Júlia Mendes se mudó a Nueva York después de la muerte de su madre, después de perder su trabajo, por pura suerte del destino, consigue uno como niñera en la casa del director general. Lincoln es uno de los más grandes CEO de todos los tiempos, después de la separación vive para la empresa y los encuentros casuales. ¿Podrá Júlia, una simple niñera, conquistar el corazón de hielo del director ejecutivo? ¿O el mujeriego CEO se ganará el corazón de oro de nuestra querida Júlia?
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Capítulo 18
Me despi con la boca de Soraya en mi miembro erecto, cerré los ojos y disfruté de la sensación de placer que me invadió, pero luego recordé que tendría que enfrentarme a esa niñera insolente y cretina. ¿Quién se cree María Julia para golpear la puerta en mi cara? Solo pensar en ella me genera un deseo más intenso y una rabia se apodera de mi cuerpo. Mis manos fueron automáticamente hacia el cabello de Soraya, obligando a su boca a recibirme más profundo y más rápido, imaginando que era la boca pequeña de esa insolente. Con mi p4u en su boca, dudo que ella vuelva a desobedecerme. Mientras pensaba en mi p4u en los labios gruesos de María Julia, g0z0 intensamente, pero lamentablemente en la boca de Soraya.
Cuando ella se sube y viene a besarme, frotando su intimidad contra mi miembro, la aparto y me dirijo directamente al baño.
Soraya: "Maldición, Lincoln, ¿me vas a dejar así, toda mojada por ti?" - Dijo, pero yo continué caminando hacia el baño. Maldición, no puedo tener relaciones sexuales con una pensando en otra, eso es asqueroso.
Ayer, después de dejar a los niños y a María Julia en la mansión, regresé a la empresa. No soportaba quedarme bajo su mirada juzgadora después de verme en la sala con Soraya.
Tuve una cena de última hora, me arreglé en la oficina, allí tengo ropa de emergencia. Soraya vino conmigo. La cena terminó tarde y no pude deshacerme de Soraya. Quizás para sacar a María Julia de mis pensamientos, decidí que podríamos volver a tener relaciones. Así sería más fácil para ella no tener ninguna expectativa sobre nosotros. Pero ver cómo se enfadó y se puso furiosa solo empeoró la situación, me hizo enojar y sentirme un poco decepcionado conmigo mismo. Lo peor es saber que perdí uno de mis momentos favoritos con mis hijos.
Miro el reloj y ahora me doy cuenta de otra mierda, ya son más de las nueve. Maldición, perdí otro momento con mis hijos.
Soraya: "Me llevarás primero a casa, necesito ropa limpia, y después podemos ir juntos a la empresa" - dijo desnuda, yendo hacia el baño.
Lincoln: "Hoy no voy a trabajar, pero Fred te llevará, si puedes salir sin que los niños te vean, lo agradecería" - Digo mientras salgo de la habitación. Voy hacia la habitación de los niños pero no los encuentro, ni en la biblioteca. Ya me imagino dónde están, primero paso por la cocina para tomar una vitamina.
Lincoln: "Buenos días Jane".
Jane: "Buenos días, señor Evans" - respondió y no dijo nada más. Me encogí de hombros y abrí la nevera, pero no encontré mi vitamina.
Lincoln: "¿Dónde está la vitamina de hoy, Jane?" - pregunté, pero ella no se volteó para responder.
Jane: "Creí que ya se había ido, disculpe, señor Evans" - ella dijo, pero no se ofreció a hacerla, y ella sabía que yo estaba en casa porque probablemente las chicas de la limpieza ya habían abierto la puerta de mi habitación para limpiar. Tomé dos fresas y las fui comiendo mientras me dirigía al jardín, poniendo a Jane en mi lista negra junto con cierta niñera.
