Angela, una psicóloga promesa del país, no sabe nada de su familia biológica y tampoco le interesa saber, terminará trabajando para un hombre que le llevara directo a su pasado enterandose la verdad de su origen...
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CAPiTILO 11
En una mesa junto a la ventana, Daniela removía su taza de té con movimientos distraídos, mientras Ángela la observaba.
—¿Estás segura de que no quieres nada más que té? —preguntó Ángela, rompiendo el silencio con una sonrisa ligera—. Hoy invito yo.
—Créeme, si como algo más, mi estómago colapsa —dijo Daniela, esbozando una sonrisa débil—. Ha sido un día… extraño.
Angela entrecerró los ojos, curiosa.
—¿Qué pasó?
Daniela soltó el aire, como si soltarlo le quitara peso al pecho.
—Nada que no haya notado antes, solo que hoy fue más evidente. Mi jefe… se insinuó.
Ángela se incorporó, la sonrisa desapareció de su rostro.
—¿Cómo?
—Lo vi coqueteando con la jefa de marketing y minutos después me interceptó en el pasillo. No fue directo, pero sus palabras lo decían todo. “Si sabes a quién acercarte, puedes llegar lejos”, me dijo. Como si mi trabajo no bastara.
Ángela bajó la mirada, pensativa.
—maldito viejo pervertido, ahora si te toco renunciar no puedes seguir aguantando eso…
—No tengo otra opción… —Daniela se encogió de hombros—. Pero ya veré qué hacer antes de renunciar, le voy a dejar un recuerdo parque nunca se olvide quien es Daniela Lopez. Tú, mejor dime cómo fue tu primer día en la mansión. ¿Te gritó el jefe Vivanco? ¿Te lanzó una taza de café?
Angela soltó una pequeña risa.
—No… todo fue… raro. Aunque no como lo esperabas.
—¿Raro cómo? —preguntó Daniela, apoyando los codos en la mesa, lista para escuchar.
—Matt es adorable. Es callado, pero se comunica con la mirada, con sus gestos… Hoy hicimos nuestra primera sesión. Fue corta, pero intensa. Me mostró un dibujo. Estaba él… su mamá… y alguien más. No sé si era su papá. Pero se notaba que estaba procesando muchas cosas.
—¿Y Luc?
—Luc es… complejo. Intenta no parecer cercano, pero se le nota que le duele algo. Me preguntó si realmente quería el trabajo, si estaba ahí por dinero o por Matt. No me ofendí, pero entendí que está protegiéndolo con todo lo que puede.
—¿Y la bruja?
Ángela levantó una ceja.
—¿Abigaíl?
Daniela asintió con una risa contenida.
—Sigue fingiendo dulzura. Hoy se apareció cuando Luc y yo hablábamos. Lo llamó “prometido… como si eso fuera real.
—¡¿Qué?! ¿Prometido?
Ángela suspiró.
—Lo dice con una seguridad que asusta. Creo que hay un plan detrás. Pero no me importa. Mi prioridad es Matt, no el circo familiar que se traen entre ellos.
Daniela le tomó la mano sobre la mesa.
—Eres fuerte, Angie. Y Matt está en buenas manos.
Ángela sonrió con ternura.
—Gracias. Y tú no te quedas atrás. Mañana es otro día. Quizá uno de esos en los que el universo se pone de nuestro lado.
Daniela levantó su taza de té.
—Por ese milagro.
Ángela levantó la suya, y brindaron en silencio. Dos hermanas, dos batallas distintas, pero el mismo cansancio… y el mismo deseo de seguir adelante, juntas.
Al día siguiente...
La mañana en la oficina comenzaba con el aroma fuerte del café y el rumor lejano de teclas. En la sala privada de reuniones del último piso, tres hombres estaban sentados alrededor de una mesa de madera oscura, donde los documentos legales compartían espacio con tazas de café humeante.
