Un soldado de un antiguo reino fue sometido a un experimento para transformarlo en un arma de destrucción masiva mediante alteración genética. Algo salió mal y despertó mil años después, en un mundo mágico lleno de bestias de fantasía. Desorientado, encuentra las ruinas de su reino y un nuevo campo de batalla entre civilizaciones desconocidas. Con habilidades sobrehumanas, debe descubrir su propósito en este nuevo y peligroso mundo.
NovelToon tiene autorización de zack storytime para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 12: Los Secretos de la Torre
Zen avanzaba cautelosamente a través de los oscuros y vastos pasillos de la antigua torre. La atmósfera era opresiva, cargada de un silencio inquietante que parecía contener siglos de secretos olvidados. La luz apenas se filtraba a través de las grietas y ventanales rotos, proyectando sombras que danzaban sobre las paredes desgastadas. Cada paso resonaba con un eco sordo, amplificando la sensación de aislamiento y misterio.
Mientras exploraba, Zen se detuvo en una sección de la torre que parecía diferente. Golpeó ligeramente las paredes y el suelo, notando un sonido hueco que sugería un espacio vacío significativo detrás de ellos. Se inclinó para analizar el área con detenimiento, sus sentidos agudizados le permitieron percibir que la estructura era anormalmente gruesa en esa zona. *Esto no puede ser una coincidencia,* pensó. *Algo importante debe estar escondido aquí.*
Con paciencia y fuerza, Zen levantó varias piedras y bloques que formaban parte de la pared, revelando un pasadizo oculto que descendía en espiral hacia las profundidades de la tierra. La abertura era lo suficientemente grande como para que su enorme cuerpo pudiera moverse sin problemas. Sin dudarlo, comenzó a bajar, sus garras firmemente plantadas en las paredes para mantener el equilibrio en el oscuro y estrecho descenso.
El aire se volvía más denso y frío a medida que descendía, y el silencio se volvía casi absoluto, roto solo por el leve eco de sus pasos. Tras varios minutos de descenso, que le parecieron eternos, calculó que había bajado alrededor de 60 metros. Finalmente, sus pies tocaron el suelo de una cámara subterránea.
Frente a él, se alzaban unas puertas selladas, antiguas y adornadas con runas y símbolos que apenas reconocía. *¿Qué es este lugar?* pensó, mientras una mezcla de curiosidad y aprehensión lo invadía. Con un esfuerzo calculado, comenzó a abrir las puertas, cuidando de no dañar la estructura. Las puertas cedieron lentamente, revelando una gran sala oculta en la penumbra.
Lo que encontró al otro lado le heló la sangre. La cámara contenía un laboratorio que le resultaba extrañamente familiar, idéntico al que había dejado atrás en su propio despertar. Las mesas de trabajo, los equipos de laboratorio, y las cápsulas de contención, todo estaba dispuesto de la misma manera que en el lugar donde había sido transformado en la bestia que era ahora. La similitud era tan exacta que por un momento Zen sintió como si hubiera retrocedido en el tiempo, atrapado en una pesadilla recurrente.
El laboratorio estaba vacío de vida, pero no de misterio. Mientras recorría el espacio, sus garras resonaban sobre el frío suelo de piedra. No había ningún soldado en las cápsulas, ni signos de actividad reciente. Sin embargo, algo llamó su atención al fondo de la cámara. Un enorme huevo, mucho más grande que él mismo, descansaba sobre una plataforma, su cáscara abierta y vacía. El huevo, a pesar de estar claramente abandonado hace mucho tiempo, emanaba una sensación de poder y peligro latente. *¿Qué criatura ha salido de aquí?* se preguntó Zen, sus pensamientos giraban en torno a la posibilidad de que otro supersoldado como él hubiera sido creado y despertado.
La presencia del huevo abierto y el túnel que se extendía más allá de la cámara llenaron a Zen de inquietud. El túnel, oscuro y serpenteante, se adentraba en las profundidades de la tierra, como si invitara a los valientes o a los insensatos a descubrir sus secretos. *Si esto es lo que creo que es, entonces no soy el único,* pensó Zen, la idea de que pudiera haber más criaturas como él en el mundo le causaba una mezcla de temor y fascinación. *Mi despertar, ¿fue realmente una coincidencia?*
Mientras sus pensamientos se aceleraban, Zen recorrió el laboratorio en busca de más pistas. Los documentos y las notas que encontró eran viejas y en gran parte ilegibles, pero los fragmentos que pudo descifrar hablaban de experimentos similares a los que había sufrido. Mencionaban la creación de seres mejorados, soldados destinados a ser armas de destrucción masiva, diseñados para una guerra que nunca se materializó o que quizás aún estaba por llegar.
