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VENDIDA AL MEJOR POSTOR

VENDIDA AL MEJOR POSTOR

Status: En proceso
Genre:Traiciones y engaños / Novia sustituta / Matrimonio arreglado / Novia subastada / Amor-odio / Diferencia de edad
Popularitas:15.6k
Nilai: 5
nombre de autor: Yazz García

Ella siempre supo que no encajaba en esa mansión. No era querida, no era esperada, y cada día se lo recordaban. Criada entre lujos que no le pertenecían, sobrevivió a las humillaciones de su madre y a la indiferencia de su hermanastra. Pero nada la preparó para el día en que su madre decidió venderla… como si fuera una propiedad más. Él no creía en el amor. Sólo en el control, el poder y los acuerdos. Hasta que la compró. Por capricho. Por venganza. O tal vez por algo que ni él mismo entendía. Ahora ella pertenece a él. Y él… jamás permitirá que escape.

NovelToon tiene autorización de Yazz García para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Control

La mansión estaba en penumbras cuando Thalía cruzó el umbral de la puerta. Amelia ya debía estar dormida. Subió las escaleras con pasos arrastrados.

Abrió la puerta de la habitación que compartía con Adrián, esperando encontrarlo dormido.

Pero no.

Él estaba sentado en la orilla de la cama, con los codos apoyados en las rodillas y los ojos fijos en ella. Oscuros. Incómodamente lúcidos.

—Qué milagro que apareciste —soltó con una sonrisa torcida, cargada de veneno.

Thalía cerró la puerta detrás de sí y no respondió. Solo caminó hacia el perchero para colgar su chaqueta.

—¿Dónde estabas? —insistió él, levantándose.

—No tengo por qué darte explicaciones —dijo ella, sin mirarlo.

—¿Ah, no? ¿Y quién diablos crees que soy? ¿El idiota que solo sirve para darte un techo?

—Eres el idiota que me pidió abortar a su hijo.

Adrián la fulminó con la mirada.

—¿Y tú estás segura de que es mío?

Thalía giró lentamente, paralizada.

—¿Qué dijiste?

—¡Lo que escuchaste! —rugió él—. Solo estuvimos una vez. ¡Una maldita vez! Pero tú… tú pasas más tiempo con Joshua que conmigo. ¿O me vas a decir que no ha habido nada entre ustedes? ¿Seguro no te revolcaste con él también?

Ella parpadeó, atónita, como si las palabras le hubieran golpeado en la cara. Dio un paso hacia él. Y le dio una cachetada.

—¡Eres un maldito imbécil!

—¡Y tú una hipócrita! —gritó él, fuera de sí—. ¿Vienes a meterte en mi casa, a fingir que eres madre de mi hija, a querer jugar a la familia perfecta mientras vas y vienes de su casa como si nada? ¡Claro que tiene sentido! ¡Tal vez el niño es de él!

—¡Basta! —Thalía lo empujó con fuerza, pero él ni se movió.

—¿O no? ¿Es eso? ¡Dímelo, Thalía! ¡¿Te acostaste con ese imbecil?!

Ella abrió la boca, pero ningún sonido salió. Los latidos en sus sienes eran tan fuertes que sentía que el mundo se inclinaba. La visión le bailaba.

—No… puedo… más —susurró.

Adrián aún murmuraba cosas, caminando de un lado a otro, perdido en su rabia, hasta que escuchó un golpe sordo.

—¿Thalía?

Ella se había desplomado, justo frente a la cama. El cuerpo encorvado, las manos sobre el vientre, la respiración entrecortada.

—¡Thalía! —corrió hacia ella, arrodillándose, tomándola entre sus brazos—. ¡Mierda! ¡Thalía, mírame! ¡Respira, por favor!

Ella apenas podía mantener los ojos abiertos.

—No… me siento bien…

—¡Lo sé, lo sé! ¡Voy a llevarte al hospital! ¡Aguanta, por favor, aguanta!

Adrián la levantó en brazos con terror. El corazón se le desbocaba. Todo lo que había dicho segundos antes le pesaba como una condena.

Al llegar al hospital. Un rato después de haber ingresado a Thalía. Adrián caminaba de un lado a otro del pasillo, con las manos crispadas, las uñas marcándole las palmas, el rostro pálido y los ojos cargados de un miedo que ni siquiera quería reconocer. Había gritado, había insultado, había dicho cosas que jamás podría retirar… y ahora, Thalía estaba tras una puerta, inconsciente.

