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VENDIDA AL MEJOR POSTOR

VENDIDA AL MEJOR POSTOR

Status: Terminada
Genre:Traiciones y engaños / Novia sustituta / Matrimonio arreglado / Novia subastada / Amor-odio / Diferencia de edad / Completas
Popularitas:1.5M
Nilai: 4.8
nombre de autor: Yazz García

Ella siempre supo que no encajaba en esa mansión. No era querida, no era esperada, y cada día se lo recordaban. Criada entre lujos que no le pertenecían, sobrevivió a las humillaciones de su madre y a la indiferencia de su hermanastra. Pero nada la preparó para el día en que su madre decidió venderla… como si fuera una propiedad más. Él no creía en el amor. Sólo en el control, el poder y los acuerdos. Hasta que la compró. Por capricho. Por venganza. O tal vez por algo que ni él mismo entendía. Ahora ella pertenece a él. Y él… jamás permitirá que escape.

NovelToon tiene autorización de Yazz García para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Control

La mansión estaba en penumbras cuando Thalía cruzó el umbral de la puerta. Amelia ya debía estar dormida. Subió las escaleras con pasos arrastrados.

Abrió la puerta de la habitación que compartía con Adrián, esperando encontrarlo dormido.

Pero no.

Él estaba sentado en la orilla de la cama, con los codos apoyados en las rodillas y los ojos fijos en ella. Oscuros. Incómodamente lúcidos.

—Qué milagro que apareciste —soltó con una sonrisa torcida, cargada de veneno.

Thalía cerró la puerta detrás de sí y no respondió. Solo caminó hacia el perchero para colgar su chaqueta.

—¿Dónde estabas? —insistió él, levantándose.

—No tengo por qué darte explicaciones —dijo ella, sin mirarlo.

—¿Ah, no? ¿Y quién diablos crees que soy? ¿El idiota que solo sirve para darte un techo?

—Eres el idiota que me pidió abortar a su hijo.

Adrián la fulminó con la mirada.

—¿Y tú estás segura de que es mío?

Thalía giró lentamente, paralizada.

—¿Qué dijiste?

—¡Lo que escuchaste! —rugió él—. Solo estuvimos una vez. ¡Una maldita vez! Pero tú… tú pasas más tiempo con Joshua que conmigo. ¿O me vas a decir que no ha habido nada entre ustedes? ¿Seguro no te revolcaste con él también?

Ella parpadeó, atónita, como si las palabras le hubieran golpeado en la cara. Dio un paso hacia él. Y le dio una cachetada.

—¡Eres un maldito imbécil!

—¡Y tú una hipócrita! —gritó él, fuera de sí—. ¿Vienes a meterte en mi casa, a fingir que eres madre de mi hija, a querer jugar a la familia perfecta mientras vas y vienes de su casa como si nada? ¡Claro que tiene sentido! ¡Tal vez el niño es de él!

—¡Basta! —Thalía lo empujó con fuerza, pero él ni se movió.

—¿O no? ¿Es eso? ¡Dímelo, Thalía! ¡¿Te acostaste con ese imbecil?!

Ella abrió la boca, pero ningún sonido salió. Los latidos en sus sienes eran tan fuertes que sentía que el mundo se inclinaba. La visión le bailaba.

—No… puedo… más —susurró.

Adrián aún murmuraba cosas, caminando de un lado a otro, perdido en su rabia, hasta que escuchó un golpe sordo.

—¿Thalía?

Ella se había desplomado, justo frente a la cama. El cuerpo encorvado, las manos sobre el vientre, la respiración entrecortada.

—¡Thalía! —corrió hacia ella, arrodillándose, tomándola entre sus brazos—. ¡Mierda! ¡Thalía, mírame! ¡Respira, por favor!

Ella apenas podía mantener los ojos abiertos.

—No… me siento bien…

—¡Lo sé, lo sé! ¡Voy a llevarte al hospital! ¡Aguanta, por favor, aguanta!

Adrián la levantó en brazos con terror. El corazón se le desbocaba. Todo lo que había dicho segundos antes le pesaba como una condena.

Al llegar al hospital. Un rato después de haber ingresado a Thalía. Adrián caminaba de un lado a otro del pasillo, con las manos crispadas, las uñas marcándole las palmas, el rostro pálido y los ojos cargados de un miedo que ni siquiera quería reconocer. Había gritado, había insultado, había dicho cosas que jamás podría retirar… y ahora, Thalía estaba tras una puerta, inconsciente.

