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El CEO VIUDO ENAMORADO EN BORA BORA

El CEO VIUDO ENAMORADO EN BORA BORA

Status: En proceso
Genre:Romance / Yaoi / Amor a primera vista / Diferencia de edad
Popularitas:6.2k
Nilai: 5
nombre de autor: Mckasse

Arim Dan Kim Gwon, un poderoso CEO viudo, vive encerrado en una rutina fría desde la muerte de su esposa. Solo su pequeña hija logra arrancarle sonrisas. Todo cambia cuando, durante una visita al Acuario Nacional, ocurre un accidente que casi le arrebata lo único que ama. En el agua, un desconocido salva primero a su hija… y luego a él mismo, incapaz de nadar. Ese hombre es Dixon Ho Woo Bin, un joven biólogo marino que oculta más de lo que muestra.

Un rescate bajo el agua, una mirada cargada de algo que ninguno quiere admitir, y una atracción que ambos intentan negar. Pero el destino insiste: los cruza una y otra vez, hasta que una noche de Halloween, tras máscaras y frente al mar, sus corazones vuelven a reconocerse sin saberlo.

Arim ignora que la mujer misteriosa que lo cautiva es la misma persona que lo rescató. Dixon, por su parte, no imagina que el hombre que lo estremece es aquel al que arrancó del agua.

Ahora deberán decidir si siguen ocultándose… o si se atreven a dejar que el amor, como los latidos bajo el agua, hable por ellos.

NovelToon tiene autorización de Mckasse para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Dime qué me amas.

Arim bajó las escaleras con Sakura de la mano. La niña todavía tenía el cabello revuelto del sueño y se frotaba los ojitos. En cuanto lo vio, Dixon, que estaba en la mesa ayudando a preparar el desayuno, se sonrojó de golpe. No lo pudo evitar: la imagen de ese hombre, tan sereno llevando a su hija, lo desarmó.

Arim lo notó al instante y esbozó una sonrisa ladeada.

—Buenos días.

—Hola, buenos días.

—¿Como amaneces? —preguntó en tono bajo, mientras acomodaba a Sakura en una silla—. ¿Hay tiburón para desayunar?

Dixon tosió y fingió concentrarse en cortar el pan.

—¡Si...tiburón!

—No digas tonterías, Arim, tu hija se hará con ideas extrañas. Tengo lo usual. Tostadas, frutas, huevos, frutas, cereales, pancakes, chocolate, café y jugo.

—Claro, claro —replicó Arim, cruzándose de brazos—. Ya me queda claro que lo mío es provocarte incendios.

Sakura rió, sin entender del todo, pero señalando los pancakes que preparaban.

—¿Podemos ir a la playa después?

—Después del desayuno, princesa —respondió Arim, acariciándole el cabello. Luego miró de reojo a Dixon—. Seguro que tu amigo aquí se muere por enseñarte un par de trucos en el agua, ¿verdad?

Dixon lo miró de reojo, aún colorado.

—Si ella quiere, claro que sí.

—Siempre tan servicial. Es lo que más me atrajo de ti—murmuró Arim, en un tono que solo Dixon alcanzó a escuchar.

En ese momento llegaron Yuna y Anna, las hermanas de Dixon, con sonrisas abiertas.

—Buenos días.

—Hola a todos...¿y esta princesa?

Arim y Sakura las saludan.

—Hola me llamo Sakura.

—¡Wao.. Que hermoso nombre!

Dicción se aclaró la garganta y, con un gesto nervioso, presentó a sus hermanas.

—Ella es Yuna, y la más pequeña es Anna.

—¡Más pequeña dice! —bufó Anna, cruzándose de brazos.

—No tan vieja, no exageres —replicó Yuna, rodando los ojos.

Las dos se inclinaron hacia Sakura con sonrisas dulces.

—Qué niña más linda —dijo Yuna—. ¡Y qué educación!

—Gracias —respondió Arim, con una leve inclinación de cabeza.