Y él, afuera, sintiéndose el peor ser humano del planeta.

—¿Familia de Thalía Muñoz? —preguntó finalmente una enfermera, saliendo de la sala.

Adrián se acercó.

—Sí. Yo… yo soy su esposo —respondió de inmediato—. ¿Está bien?

La enfermera asintió suavemente.

—Tuvo una bajada de presión provocada por el estrés y los vómitos. El embarazo sigue en pie, pero debe tener reposo. Y sobre todo… evitar tensiones.

Adrián tragó saliva.

Tensiones.

Como si pudiera quitar todo lo que él era de la ecuación.

—¿Puedo verla?

—Sí, pero no la alteres. Necesita descansar.

Adrián asintió. Caminó hacia la puerta con el estómago revuelto. Al entrar, la vio acostada, pálida, con una vía en el brazo y los ojos cerrados.

Se acercó despacio. Se sentó en la silla junto a la cama, por unos segundos solo la miró. Respiraba con calma, pero el gesto aún le mostraba agotamiento, tristeza… decepción.

Le acarició la mano con cuidado, como si tuviera miedo de romperla.

—Perdóname… —susurró—. Sé que no tengo derecho a pedirlo, pero… perdóname. No por lo que dije, sino por lo que no supe entender.

Thalía abrió los ojos lentamente. Sus pupilas se movieron hasta él.

—¿Qué haces aquí?

Adrián tragó saliva.

—Vine contigo. Te desmayaste. Me asustaste como nunca.

Ella giró la cara, evitando su mirada.

—No deberías estar aquí.

—Thalía, por favor…

—No quiero escucharte.

Él se levantó, desesperado.

—No puedes simplemente echarme ahora ¡Acabo de pensar que podía perderte! ¡A ti y al bebé!

Ella lo miró con los ojos húmedos.

—¿Y no era eso lo que querías? ¿Que lo perdiera?

Adrián sintió que algo dentro de él se quebraba. No tenía respuesta. Solo silencio. Solo culpa.

—No sé cómo reparar esto —murmuró—. Pero… estoy empezando a entender que no quiero perderte.

Thalía cerró los ojos otra vez, las lágrimas rodando silenciosas por sus mejillas.

Y él se quedó ahí.

Roto.

Mirándola sin saber si aún tenía tiempo para reparar todo lo que había destrozado con sus propias manos.

Unas horas más tarde le dieron salida a Thalía, con algunas precauciones.

El auto se detuvo frente a la mansión y Adrián bajó sin mirar atrás. No podía con su propio cuerpo, no podía con sus pensamientos.

Pero no estaba preparado para lo que venía.

—¡Adrián! —la voz profunda de su padre retumbó desde el vestíbulo. —acompáñame al despacho. Hablemos en privado.

Adrián levantó la vista. Ahí estaba el hombre que más había detestado y admirado en su vida, con su porte impecable, el ceño fruncido y las manos en la espalda. A su lado, uno de los empleados agachaba la cabeza, nervioso.

Al entrar al despacho, Adrián cerró la puerta detrás de él y rompió el silencio.

—¿Qué haces aquí? —Adrián soltó con frialdad.

—¿Qué hago aquí? ¿Estás hablando en serio? ¡Uno de tus empleados me informó que fuiste al hospital con esa mujer! ¿Qué demonios está pasando, Adrián?

Adrián no bajó la cabeza.

—¿Y qué si fui? ¿Desde cuándo tengo que pedir permiso para preocuparme por alguien?

—Desde que llevas el apellido que yo construí con años de sacrificio. ¡Desde que cada movimiento tuyo afecta el nombre de esta familia!

—¡Estoy harto de tu maldito apellido! —espetó Adrián, alzando la voz, con los ojos encendidos de rabia—. ¡Harto de tus reglas, de tu perfección, de tus estrategias para encubrir todo lo que no puedes controlar!

El silencio cayó por unos segundos. El mayordomo dio un paso atrás, sabiendo que aquello estaba a punto de explotar.

—¿Y ahora qué? —replicó su padre, más tenso que nunca—. ¿Acaso me vas a decir que te enamoraste de la mucama?