Y él, afuera, sintiéndose el peor ser humano del planeta.

—¿Familia de Thalía Muñoz? —preguntó finalmente una enfermera, saliendo de la sala.

Adrián se acercó.

—Sí. Yo… yo soy su esposo —respondió de inmediato—. ¿Está bien?

La enfermera asintió suavemente.

—Tuvo una bajada de presión provocada por el estrés y los vómitos. El embarazo sigue en pie, pero debe tener reposo. Y sobre todo… evitar tensiones.

Adrián tragó saliva.

Tensiones.

Como si pudiera quitar todo lo que él era de la ecuación.

—¿Puedo verla?

—Sí, pero no la alteres. Necesita descansar.

Adrián asintió. Caminó hacia la puerta con el estómago revuelto. Al entrar, la vio acostada, pálida, con una vía en el brazo y los ojos cerrados.

Se acercó despacio. Se sentó en la silla junto a la cama, por unos segundos solo la miró. Respiraba con calma, pero el gesto aún le mostraba agotamiento, tristeza… decepción.

Le acarició la mano con cuidado, como si tuviera miedo de romperla.

—Perdóname… —susurró—. Sé que no tengo derecho a pedirlo, pero… perdóname. No por lo que dije, sino por lo que no supe entender.

Thalía abrió los ojos lentamente. Sus pupilas se movieron hasta él.

—¿Qué haces aquí?

Adrián tragó saliva.

—Vine contigo. Te desmayaste. Me asustaste como nunca.

Ella giró la cara, evitando su mirada.

—No deberías estar aquí.

—Thalía, por favor…

—No quiero escucharte.

Él se levantó, desesperado.

—No puedes simplemente echarme ahora ¡Acabo de pensar que podía perderte! ¡A ti y al bebé!

Ella lo miró con los ojos húmedos.

—¿Y no era eso lo que querías? ¿Que lo perdiera?

Adrián sintió que algo dentro de él se quebraba. No tenía respuesta. Solo silencio. Solo culpa.

—No sé cómo reparar esto —murmuró—. Pero… estoy empezando a entender que no quiero perderte.

Thalía cerró los ojos otra vez, las lágrimas rodando silenciosas por sus mejillas.

Y él se quedó ahí.

Roto.

Mirándola sin saber si aún tenía tiempo para reparar todo lo que había destrozado con sus propias manos.

Unas horas más tarde le dieron salida a Thalía, con algunas precauciones.

El auto se detuvo frente a la mansión y Adrián bajó sin mirar atrás. No podía con su propio cuerpo, no podía con sus pensamientos.

Pero no estaba preparado para lo que venía.

—¡Adrián! —la voz profunda de su padre retumbó desde el vestíbulo. —acompáñame al despacho. Hablemos en privado.

Adrián levantó la vista. Ahí estaba el hombre que más había detestado y admirado en su vida, con su porte impecable, el ceño fruncido y las manos en la espalda. A su lado, uno de los empleados agachaba la cabeza, nervioso.

Al entrar al despacho, Adrián cerró la puerta detrás de él y rompió el silencio.

—¿Qué haces aquí? —Adrián soltó con frialdad.

—¿Qué hago aquí? ¿Estás hablando en serio? ¡Uno de tus empleados me informó que fuiste al hospital con esa mujer! ¿Qué demonios está pasando, Adrián?

Adrián no bajó la cabeza.

—¿Y qué si fui? ¿Desde cuándo tengo que pedir permiso para preocuparme por alguien?

—Desde que llevas el apellido que yo construí con años de sacrificio. ¡Desde que cada movimiento tuyo afecta el nombre de esta familia!

—¡Estoy harto de tu maldito apellido! —espetó Adrián, alzando la voz, con los ojos encendidos de rabia—. ¡Harto de tus reglas, de tu perfección, de tus estrategias para encubrir todo lo que no puedes controlar!

El silencio cayó por unos segundos. El mayordomo dio un paso atrás, sabiendo que aquello estaba a punto de explotar.

—¿Y ahora qué? —replicó su padre, más tenso que nunca—. ¿Acaso me vas a decir que te enamoraste de la mucama?

—Thalía… está embarazada —soltó Adrián, como un golpe seco.

Su padre lo miró, como si acabara de oír la blasfemia más grande del mundo.

—¿Estás demente?

Adrián no respondió.

