Nadie recuerda cómo comenzó, pero en los viejos cuentos se dice que Sombravelo era un reino bañado en luz dorada, donde las estrellas brillaban en el día y la magia fluía como el agua en los ríos. Sin embargo, algo oscuro se apoderó del reino. Una sombra antigua, nacida de los miedos más profundos de la humanidad, comenzó a extenderse, transformando a sus habitantes en figuras retorcidas y grotescas. Este mal, llamado La Niebla Devora-Sueños, era invisible para el ojo humano, pero dejaba marcas en el alma.
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Capítulo 17: Ecos de Sombravelo
La vida de Elías comenzó a retomar un ritmo cotidiano, aunque las experiencias vividas en Sombravelo seguían dejando su marca. Las clases en la escuela, los días nublados del pueblo, y las noches tranquilas en su hogar ya no eran lo mismo. A veces, en los momentos más inesperados, sentía un leve susurro en el aire o un reflejo extraño en un charco de agua, como si una parte del otro mundo todavía estuviera presente, acechando en la periferia de su realidad.
Elías llevó consigo la piedra cristalina a todas partes. No era simplemente un recuerdo del mundo mágico que había dejado atrás; era una fuente de fuerza y un recordatorio constante de lo que había aprendido. La piedra brillaba con un resplandor sutil, como si respondiera a sus pensamientos y emociones, y en más de una ocasión, sintió que le hablaba con su luz parpadeante.
Un día, mientras caminaba por el bosque cercano a su casa, donde a menudo buscaba la soledad para reflexionar, el resplandor de la piedra se hizo más fuerte de lo habitual. Elías la sostuvo en su mano, mirando el destello dorado que parecía querer mostrarle algo. Sin saber exactamente por qué, comenzó a caminar más profundo en el bosque, guiado por una sensación inexplicable.
Con cada paso, el ambiente se volvía más extraño. Los árboles se alzaban de una manera casi familiar, y un ligero susurro recorría las ramas, trayéndole ecos de Sombravelo. Elías se detuvo cuando encontró un claro que no recordaba haber visto antes. En el centro del claro, había un pequeño círculo de piedras dispuestas en el suelo, y en el centro de esas piedras, un reflejo oscuro se alzaba como un espejo de agua.
Al acercarse, Elías se dio cuenta de que no era un charco común. La superficie parecía ondular con un movimiento propio, reflejando imágenes que no correspondían al mundo que lo rodeaba. Allí, en el reflejo, podía ver fragmentos de Sombravelo: el Árbol del Origen, el rostro de Nox y el zorro azul, Fennel.
El reflejo empezó a cambiar, y Elías vio algo que lo hizo estremecer. Era la Niebla Devora-Sueños, extendiéndose lentamente por el bosque de Sombravelo. Las sombras se alargaban y se retorcían, devorando la luz y cubriendo el paisaje con un manto opresivo. Sintió el peso del miedo resurgir, como si la oscuridad estuviera alcanzándolo incluso en el mundo real.
Elías apretó la piedra cristalina con fuerza, sintiendo su calor confortante. Recordó las palabras de su abuela: “La oscuridad puede intentar volver a surgir.” El eco de la advertencia resonó en su mente, y supo que la Niebla no estaba completamente derrotada. Su poder seguía vivo, buscando una forma de regresar y arrastrar consigo la luz que Elías había traído de vuelta.
Sin embargo, esta vez, Elías no se dejaría paralizar por el miedo. Había enfrentado sus sombras antes y había salido victorioso. Si la Niebla estaba buscando un camino de regreso, él no se lo pondría fácil. Pero, ¿cómo podría detener algo que no pertenecía a su mundo? La respuesta vino en un susurro desde el reflejo. Las palabras no eran claras, pero le indicaban que la conexión entre los dos mundos aún no se había roto por completo.
Decidido a actuar, Elías buscó a su abuela, que siempre parecía tener las respuestas que necesitaba. Cuando llegó a casa y le explicó lo que había visto, ella lo escuchó en silencio, sus ojos mostrando un brillo de preocupación, pero también de determinación.
—“Elías, lo que viste es una advertencia,” le dijo con voz grave. —“Sombravelo no es solo un mundo de sueños y magia; es también un reflejo de nuestros corazones. La Niebla Devora-Sueños no ha desaparecido, solo ha quedado confinada. Pero si encuentra una grieta en tu corazón, o en el de otros, intentará volver a manifestarse. Debes reforzar el vínculo que te une a la luz que trajiste de Sombravelo.”
Elías comprendió entonces que no solo debía luchar contra las sombras externas, sino también con las que habitaban en su interior. Recordó los momentos en que había dudado de sí mismo, cuando el miedo casi lo había consumido, y supo que esas eran las puertas por las cuales la Niebla podría intentar volver a entrar. Si quería proteger tanto su mundo como Sombravelo, tendría que sellar esas grietas en su corazón.
Su abuela le entregó un libro antiguo, con una tapa de cuero desgastada y páginas amarillentas llenas de símbolos extraños. —“Este es un libro de los Guardianes de Sombravelo,” le explicó. —“Te enseñará cómo fortalecer la conexión con la luz y protegerte de la oscuridad. No es fácil, pero sé que eres capaz de hacerlo.”
Esa noche, bajo la tenue luz de la piedra cristalina, Elías comenzó a estudiar el libro. Descubrió rituales y antiguas palabras que los guardianes utilizaban para sellar portales y reforzar la magia que conectaba los dos mundos. Mientras leía, la piedra brillaba con una intensidad creciente, como si respondiera a los secretos revelados en cada página.
A lo largo de los días siguientes, Elías practicó los antiguos rituales en el claro del bosque. Sentía cómo la energía fluía a través de él, mezclándose con la luz de la piedra. Con cada intento, se volvía más fuerte, más consciente de las sombras que intentaban colarse en sus pensamientos y emociones. La lucha no solo era contra la Niebla, sino también contra las dudas y temores que alguna vez lo habían hecho sentir débil.
Finalmente, un día en que el cielo se encontraba cubierto por nubes grises, sintió que la energía a su alrededor alcanzaba un punto crítico. El claro del bosque resonaba con una vibración mágica, y la piedra en su mano ardía con un brillo dorado. El espejo de agua en el círculo de piedras empezó a agitarse con violencia, y Elías supo que era el momento.
Con la voz firme y el corazón decidido, recitó las palabras del libro de los Guardianes, invocando la luz para sellar cualquier grieta que pudiera haber entre Sombravelo y el mundo real. La energía fluyó a través de él como una ola, llenando el claro con un resplandor cegador. Cuando la luz se desvaneció, el espejo de agua se había calmado, y la piedra cristalina emitía un calor reconfortante.
Elías sintió que una carga se había aliviado en su pecho. Sabía que las sombras no habían sido erradicadas para siempre, pero también comprendía que el poder para enfrentarlas y mantenerlas a raya estaba dentro de él. Y, con el tiempo, si fuera necesario, volvería a cruzar los umbrales entre los dos mundos para proteger lo que amaba.
Mientras el viento susurraba entre los árboles, Elías supo que, aunque su aventura en Sombravelo había terminado, su papel como guardián de ambos mundos apenas comenzaba.