al revés, techos de los que colgaban péndulos como lenguas metálicas, y mesas repletas de mecanismos desmontados: resortes que latían como corazones, ruedas dentadas mordiendo fragmentos de espejos, cadenas de oro goteando tinta negra. En el centro, un anciano encorvado ajustaba un reloj de bolsillo con herramientas que eran extensiones de sus dedos.

—Llegaste tarde —dijo sin alzar la vista, su voz un crujir de aceite viejo—. Pero el tiempo aquí es un cliente caprichoso.

El Relojero tenía ojos de cristal de roca, dentro de los cuales pequeñas manecillas giraban en espiral. Su piel, translúcida y marcada con cicatrices de mercurio, dejaba ver venas que bombeaban líquido plateado.

—Quiero recuperar un recuerdo —dijo Víctor, notando que el espejo en su estómago vibraba, mostrándole imágenes de una chica de cabello rojo bajo la lluvia.

—Todos quieren eso —respondió el anciano, abriendo el reloj de bolsillo para revelar un vacío en su interior—. Pero el precio es otro recuerdo. Uno que no estés dispuesto a perder.

Víctor señaló el reloj.

—¿Qué pasa si me niego?

El Relojero sonrió, mostrando dientes de cuarzo tallados con fechas y horas.

—Ya te has negado antes. Por eso estás aquí.

En las paredes, los relojes comenzaron a acelerar su tictac. Víctor sintió que el tiempo se enredaba en sus venas, apretando como un nudo corredizo.

—Mi primer beso —dijo finalmente—. Quiero recordarlo.

El Relojero asintió y abrió una caja de ébano llena de cristales de colores. Cada uno contenía una memoria:

Cristal rojo: Un niño llorando frente a un ataúd.

Cristal azul: Una mujer quemando cartas en un barril oxidado.

Cristal negro: Una máquina de escribir devorando páginas vivas.

—Elige el que darás a cambio —ordenó el anciano.

Víctor tocó el cristal negro. Al instante, una voz susurró dentro de su mente: "Escribir es robarle almas a la nada".

—No. Este —dijo, tomando el cristal azul.

El Relojero lo insertó en el reloj de bolsillo y giró la corona. El taller tembló. Los péndulos se detuvieron, y los relojes en las paredes comenzaron a sangrar aceite dorado.

—Acuéstate —indicó el anciano, señalando una mesa cubierta de agujas de plata—. El tiempo duele más cuando se remueve.

Las agujas se clavaron en la espalda de Víctor, conectándolo a un aparato de bronce que emitía un zumbido grave. El Relojero ajustó una palanca, y el mundo se desvaneció.

Tenía 16 años. La lluvia caía sobre el parque abandonado donde Clara lo esperaba, su cabello rojo brillando bajo la luz gris. No hubo palabras, solo el roce de sus labios tibios y el sabor a cerezas salvajes. Luego, ella corrió, riendo, y él supo que jamás volvería a sentir algo tan puro.

Víctor despertó jadeando. El recuerdo ardía en su pecho como brasa viva, pero algo faltaba.

—¿Dónde está Clara? —preguntó, notando que el cristal azul ahora estaba vacío.

El Relojero sostenía el cristal contra la luz, donde una mujer quemaba cartas en un bucle infinito.

—Ahora pertenece al taller —dijo, guardándolo en un cajón lleno de memorias similares—. El tiempo solo avanza cuando no lo miras.

Víctor tocó su sien. Un vacío palpitaba donde antes estaba el recuerdo de su madre cantándole canciones de cuna.

—¡No era ese el trato! —rugió, pero los relojes aceleraron su tictac, ahogando sus palabras.

El anciano lo miró con sus ojos-engranaje.

—Nunca eliges lo que crees elegir —murmuró—. Ahora vete. Tu siguiente prueba te espera.

Antes de que Víctor pudiera protestar, el suelo se abrió bajo sus pies. Cayó a través de un túnel de raíces y cables, aterrizando en un cementerio donde las lápidas tenían epitafios escritos en idiomas muertos. La cadena en su tobillo ahora incluía Relojero, y en su bolsillo, el espejo estomacal mostraba una nueva imagen:

Lilith, de pie sobre una montaña de relojes rotos, reescribiendo el tiempo con un cincel de hueso.

1
Ohara Shinosuke
🤩🤩 No puedo creer lo buena que es tu idea, sigue escribiendo así de bien.
Ms S.
nuevo capi cuando?¿
Naruto Uzumaki
Tu historia es como una droga para mí, no puedo esperar para leer más. (💉)
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