Cuando llego al jardín y veo lo hermosa que está María Julia en un vestido sencillo jugando con mis hijos, siempre siento alegría en mi corazón. Pero cuando me ven y mis gemelos no corren hacia mí como solían hacer últimamente, tengo miedo de volver a ser el padre desnaturalizado de antes.
María Julia: "Vayan a saludar a papá, niños" - pide la niñera. No veo más señales de rabia en su rostro, solo decepción y tal vez un poco de tristeza. Pensé que estaría haciendo lo mejor para nosotros al estar con Soraya, pero al parecer, lo que hice está lejos de ser considerado lo mejor.
Ellos se acercan a mí, pero no con tanta alegría. Mi corazón se rompe porque sé que la culpa es mía, ni siquiera avisé.
Lincoln: "¿Están bien, chicos?" - pregunté, y ellos asienten. Me acerco a María Julia y me siento en la manta extendida allí. Me doy cuenta de que tienen una cesta con frutas y sándwiches, mi estómago ruge. Cuando intento tomar un sándwich, siento un manotazo en mi mano, miro a la niñera y ella sonríe dulcemente, de forma cínica.
María Julia: "Disculpe, señor Lincoln, es para los niños, ¿no va a quitarles la comida de la boca, verdad?" - dijo dulcemente, y siento ganas de morderla.
Lincoln – María Julia, ¿podemos hablar? - pregunto porque siento la necesidad de conversar con ella.
Julia – Señor, está retrasado para el trabajo, así que creo que lo mejor sería que charlemos otro día - dice y ahora me doy cuenta de que hace un pequeño esfuerzo para ocultar que se ha conmovido con nuestra situación. - No corran demasiado lejos, niños.
Me siento mal al ver a mis hijos y a Julia alejarse de mí, aunque estén cerca, lo siento, siento que no estamos como antes, no sé cómo explicarlo.
Lincoln – Hoy no voy a trabajar – digo y ella respira profundamente, pero nunca me mira a los ojos. – Tú dijiste que no cambiarías conmigo, María Julia.
Julia – No he cambiado, señor, estoy tratándolo con el debido respeto, sigo cuidando a los niños – dice sin mirarme todavía.
Lincoln – Entonces, ¿por qué no me miras? – pregunto, tragándome el nudo que se ha formado en mi garganta, ¿por qué siento la necesidad de que ella esté bien conmigo?
Julia – ¿Qué esperabas, Lincoln? – pregunta ella mirándome ahora, y preferiría que no lo hubiera hecho, me siento culpable al ver que sus ojos no brillan tanto. – Me besas una mañana y por la noche estás teniendo relaciones con otra en la misma casa donde duermo. Sé que la casa es tuya y que no tengo derecho a estar molesta, pero ¿podrías al menos haber esperado un día? Has demostrado que no solo no me respetas, sino que también estás volviendo a ser ese padre indiferente. Debería haber adivinado que no querías cambiar.
Lincoln – No digas eso, María Julia – digo medio brusco, pero en un tono de advertencia bajo. – No sabes nada.
Julia – Está bien, señor, no tengo por qué discutir esto con usted, con su permiso – dice y cuando intenta levantarse, la sujeto para que permanezca sentada.
Lincoln – Sí fui a la empresa, trabajé, pero tuve una cena que no podía rechazar, se extendió hasta tarde y Soraya pidió que la llevara, me olvidé de avisarte.
Julia – No es a mí a quien debe pedir disculpas, señor Lincoln – dice mirándome directamente a los ojos como si estuviera desentrañando mi alma.
Lincoln – Lo sé, solo creo que debo hacerlo, estoy haciéndolo por nosotros, María Julia – digo y ella sonríe incrédula.
Julia – La próxima vez, señor Lincoln, tenga relaciones sobre mi cama y me llame para ver, entonces aplaudiré y diré: "hazlo por nosotros". Gritaré para animarlo – dice, su voz está cambiando, la conozco, está enfadada.