Pero mientras tanto, los ojos de ambas se desviaban, una y otra vez, hacia su hermano y aquel hombre coreano que parecía tener más química con él que un fósforo con la gasolina.

Cuando Sakura terminó sus pancakes, Arim le indicó con suavidad:

—Anda, ve a lavarte las manos, cielo.

La niña asintió y bajó corriendo de la silla, dejando a los adultos solos.

Fue entonces cuando Yuna, con su sonrisa traviesa, dio el primer zarpazo:

—Vaya, vaya… qué rápido haces amigos, Dixon. Y los clientes son tan guapos y refinados.

Anna se apoyó en la mesa, cruzando la mirada con Arim.

—¿Y usted? —preguntó con descaro—. Me parece haberlo visto en otra parte.

Arim entrecerró los ojos, divertido.

—Yo también las vi a ustedes… en la fiesta trans.

Las dos hermanas se miraron, boquiabiertas. Dixon tragó saliva y casi se atraganta con su café.

—¿Qué… qué fiesta? —intentó salir al paso, nervioso.

Pero Anna, con un brillo malicioso en los ojos, fue directo al grano:

—Un momento… ¿acaso fuiste tú el que pagó esa millonada por nuestro hermano?

Arim no apartó la mirada, disfrutando la reacción. No le importa que sepan que es gay. Además esas serían sus futuras cuñadas. Si estaban en esa fiesta no tenía caso esconder lo que será obvio.

—Sí.

Las gemelas dieron un gritito ahogado y luego se cubrieron la boca, como si acabaran de recibir el chisme del año.

—¡Con razón! —exclamó Yuna—. Dixon no volvió esa noche a la fiesta.

—Y al día siguiente apareció como un fantasma, calladito y sonrojado —añadió Anna, riéndose.

—Ahora entendemos todo —remató Yuna, mirando a Dixon, que parecía querer que lo tragara la tierra.

Dixon murmuró algo incomprensible, bajando la cabeza.

Arim, por su parte, sonrió con satisfacción, encantado de ver al chico tan vulnerable.

En ese preciso instante, Sakura regresó, con las manos aún húmedas, y se trepó de nuevo a la silla. Las hermanas se pusieron más serias. No preguntaron por la mamá de la niña o si estaba casado o no. Ya más adelante tendrían tiempo para hablar con su hermano.

—¡Ya terminé! ¿Vamos a la playa?

Las hermanas de Dixon, recuperando la compostura, la rodearon con cariño.

—Claro, princesa, vamos a divertirnos. —Anna le revolvió el cabello con ternura—. ¡Seguro que Dixon y tu papá no podrán contigo en el agua!

La niña soltó una carcajada, mientras Dixon todavía no sabía si reír, llorar o matar a sus hermanas por bocazas.

—¡Sakura, ven! Te vamos a enseñar cómo hacer collares de conchitas —dijo Anna, llevándosela de la mesa.

La niña salió corriendo feliz y el ambiente quedó un poco más adulto. Fue entonces cuando entró Sergey Han Li. Se veía elegante hasta en ropa de playa, y saludó con la confianza de quien se sabe bienvenido.

—Buenos días, Dixon. Hola a todos— todos saludaron.

—Pensé que ya no venías.

—Dixon, mi amor— lo llamó con voz segura, posando una mano en su hombro—. Pensé que no me ibas a invitar a desayunar. Disculpa por llegar tarde

Arim apretó la mandíbula al ver cómo la mano de Sergey bajaba con naturalidad hacia la cadera de Dixon. Brayan un alumno de buceo de Dixon, también apareció, con su aire de suficiencia, y ocupó una silla frente a todos.

Arim, hizo creer que dejaba un plato en el fregadero cuando Sergey se apartó. Arim se inclinó un poco hacia Dixon, murmurando entre dientes.

—¿Siempre recibes a todos con tanta… cercanía?

Dixon arqueó una ceja, incómodo por el tono celoso.

—Es mi amigo, ¿qué quieres que haga, regañarlo?

—Pues no estaría mal —replicó Arim con un suspiro, alzando las cejas.