—¿No te bastó haberle dado tu apellido a la hija de una cualquiera? ¡Hija de una huérfana sin linaje, sin historia, sin una gota de sangre digna en las venas! —gritó el hombre, rojo de furia—. ¿Ahora embarazas a la empleada de los De la Riva? ¿Qué sigue, Adrián? ¿Un circo?

Adrián apretó los puños, pero no se movió. No porque no quisiera, sino porque algo dentro de él temblaba. Era un niño otra vez. Un niño que nunca fue suficiente.

—Ella no se deshará del bebé —respondió con voz firme.

—Entonces haz que lo parezca. —Su padre se acercó—. Apóyala, hazle creer que estás con ella. La mantendremos en la mansión, en secreto. Cuando el niño nazca, nos desharemos de él. Y a ella… le diremos que murió.

Adrián retrocedió un paso. Como si las palabras lo hubieran golpeado en el estómago.

—¿Estás escuchando lo que dices?

—¡Estoy salvando tu vida, idiota! ¡Estoy salvando tu imagen, la de Amelia, la de toda la familia! Ese niño no puede existir.

Y entonces…

Un crujido. Una sombra.

Desde la puerta, la figura de Thalía, estática, con el rostro desencajado. Los ojos inundados en lágrimas.

—No… puede ser… —susurró.

Al escuchar, Adrián abrió la puerta de inmediato y la vio.

Thalía había escuchado todo.

Todo.

Y en su mirada no había rabia, ni furia.

Había destrucción.

1
Mary Tepox Lopez
muy buena historia gracias por escribir
Mary Tepox Lopez
todos tuvieron su final justo Adrian pago todo el daño que causó por elección ya que sabía perfectamente el daño que causo y nunca hizo nada por enderezar su camino,todo ser humano tiene libre albedrío de hacer o no hacer daño
Mary Tepox Lopez
no iban a reconstruir en ruinas si no en cimientos sólidos que les daba el amor que se tenían como familia
Tatiana Moreno Sierra
porque tanta humillación por una persona
JZulay
tengo un conflicto de emociones !!!!.
no continuaré ...by
JZulay
las acciones egoístas y avariciosas de la familia de Thalía, son entendibles aunque no aceptadas y justificables. Pero no comprendo las razones de Adrián !!!! 🤔
Polonia Nuñez
no confio en johua
wendy cordova
fuerte está novela con temas que se salen de lo cotidiano de lo que se lee acá me fascinó felicidades
JZulay
😳😯🥺🤦🏼‍♀️
Ximena Rios
Bueno
Mary Tepox Lopez
maldito Adrian dejalo en paz
Mary Tepox Lopez
que doloroso Hade ser su vida sin Thalia
Luz Cardenas
Adrian en si que es lo que quiere de ella que sea su esposa y madre de Amelia o solo quiere manejarla como un titere y que haga lo que le plazca con tan solo ordenarselos ,o quiere que en verdad lo quiera pero que el no de nada a cambio es contradictorio de alguna forma ,pero de cierta manera me molesta la actitud de Adrián que piensa que si sabe lo que quiere pero en realidad no sabe nada ni de su hija ,ni de Thalia y ni mucho menos de Él mismo que no sabe lo que sienten ...
Luz Cardenas
Adrian ya deja ese muro de frialdad que tienes y sobretodo acepta que Thalía te está diciendo tus verdades en la cara ,para que entiendas que tú debes admitir tus propios errores ....
Luz Cardenas
Adrián es un idiota por completo y le va a pesar haberlo hecho....
Luz Cardenas
querido Adrián deberías de empezar en involucrarse en la vida de tu hija y sobretodo poner más atención en cada detalle tanto de su hija como de Thalia si quiere iniciar un acercamiento pero con sinceridad pero no empezar a denigrarla ni humillarla solo dale su espacio y tener confianza si en verdad está empezando a nacer en el sentimientos hacia Thalia
Luz Cardenas
Adrián lo que siente es celos aunque no lo sepa o es difícil reconocer...
~√{©£¢%}✓¶🌟💖
Hay Thalia tu solita te buscaste lo que te hizo Adrián, a fin de cuentas estás casada y tú amigo te puede esperar en la escuela para platicar no irte a buscar a tu casa sabiendo los problemas que tienes con el ignorante de tu esposo
Luz Cardenas
pienso también que Joshua sería mejor pareja para Thalía...
Luz Cardenas
esa familia de Adrián son un completo desgraciados manipuladores..
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