El Secreto Del Yerno Multimillonario

Un hombre de pantalones largos, camiseta y chaqueta negra fue visto corriendo desde el coche que lo traía del aeropuerto hasta el hospital. El largo y agotador viaje no hizo que renunciara a su determinación.

Le pidió al conductor que lo recogiera para llevarlo directamente al hospital para ver a su madre. No le importaba nada más. No le importaba estar cansado, no le importaba que sus ojos estuvieran pesados de sueño, pero de una cosa estaba seguro. Sólo quería ver cómo estaba su madre ahora.

Su salida de casa, su desaparición, hizo que Abraham se arrepintiera. Arrepentirse por haber demostrado que necesitaba estar lejos de sus padres. Sin embargo, Abraham sólo quería demostrar que podía.

"¡Madre!" Abraham gritó cuando abrió la puerta de la habitación e hizo que todos los que estaban allí dentro lo miraran.

Una hermosa mujer, ya no tan joven, estaba sentada con el cuerpo apoyado. Su rostro aún era dulce con el aura de autoridad que siempre había tenido.

Aquellos ojos antiguos miraron a Abraham con añoranza mientras él se acercaba a ella.

"Madre", dijo Abraham, besando los pies de su madre y abrazando a la mujer con las manos con una aguja intravenosa.

"Hijo mío."

"No llores, querida. Nuestro hijo ha vuelto", dijo un hombre que también era guapo, a pesar de su edad.

El hombre con el rostro aún fresco y hermoso parecía mirar a su primer hijo con una sensación de felicidad.

"Padre", Abraham lo llamó cuando el abrazo con su madre se deshizo y él abrazó a su padre, a quien tanto amaba.

No importaba el pasado de su padre. No importaban los problemas entre su madre y su padre. Abraham aún estaba agradecido. Abraham aún se enorgullecía de la figura paterna que estaba en sus brazos.

Su padre aún estaba sano. Su padre aún sabía cuál era su verdadera familia. La familia que estaba allí para él en los buenos y malos tiempos.

"¿Cómo estás, hijo? ¿Dónde has estado todo este tiempo?", preguntó Bara, el hombre con la belleza radiante de sus tiempos, liberando a su hijo de su abrazo.

Miró el cuerpo de su hijo de arriba abajo. Como si quisiera ver la condición de su hijo cuidadosamente.

"Estoy bien, padre. No tiene que preocuparse", dijo Abraham suavemente.

"¿Cómo no vamos a preocuparnos? No nos has contactado ni a tu madre ni a mí", interrumpió Almeera con su voz débil.

Abraham se sentó en el borde de la carretera. Bia, que estaba sentada en la silla, optó por mudarse para dar tiempo a su hermano y a sus padres.

"Perdóname, madre. Prometo que no voy a desaparecer de nuevo", dijo Abra sinceramente.

"¿Estás bien viviendo allí? ¿Estás cómodo viviendo solo sin nosotros?", preguntó Almeera, lo que hizo que Abraham se sintiera aún más débil.

"No llores, madre", dijo Abraham mientras enjugaba las lágrimas de su madre. "Estoy aquí. No voy a dejarte de nuevo."

Almeera asintió con la cabeza. Se sintió agradecida de poder ver y mirar a su hijo. De poder encontrar de nuevo la figura del niño fuerte que solía ser su fuerza cuando había problemas.

La figura del primer hijo que siempre la protegió. La figura del primer hijo que sabía cómo era su tristeza en el pasado e hizo que la relación entre Abra y Almeera fuera más cercana e íntima.

"Tienes que mejorar, madre. Tienes que comer bastante. No te enfermes de nuevo para que no me preocupe", dijo Abraham con el apodo cariñoso que Almeera tenía para él.

"Sí. Voy a mejorar. Estás aquí y mi mente estará en paz. Sólo estaba preocupada, hijo. Preocupada por ti."

...****************...