Lincoln – ¿Eso era lo que querías, María Julia? – pregunto inclinándome hacia ella, nuestros rostros quedan muy cerca, ella no vacila, me mira de vuelta. – ¿Estás enfadada porque decidí no arruinar nuestra relación de amistad que estábamos construyendo para ir a acostarme contigo y terminar lastimándonos? ¿Estás enfadada porque no fui yo con quien estaba teniendo relaciones ayer y toda la noche?
Termino de hablar y estoy jadeante, una lágrima solitaria cae de la cara de María Julia, espero la bofetada y no viene, y eso es peor que si me hubieran golpeado.
Lincoln – Julia, perdóname, no quería decir eso – digo y cuando voy a secar su lágrima, ella aparta mi mano.
Julia – Todo lo que quería era que me respetaras – dice levantándose e yendo hacia la casa.
Liana – Papá, ¿a dónde fue mamá Julia? – pregunta mi princesa acercándose, noto que dijo "mamá Julia" y sonrío.
Liam – ¿Estabas peleando con ella? – pregunta mi príncipe que es más observador, mirándome fijamente.
Lincoln – No, hijo, no estaba peleando con María Julia – digo con una voz un poco extraña, odiándome a mí mismo.
Liam – Vamos, Liana, a buscar a mamá Julia – dice tomándole la mano a su hermana, pero yo lo retengo en su sitio.
Lincoln – Papá quiere disculparse por anoche, estaba trabajando.
Liana – Mamá Julia dijo que a veces papá tiene que trabajar hasta tarde – dice y siento como si un cuchillo estuviera siendo clavado en mi pecho.
Soraya – Querido, ¿no le avisaste al conductor que me llevara? – dice acercándose y poniendo la mano en mi hombro. – Hola, niños.
Liam – ¿Dormiste aquí? – pregunta mi hijo astuto.
Soraya – Hola querido, tu padre me trajo ayer – responde y cómo dos niños de tres años pueden llegar a la conclusión de que no estaba solo en el trabajo? Lo sé porque me miran como si me juzgaran ahora.
Mis gemelos no dicen nada, Liam solo toma la mano de su hermana y se va adentro de la casa, la piscina está cubierta con protección, así que no hay peligro.
Lincoln – No debiste decirles nada y te avisé que no dejaran que te vieran, Soraya – hablo rudamente, arrepentido por lo que hice con los niños y la niñera responde con fuerza, voy hasta la cocina, que es donde sé que puede estar Fred, Jane cuando ve a Soraya cambia su expresión sonriente por una de reprobación – Fred, lleva a la señorita Soraya a su casa.
Hablo saliendo de la cocina y subo tras de Maria Júlia y los niños, voy hasta su habitación y encuentro a los tres acostados y abrazados en su cama.
Un hijo de p*** eres\, Lincoln\, me peleo conmigo mismo. ¿Cómo voy a hacer para reconquistarlos?
El resto del día lo pasé intentando animar a los niños con mi presencia y dejé que Megan se ocupara de todo en la empresa, ella también está enojada.
Después de hacer dormir a los niños, sigo a Maria Júlia hasta su habitación, aunque ella intenta cerrarme la puerta en la cara.
Lincoln – Necesitamos hablar – intento nuevamente.
Júlia – Ya hemos hablado, señor Lincoln – intenta cerrar de nuevo.
Lincoln – Por favor, Maria Júlia, estoy arrepentido de lo que hice.
Júlia – Vuelve el perro arrepentido, Con sus orejas tan llenas, Con su hueso roído
Y con la cola entre las patas – dice y me confundo.
Lincoln – ¿Qué demonios significa eso, Maria Júlia? – pregunto y ella se ríe.
Júlia – Si no conoces a Chaves no eres digno de mi atención – dice y como estoy distraído con su frase loca, ella se aprovecha y cierra la puerta en mi cara.
Maldición, ¿qué mierda quiso decir con eso? Vaya, voy a descubrir qué mierda es eso, si es la única forma en que ella hablará conmigo, lo descubriré.