Ofelia no ha tenido suerte en esta vida desde su llegada. A su corta vida no ha sabido más que de sin sabores.
Luego de años de abuso y violencia, encuentra una segunda oportunidad en el amor, de la persona que menos hubiera imaginado.
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Capitulo 8
Ofelia
Todo paso muy rápido, estaba en la cocina, preparando algunas bandejas con entremeses, cuando sentí la puerta detrás, pensé que era Mary o alguna de las camareras, seguí acomodando la comida en las bandejas y no preste atención hasta que sentí unas manos en mi cintura. Pegué un salto del mismo susto y me dí la vuelta rapidísimo, quedando de cara con aquel tipo, el tipo burlón de la lavandería.
Se notaba que tenía algunas copas de más, podía sentir el olor a alcohol y a tabaco, él me sostenía de la cintura fuerte y decidido y me empujó hacia él, quedando tan pegados que sentía su respiración mezclarse con la mía.
- Señor, que está haciendo?- pregunté con miedo e intentando alejarlo, pero por mas que empujaba no me lograba separar ni un centímetro de él.
- Ofelia preciosa, te dije que me encantan así de jóvenes, y que tengo muchas ganas de enseñarte varias cosas, algo me dice que eres virgen, lo que solo hace que me gustes mucho más.
- No señor, por favor, déjeme terminar mi trabajo, no me comprometa.
- Nadie se va a enojar, ni a decirte nada, el dueño de la casa y yo somos socios, no se va a enojar porque nos perdamos un tiempo para poder f***ar.
Cuando dijo eso trague saliva, y mis ojos se abrieron grande como dos platos, f***ar? a caso este tipo me quería violar? El miedo me invadió y solo empujaba inútilmente, él no se movía ni un poco, por más fuerza que hiciera.
- No señor, por favor, solo déjeme ir, yo no quiero nada con usted, por favor.
- Preciosa, lo que quiero lo tengo, y te quiero desde que te ví en la lavandería, así que tú y yo nos vamos a divertir, quieras o no, que se negaran jamás fue un problema para mí es más, podría decirte que hasta me excita mucho más.
El intenta besarme, yo corro la cara y me toma por el pelo muy fuerte, mientras sigue sujetandome con la otra mano por la cintura, me besa a la fuerza, no correspondo y mantengo mis labios lo más cerrados posibles y es ahí cuando siento su lengua queriendo entrar a mi boca. Cómo no puede, me lame la boca y la cara, mientras sigo forcejeando por salir de esa situación. Él se enoja y me da un golpe de puño, es ahí donde quedó mareada, ya que me pegó muy fuerte y yo estaba inmovilizada. Y aprovecha para ponerme de espaldas y me tira sobre la isla de la cocina.
Me invade el miedo, empiezo a gritar, pero con tanta música nadie me escucharía, la cocina queda muy aleja del salón donde se llevaba la fiesta, las camareras y mozos habían estado quejándose de eso todo el día, ya que tenían que dar largos viajes para llevar los aperitivos y las bebidas. Sigo forcejeando y el vuelve a golpearme, para que me calle y me quedé quieta. Me quiere subir mi uniforme, y yo sigo retorciéndome, con su rodilla trata de abrir mis piernas, en el forcejeo me rompe el delantal y se desprende mi uniforme al perder unos botones. Empiezo a llorar por qué se hacía evidente que no iba a poder salir de la situación, lloro y le pido por favor que me deje ir, que no lo haga. En eso siento que alguien lo saca de un tirón de encima mío y le pide explicaciones, estaba tan asustada y peleando por salir de ahí que ni siquiera escuché cuando se abrió la puerta.
Era el otro señor de la lavandería, nuevamente apareció para sacarme de una mala situación. En el momento en que se quedó pidiendo respuestas al viejo asqueroso, al irse éste me pregunta si estoy bien, yo solo puedo disculparme y huir de ahí, me escondí en mi cuarto, asustada, llorando.
Me dí cuenta tarde que estaba sangrando mi nariz, fui hasta el baño de empleados y me lave la cara para sacar la sangre de mi rostro e intentar detener la que seguía bajando. Me cambié el uniforme, ya que estaba manchado y desgarrado. En cuanto tuve un momento para respirar, me senté y lloré , lloré mucho y una vez que termine de sacar toda esa tristeza y amargura, me lave la cara y seguí, no podía tomarme el tiempo de quedarme ahí lamentándome.
Espero que la fiesta vaya apaciguando, y cuando veo que gran parte se ha ido o están en las habitaciones que les habían sido asignadas, salí a mi tarea nocturna, la recolección de vasija. Muchas veces me gustaba está tarea, la hacía sola, en la tranquilidad de la noche, nadie me molestaba, ya tenía un recorrido armado para evitar lo más posible al señor de la casa, de forma de evitar cualquier situación poco agradable, aveces no tenía tanta suerte y me lo cruzaba, pero por suerte ya eran pocas. Trataba de salir antes de que él llegue a la casa, o una vez estuviera en su habitación con su esposa, aunque aveces lo cruzaba caminando por los pasillos, tenía insomnio supongo.
En esa tarea iba cuando alguien asomó por una de las puertas, en el pasillo donde se iban a quedar huéspedes. Me dió tremendo susto y miedo encontrarme con ése señor en el pasillo. Él jamás me había tratado mal, es más, las veces que lo crucé en la casa, siempre intercedió por mi de una manera u otra, de todas formas me daba mucho vergüenza que me haya visto en esa situación en la cocina. Me sentí sucia, avergonzada.
Le pedí que no dijera nada de eso, seguramente el señor Leggio no lo tomaría bien y estoy segura de que solo me traería problemas a mi y no al viejo baboso. Terminé de juntar la vajilla, y me apure a la cocina, no quería cruzarme a nadie más, ni aventurarme a coincidir nuevamente con el viejo asqueroso.
El que me preocupa es el profesor Tiziano, creo que no me quedan dudas de que el es el cómplice y espía de Graviano dentro de la casa