No Llames

—¡AAAAAH, AUXILIO, AYUDA, LOS LOBOS ME ATACAN!— Gritaba el tío de Sol en la comisaría, haciendo asustar a todos, ya que le caía a golpes pensando que se trataba de lobos.

—¡Corran, un lobo blanco y uno gris, quieren morderme, no se detengan!— Exclamaba como loco, la gente sentía lástima por él, imaginando que era la droga que lo habia vuelto loco.

—Hijo, ¿estás seguro de que no quieres aparecer frente a ella?, muero por conocerla.— Una mujer extremadamente hermosa, cabellera negra azulada, ojos grises, una bruja muy poderosa, la encargada de poner toda esa ilusión en el bosque y en el tío de Sol.

—Mamá, aún no es tiempo, debo darle su tiempo de procesar todo y que sepa que soy un hombre lobo, con una madre bruja y un padre lobo.— Le contesto Ángelo, desapareciendo de su vista.

—Cálmate mi amor, él sabe lo que hace.— Le hablo un hombre guapo, canoso, ojos claros, casi amarillos.

—Hombres, no nos entienden.— murmuro la bella mujer para marcharse de la clínica también, sin ser vistos, gracias a su poder.

Dos días después.

Sol salía de la clínica, con ayuda de los chicos, era muy extraño para ella ser ayudaba por ellos, pero se acostumbraría a pasar el tiempo.

Lo único complicado de superar, era todo lo vivido en ese bosque, que el bullying y no existiera en su vida, y todo por un hermoso lobo que desapareció sin decir nada, que se metió en lo más profundo de su ser y así la dejo, sin explicaciones.

—¿Lo vieron?— Pregunto Sol refiriéndose a Ángelo, estando fuera de la clínica, viendo a la nada,

—No, solo escuchamos en las noticias.—Respondió Zoila.

—Gracias por todo chicos, quiero estar Sola, pueden ir tranquilos, no haré nada tonto.—Todos ellos se vieron con un poco de inquietud, pero no insistieron, la dejaron ir, solo se quedaron viendo cómo ella caminaba casi contando sus pasos.

—Estará bien, él siempre la cuidará, aunque no se deje ver.— Aclaró Zoila sintiendo tristeza por ella.

—Solo pensar en ese lobo siento mucho dolor.— Susurró felipe viendo a todos lados.

—¿Por qué hablas tan bajo?— Pregunto Perla con el ceño fruncido, Elvis también veía a todos lados.

—¿Crees que no es capas de escuchar?, ¿No has visto esas series de lobos, vampiros, brujas? Pueden oír a quilómetros, no sabemos que es él, qué poderes tiene aparte de hacer sufrir.—

Susurraba también Elvis, haciendo reír a las chicas, quienes caminaban dejándolos atrás con sus locuras.

—No se rían.— Reclamo, Felipe.

—Tus amigos me agradan.— Hablo Zafiro, la madre de Ángelo, escuchando sus comentarios graciosos.

—No son mis amigos.— Respondió Ángelo molesto, La mujer volteo los ojos, Ángelo continúo observando a Sol, quien llevaba su teléfono en manos, con la necesidad de querer llamarlo, tenía tantas preguntas que hacerle, pero no era capas, esa voz demandante que le decía NO LLAMES, sonaba en su cabeza.

Cuando se dio cuenta, ya estaba frente a su casa, en soledad, ya no estaba ese tío que la llenaba de inseguridades y la quería molestar seguido.

Sin problema se tiró en su cama, viendo al techo y pensando en lo drástico que fue el cambio en su vida, ya no recibía bullying, no, no era molestada por su tío, pero le faltaba algo, la persona de quien se había enamorado y resultaba ser alguien con dos clases, humana y animal, de quién no sentía ni un poco de miedo, solo curiosidad y necesidad de verlo frente a ella, saber por qué hizo, que tiene ella de especial.

—En otro lugar de la ciudad.—

—Esa es una buena noticia, Nieto.— El viejo abrazo a su nieto, contento que ya su nieto encontrará su pareja destinada.

—Pero falta aún, abuelo, no está preparada para vivir en un mundo de lobos y brujas.—Hablo Ángelo cabizbajo.

—La subestimas, hijo.— Le reclamo el viejo, dándole palmadas en su hombro, retirándose.

Para Ángelo era muy difícil aparecer frente a Ella y recibir un rechazo, aunque su familia le dijera que ella jamás lo rechazaría, él seguía muy indeciso, estaba el tema de que ella estuviera pasando por un síndrome de Estocolmo, le daría tiempo a ella y se tomaría un tiempo para aclarar su cabeza.