Martina, una joven de 18 años, cree haber encontrado el amor en Sebastián, un hombre cinco años mayor que la deslumbra con su encanto en un concierto de rock. Sin embargo, lo que comienza como un romance apasionado pronto se convierte en una pesadilla. Sebastián resulta ser un manipulador y maltratador que, además de humillarla, la traiciona con su mejor amiga, Nora.
Devastada pero con el apoyo incondicional de su familia, Martina emprende un camino de autodescubrimiento y empoderamiento. Mientras Sebastián y Nora se sumergen en una relación tóxica llena de engaños, Martina renace, aprende a amarse y se reconstruye desde las cenizas. Su mayor venganza no será la ira ni el rencor, sino su felicidad y éxito personal.
Cuando la verdad finalmente sale a la luz y Nora queda embarazada de otro hombre, Sebastián recibe su merecido, quedándose solo y derrotado. Martina, en cambio, encuentra un amor verdadero y aprende que la única validación que necesita es la suya.
NovelToon tiene autorización de Giise Flor para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
CAPÍTULO XX
Nora se miraba en el espejo con el ceño fruncido. Su vientre, apenas abultado, era la prueba irrefutable de su error, de su imprudencia. Nunca había pensado en las consecuencias de su vida desenfrenada. Ahora, estaba sola. Sin Sebastián, sin un amante que se hiciera responsable, sin nadie a quien recurrir.
Había pasado los últimos días sumida en la angustia, tratando de encontrar una salida a su situación. Al principio, se convenció de que Sebastián volvería a ella, que al enterarse de su embarazo, dejaría su orgullo de lado y regresaría. Pero cuando intentó llamarlo, él nunca respondió. Ni siquiera un mensaje, nada. Lo conocía bien. Sabía que era terco, pero esto era más que terquedad: Sebastián la había borrado de su vida.
Con el teléfono en mano, repasó los contactos de su lista. Hombres con los que había estado en los últimos meses. Algunos con dinero, otros con poder, pero todos con algo en común: ninguno quería saber de ella ahora que estaba embarazada.
Decidió llamar a Julián, un empresario con el que había salido un par de veces. Sonó el tono varias veces antes de que él contestara.
—¿Nora? ¿Por qué me llamas tan temprano? —preguntó con fastidio.
—Necesito hablar contigo. Es importante —dijo ella, tratando de sonar calmada.
—Estoy ocupado. ¿No puede ser otro día?
—No —insistió ella—. Es sobre el bebé.
Hubo un silencio tenso en la línea antes de que Julián soltara una carcajada burlona.
—¿Me estás diciendo que crees que ese niño es mío? Por favor, Nora. Todos sabemos que no eres precisamente una mujer de una sola pareja.
Nora sintió cómo la sangre le hervía en las venas.
—Eres un imbécil, Julián —escupió, pero él ya había colgado.
Maldijo y lanzó el teléfono sobre la cama. Respiró hondo, tratando de calmarse. No podía rendirse. Aún le quedaban opciones.
Marcó el número de Diego, un abogado casado que siempre la había tratado con cariño. Tal vez él se haría cargo.
—Nora, ¿qué pasa? —preguntó Diego con voz tensa.
—Estoy embarazada, Diego. Y hay una posibilidad de que el bebé sea tuyo.
—¿Cómo? —La voz del hombre se llenó de pánico—. No, no, no. Eso no puede ser. Yo tengo una familia. ¿Estás loca? No vuelvas a llamarme.
El sonido del teléfono cortado resonó en sus oídos. Su desesperación crecía con cada rechazo. Intentó con otro. Y otro. Pero la respuesta siempre era la misma: indiferencia, desprecio, incredulidad. Todos la veían como una mujer fácil, un pasatiempo, alguien con quien divertirse pero no con quien asumir responsabilidades.
Desesperada, se vistió rápidamente y salió a la calle. Necesitaba aire. Necesitaba pensar. Caminó sin rumbo, con la mente nublada. La ciudad seguía su curso sin importarle su sufrimiento. Personas iban y venían, ocupadas en sus propias vidas, mientras ella se hundía en el miedo y la incertidumbre.
Se detuvo en una cafetería y se sentó en una mesa apartada. Pidió un café y se quedó mirando el líquido oscuro mientras sus pensamientos la consumían. ¿Qué haría ahora? Siempre había vivido despreocupada, creyendo que el mundo giraba a su favor. Pero ahora, cuando realmente necesitaba apoyo, se daba cuenta de que estaba completamente sola.
De repente, sintió una presencia familiar. Alzó la vista y vio a Martina entrando al lugar. Estaba radiante, con una sonrisa tranquila y una actitud confiada. Nora sintió un nudo en el estómago. Martina ya no era la misma chica insegura de antes. Se veía fuerte, feliz… y sin rastros de dolor por lo que había pasado con Sebastián.
Martina pidió su café y se sentó en una mesa cercana sin notar a Nora. Nora sintió una mezcla de envidia y amargura. Mientras ella se ahogaba en sus propios errores, Martina había seguido adelante, había encontrado la felicidad.
Por un momento, Nora pensó en acercarse. En contarle todo. Pero, ¿de qué serviría? Sabía que Martina no la perdonaría. Había destruido su amistad, había traicionado su confianza. No merecía su compasión.
Con un suspiro, se levantó y salió del café, dejando su café intacto. Caminó por las calles de Buenos Aires sin rumbo fijo, sintiendo por primera vez el peso de sus decisiones. No había escapatoria. Estaba sola. Completamente sola.
Afuera, la ciudad seguía su curso. Pero para Nora, el mundo tal como lo conocía había colapsado. Y ahora, por primera vez en su vida, tenía que enfrentarlo sin nadie a su lado.
Gracias autora por escribir, compartir esta historia