Ambos regresaron a la mesa llevando frutas y más café.

Brayan, que no perdía la oportunidad de molestar, habló en voz alta.

—Dixon, ¿me pasas la sal? —y cuando este se inclinó, deslizó descaradamente la mano sobre su muslo, bajo la mesa.

Arim lo vio. El nudo en su estómago se apretó y, aunque intentó disimular, su expresión se endureció. Dixon se removió en la silla, apartando la mano con rapidez.

—Brayan, no hagas eso —le dijo con firmeza.

—¿Qué? Fue un gesto de cariño —contestó Brayan, riendo con descaro.

Arim ya no escuchaba más. Se puso de pie con calma forzada.

—Voy por más leche ¿habrá más pan?—anunció, pero sus ojos se clavaron en Dixon con un brillo que el otro reconoció de inmediato.

—Si. Tengo en la despensa de atrás.

Cuando Dixon fue a la despensa a buscar la leche y más pan, Arim lo siguió. Apenas entró, cerró la puerta y lo empujó suavemente contra las estanterías, sujetando sus muñecas sobre su cabeza.

—¿Quién demonios es ese otro? ¿Quien es ese Sergey? —le preguntó en voz baja, con ese tono grave que hacía temblar más que gritar.

—Ya te lo dije… Sergey es mi amigo y es el dueño del acuario en Tahití—respondió Dixon, respirando rápido por la cercanía—. Somos amigos. Y el segundo es mi alumno. Le estoy enseñando lo que se para contratarlo luego.

Arim lo besó de golpe, profundo, hambriento, y al apartarse volvió a preguntar:

—¿Haces eso con tus amigos? ¿Qué diablos hace tocándote así?

—No es nada —negó Dixon, moviendo la cabeza—. Tú viste cómo lo aparté.

—No me mientas, Dixon —replicó Arim, acercando más su cuerpo—. ¿Fueron amantes tú y ellos?

—¡No! —respondió casi indignado—. Ellos sienten algo por mí, está claro… pero yo no. Nunca pasó nada. Tu fuiste mi primero.

Arim lo miró fijamente, como intentando leer en sus ojos. Finalmente, bajó las manos y en lugar de liberarlo, le agarró las caderas con fuerza, inclinándose a besarle el cuello.

—Más te vale que sea cierto —murmuró contra su piel—. Porque no pienso compartirte. Soy muy celoso. Deberías decirme que me amas para tranquilizarme.

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Maru19 Sevilla
Todo está muy bien y va estar mejor cuando Arim se sacuda a su perniciosa familia 😂😂😂
Maru19 Sevilla
Arim está muy manipulado
Maru19 Sevilla
Cuánta pasión 🥰🥰
Maru19 Sevilla
Que descanses autora🥰
💖
La nana quiere al jefe
💖
Ya entendí es homosexual
💖
Una protagonista vestido de hombre /CoolGuy/
Erika Estrada
me encanta ojalá puedan estar juntos los tres 🤭
Maru19 Sevilla
Que bonito capítulo 👏
Maru19 Sevilla
Que posesivo! 🤭🤭🤭
Erika Estrada
entiendo a Sergey pero en el corazón no se manda y espero que ahora sí el domador de Delfines saque la casta que debe🤭
Erika Estrada
OMG por qué no hay hombres así en mi pueblo ☺️☺️
Yandi Perea Maturana: esos hombres solo existen y están en noveltoon🤣😂🤣😂🤣😂
total 1 replies
Maru19 Sevilla
Jajajaja que buen capitulo
Mckasse Escritora
🥰🥰🥰🥰🥰gracias por leer
Maru19 Sevilla
Me encantan tus novelas autora /Heart/
Maru19 Sevilla
A poco no le tentación, saber quién es /Slight/
Maru19 Sevilla
Ni modo a recetearse Alfa
Mckasse Escritora: jajaja está buena esa
total 1 replies
Maru19 Sevilla
Ah, pillines/Drool/
Maru19 Sevilla
Picarones/Chuckle/
Mckasse Escritora
muchas gracias
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