Luc, con el ceño fruncido, se mantenía en silencio por unos segundos. Lucas hojeaba unos papeles sin perder su compostura y Miguel, se recostaba en la silla con los brazos cruzados, observando a su sobrino en una de las fotografías que sobresalía de una carpeta.
—¿Entonces…? —rompió el silencio Luc—. ¿Qué piensan del comportamiento de Matt?
Lucas dejó los papeles y se acomodó las mangas del saco.
—He revisado los informes de la psicóloga del colegio, y el progreso ha sido muy lento… hasta ahora. Pero, según lo que dijiste anoche, parece que con Angela hubo un cambio.
Miguel asintió con gesto más relajado.
—Matt reaccionó distinto. La abrazó, se le pegó sin miedo. Y eso no lo hace con nadie que no sea de la familia. Ni conmigo fue tan rápido.
Luc apretó la mandíbula, como si le molestara tener que admitir algo que ya sabía.
—Ella tiene algo… no sé qué es, pero Matt lo percibe. Y lo más extraño es que ella no lo fuerza. Le da espacio, lo observa.
—Esa es la clave —dijo Lucas—. La mayoría ve a Matt como un problema, no como un niño. Ella lo ve como niño, y eso Matt lo nota.
Miguel apoyó los codos en la mesa.
— Entonces ella debe seguir con las sesiones de Matt, si para nosotros fue difícil aceptar la muerte de Nacía y Saíd, para él será aún más ¿vas a permitir que ella siga verdad?
Luc no respondió de inmediato. Se pasó una mano por el rostro, cansado. Miró la carpeta abierta y luego desvió la vista hacia Lucas.
—Quiero que Ángela se quede. —Su tono cambió. Más firme—. ¿Y Cómo va la búsqueda?
Lucas comprendió de inmediato. Dejó el café y entrelazó los dedos sobre la mesa.
—Avanzando, pero lento. La persona que busco no dejó huellas digitales recientes. Los registros se detienen hace casi 19 años, justo después del accidente
Miguel se tensó.
—¿Estamos hablando de…?
Luc asintió con un leve movimiento de cabeza, dando a entender que si podían contárselo a Miguel también.
—La niña Reyes. La hija del socio de mi padre. La que desapareció en el mismo accidente donde murieron mi padre y los suyos, no encontraron ni rastro de ella.
Un silencio denso se instaló en la sala.
—¿Y por qué después de tantos años quieres encontrarla? —preguntó Miguel con cautela.
Luc bajó la voz. —Porque hay cosas que no encajan. El informe médico del accidente, la bitácora de vuelo… y ciertas cartas que encontré entre los documentos de mi padre. Cartas que él nunca debió tener por mas socios que eran, además quiero encontrarla a ella o a algún familiar para entregarle todo lo que le corresponde.
Luc lo miró fijamente.
—¿Crees que ella está viva?
Lucas sostuvo su mirada.
—Lo creo. Porque hay alguien que está tratando de ocultar todas las pistas, siempre que aparece algo nuevo, hay alguien que lo desaparece, testigos claves que aparecieron muertos en supuestos accidentes o por un infarto por eso quiero saber quién… y por qué.
__ si todo esto pasó hace 19 años, cuantos años tendría la persona que están buscando ustedes… espero y lo tengan claro que ya no es una niña, sino una adulta
__ cuando paso el accidente tendría un aproximado de 4 a 5 años, si esa niña está con vida como suponemos Será una adulta de 23 a 22 años.
__ entonces cuando falleció tu padre tu tenías unos 11 años, digamos que a esa edad ya podías recordar mas las cosas, en algún momento debiste escuchar hablar algo sobre esa niña, después de todo fue la hija del socio de tu padre y supongo que solo quedabas tu para poder manejar todos los negocios de tu padre en un futuro, tu mamá debió contarte algo. Miguel pregunto haciendo que Lucas se quede pensando.