—Thalía… está embarazada —soltó Adrián, como un golpe seco.

Su padre lo miró, como si acabara de oír la blasfemia más grande del mundo.

—¿Estás demente?

Adrián no respondió.

—¿No te bastó haberle dado tu apellido a la hija de una cualquiera? ¡Hija de una huérfana sin linaje, sin historia, sin una gota de sangre digna en las venas! —gritó el hombre, rojo de furia—. ¿Ahora embarazas a la empleada de los De la Riva? ¿Qué sigue, Adrián? ¿Un circo?

Adrián apretó los puños, pero no se movió. No porque no quisiera, sino porque algo dentro de él temblaba. Era un niño otra vez. Un niño que nunca fue suficiente.

—Ella no se deshará del bebé —respondió con voz firme.

—Entonces haz que lo parezca. —Su padre se acercó—. Apóyala, hazle creer que estás con ella. La mantendremos en la mansión, en secreto. Cuando el niño nazca, nos desharemos de él. Y a ella… le diremos que murió.

Adrián retrocedió un paso. Como si las palabras lo hubieran golpeado en el estómago.

—¿Estás escuchando lo que dices?

—¡Estoy salvando tu vida, idiota! ¡Estoy salvando tu imagen, la de Amelia, la de toda la familia! Ese niño no puede existir.

Y entonces…

Un crujido. Una sombra.

Desde la puerta, la figura de Thalía, estática, con el rostro desencajado. Los ojos inundados en lágrimas.

—No… puede ser… —susurró.

Al escuchar, Adrián abrió la puerta de inmediato y la vio.

Thalía había escuchado todo.

Todo.

Y en su mirada no había rabia, ni furia.

Había destrucción.

1
Carmen Patricia More
no no noooo la permita
Carmen Patricia More
maldito cobarde no permita que se la lleve
Emperatriz Reales
Si ya q le den un parado a esa bestia está bueno de q haga tanta maldad y quede impune , creo q ya es hora de sacar la basura de las calles , porq eso es lo q es Adrián
Emperatriz Reales
Es verdad lo q dice Joshua , el a cargado con ellos , les dio respeto , los amo , y par de mal agradecidos , porq callar es admitir
Emperatriz Reales
Autora no permita q dañe a Thalía , Joshua y Tiago , pobre Milo pagando cosas por un psicopata
bruja de la imaginación 👿😇
la verdad todo es culpa de su padre , ahora tiene las consecuencias del monstruo q crío y aunq sea como es me da un poco de lastima xq después se todo los villanos solo son los príncipes q nunca fueron rescatados
Suleima Dominguez Guzman
buen inicio
Suleima Dominguez Guzman
buen inicio autora me gusta tu novela
Emperatriz Reales
Pobre ojalá se escape y Tiago vea ese monstruo para q no caiga en la tentación , autora dale sabiduría a Tiago para q no caiga en las redes de este malvado disque hombre
Emperatriz Reales
Q bueno por ellos , ojalá esto no los separe
Emperatriz Reales
Eso es lo q tienen q hacer Thalía tan tonta q no permite abrirle los ojos a su hijo , tiene q saber la verdad absoluta no a medias , Adrián es perverso , sadico , mala entraña
Suleima Dominguez Guzman
buen inicio
Carlos Robledo
excelente historia
Emperatriz Reales
Me imagino q la sacara de la casa para q llegue Tiago y destruirle la vida como ha hecho con todo a su paso
Tiago ya eres grande para dejarte envolver como niño creo q los padres q te dio la vida te han enseñado valores ojalá no te corrompas con esa persona q dice ser tu padre , Thalía y Joshua hicieron mal al no decirte la verdad por cuidar tu ntegidad , ahora quien sabe lo. Q te espera al lado de este demonio
Emperatriz Reales
Lo q sí veo raro es q ella no le tubo hijos a Joshua
Emperatriz Reales
Q tipo más desgraciado y malo , perverso ojalá Thalía sepa manejar esto y él también
Carlos Robledo
Muy malo
Carlos Robledo
excelente
Emperatriz Reales
Pobre , perdón se ve q está podrida también , le quiere echar la culpa a Thalía, ella nunca le dio hijo a a Joshua
Yandisita Perea Maturana
pobre a melia la que más sufrió fue ella
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