El reencuentro entre el niño y los padres después de tanto tiempo. Hizo que Almeera y Bara pasaran el tiempo con sus cuatro hijos. Abraham sintió que su familia no había cambiado.

Incluso aquel hombre aún era como un niño pequeño que siempre fue amado y orgulloso por sus padres. Hasta que la añoranza comenzó a disminuir porque la enfermera vino y dijo que Almeera necesitaba descansar bastante.

La enfermera también le dio una inyección a Almeera y la hizo dormir. Lentamente, Abraham comenzó a salir. Miró a su alrededor y vio a Bia sentada en la sala de espera frente a la habitación de su madre.

"¿Pensando en qué, eh?", preguntó Abraham suavemente.

Bia se volteó. Abrazó a su hermano con amor y fuerza.

"Casi se me escapa, hermano. Casi le cuento a mamá sobre la boda", dijo Bia honestamente.

"¿Y entonces?", preguntó Abraham con calma.

"Sí, inmediatamente me di cuenta cuando mamá preguntó de quién era la boda. Inmediatamente dije que era la boda de mi amiga", dijo Bia suavemente.

Abraham sonrió. "No tengas miedo. Cuando llegue el momento, voy a ser honesto con papá y mamá. Voy a contarles todo."

"¿Contar qué?", dijo la voz de un hombre que aún era firme y muy familiar.

Los cuerpos de los hermanos se tensaron. Ambos tragaron saliva cuando la voz muy familiar fue escuchada. Ambos voltearon la cabeza y, con seguridad, la figura que tanto amaban estaba de pie cerca de ellos.

"Padre", Abra y Bia llamaron juntos.

"¿Qué están escondiendo?", preguntó Bara suavemente e intentó sentarse entre su hijo y su hija.

El hombre de mediana edad tomó las manos de Abra y Bia gentilmente.

"¿Están jugando a los secretos con papá?"

"¡Claro que no!", dijo Bia en un tono mimado.

La niña que solía ser tan cercana a Bara. La niña que tanto amaba a Bara aún era la misma. La niña que siempre se apegaba a él y siempre preguntaba por él aún era la misma.

Bia, aunque ya no era joven. Abrazó a su padre con amor. El pequeño rostro lindo ahora había crecido.

"Bia y el hermano Abra sólo querían hacer una pequeña sorpresa", dijo Bia con razonamiento rápido. "Pero resulta que papá ya lo sabía. Papá ya lo escuchó. Entonces ya no es una sorpresa."

Bia parecía enfurruñada. La joven de dieciocho años parecía decepcionada.

"Sí... Lo siento, papá. Papá no sabía que querían hacer una sorpresa", dijo Bara con pesar.

Bia miró a su hermano. Empujó el cuerpo de Abra por detrás para que la siguiera.

"Ya que papá ya lo escuchó. ¿Qué tal si trabajamos juntos?", dijo Abraham, haciendo que Bara lo mirara.

"¿Te importa?"

"Claro, padre", dijo Abraham, abrazando a su padre por el lado. "Quiero hacer una sorpresa para mamá. Para que esté saludable y feliz de que estemos juntos de nuevo."

Bara asintió con la cabeza. "Buena idea."

"Quiero una cena en familia. Vamos a celebrar juntos, padre. Vamos a invitar al abuelo y a la abuela también", dijo Abraham con entusiasmo.

"Sí, cierto. El abuelo y la abuela tienen que ir", dijo Bia con entusiasmo igual.

Bara asintió con la cabeza. "Llamaré al abuelo y a la abuela más tarde, ¿ok?"

"Ok", Abra y Bia respondieron al unísono.

Sin embargo, al mismo tiempo, el tono de su celular hizo que Abraham bajara la cabeza. Tomó el objeto delgado y vio claramente el nombre de la mujer que ahora era su esposa legal.

"¿Aufa?", murmuró Abra con tensión.

"¿Quién es, hijo?", preguntó Bara a su hijo.

Abra rápidamente colgó la llamada y negó con la cabeza.

"Sólo un amigo."

~Continuará