El laboratorio estaba lleno de artefactos y herramientas que parecían haber sido abandonados apresuradamente. Zen se movió con cautela, inspeccionando cada rincón y tomando nota de los detalles. Había cápsulas similares a la que lo había contenido, ahora vacías y cubiertas de polvo. La idea de que este lugar había sido utilizado para crear más como él lo inquietaba profundamente. *¿Cuántos más hay como yo?* se preguntó. *Y si ya no están aquí, ¿dónde están ahora?*
El túnel, a pesar de su apariencia amenazante, parecía ser la única pista que quedaba por seguir. Zen se acercó a la entrada, sintiendo una extraña atracción hacia lo desconocido que se extendía más allá. *Debo saber más,* pensó, su determinación se fortalecía con cada paso que daba. *Si hay otros como yo, debo encontrarlos. Y si este laboratorio está conectado con mi pasado, entonces aquí deben estar las respuestas que necesito.*
Con una última mirada al huevo vacío y al laboratorio, Zen se adentró en el túnel, preparado para enfrentar lo que fuera que se escondía en la oscuridad. Sabía que cada descubrimiento lo acercaba más a la verdad, y que cada paso que daba era un paso más hacia la comprensión de su propósito y su lugar en este nuevo y extraño mundo.
Mientras avanzaba por el túnel, las paredes de piedra se cerraban a su alrededor, creando una sensación de claustrofobia que ni siquiera su imponente tamaño podía disipar. La oscuridad era total, y el aire estaba cargado de humedad y polvo. Zen utilizaba sus agudos sentidos para avanzar, percibiendo el más mínimo cambio en el terreno y la atmósfera.
A medida que descendía más y más en la profundidad del túnel, la sensación de que algo monumental y peligroso se escondía al final de su camino se hacía cada vez más fuerte. La temperatura parecía bajar con cada paso, y un ligero zumbido, casi imperceptible, vibraba a través de las paredes de roca. Este sonido, aunque tenue, sugería la presencia de algún tipo de maquinaria o energía activa en algún lugar cercano.
Finalmente, tras lo que parecieron horas de avance en la oscuridad, Zen llegó a un punto donde el túnel se abría a una cámara más amplia. La vista que lo recibió era imponente y aterradora a la vez. En el centro de la cámara, rodeado por antiguas runas y artefactos, se encontraba un pedestal sobre el cual descansaba otro huevo, este aún intacto. A su alrededor, varias figuras humanoides yacían esparcidas, sus cuerpos cubiertos de polvo y sus rasgos apenas visibles bajo la luz tenue que se filtraba desde el techo de la caverna.
Zen se acercó al pedestal con cautela, observando cada detalle del lugar. Las runas que rodeaban el pedestal eran similares a las que había visto en su propio laboratorio, lo que confirmaba su conexión con los experimentos que lo habían creado. La cámara emanaba una sensación de poder antiguo, y el huevo, aún cerrado, parecía vibrar con una energía contenida.
Zen no pudo evitar preguntarse qué criatura podría emerger de ese huevo y si su despertar estaría ligado al suyo de alguna manera. La idea de que pudiera haber más seres como él en el mundo le llenaba de inquietud, pero también de una extraña sensación de esperanza. *Si no soy el único, entonces hay otros que también buscan respuestas,* pensó, mientras sus garras se cerraban firmemente sobre el borde del pedestal.
Con una determinación renovada, Zen decidió que debía explorar más a fondo este nuevo y desconcertante hallazgo. Sabía que el camino hacia la verdad y la comprensión de su propósito estaba lleno de peligros y desafíos, pero también estaba convencido de que era su destino enfrentarlos. Mientras el eco de sus pasos resonaba en la vasta caverna, Zen se preparó para descubrir los secretos que esta antigua torre y su misterioso huevo aún guardaban, consciente de que cada nuevo descubrimiento lo acercaba más a desentrañar los misterios de su propia existencia.