Mackenzie Bailey joven hermosa descendiente de una aristocrata familia, es maltrada y humillada por sus hermanos y cuñada, hasta casi llevarla a la muerte, despreciada por su fisico, tratada como el petito feo, la han quebrado de mil y una formas hasta dejarla rota, lograra unir sus pedazos y obtener venganza.
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Cap 5: Recuperacion lenta
El estar 10 días en coma me afecto bastante más que todo en la movilidad de mis piernas, según me explico él médico una vez mis padres se fueron.
Me comento que se debe a que no me hicieron ejercicios para no lastimar mi herida.
El doctor me pregunto varias veces que me había ocurrido y no le respondí nada, solo evadí el tema y para que no insistiera le dije es mi boleto de libertad, con eso no tocamos el tema.
Me dijo que una psicóloga vendría el día siguiente para comenzar con mi tratamiento, pues luego de un evento traumático quedan secuelas físicas y psicológicas y el ataque de pánico de anoche es una clara confirmación de ello.
También me dijo en la tarde el fisioterapeuta vendría a ver si podiamos comenzar con las terapias para devolverme la movilidad.
Agradecí al doctor, la verdad es que se ha portado como un ángel conmigo.
Me trajeron una gelatina, pues la orden era que comiera porciones cortas cada tres horas para que mi estómago se adapte.
Esta si me la comí toda.
Mis padres volvieron y fingí que dormía, no quiero oír sus justificaciones.
Al verme dormida se marcharon y mi nana llego a cuidarme.
Están cumpliendo parte del trato.
Mi nana trajo mis cosas entre ellas mi laptop.
Redacte el documento donde especificaba mis condiciones y algunas cláusulas como no interferir en mi vida, no podían obligarme a asistir a celebraciones familiares si no deseaba hacerlo y por último, estudiaría lo que mi padre dispusiera, pero era mi decisión ejercer o no.
Envíe a mi nana a imprimí el documento, como buena abogada dejo todo por escrito, papá es un zorro viejo y puede manipular todo a su conveniencia.
Mi nana trajo el documento listo, y me compro una sopa de pollo y una mousse de frutos rojos.
Comí con gusto, mi nana hermosa me acaricio el cabello hasta hacerme dormir.
Me desperté agitada y llorando por una pesadilla y mi nana Luisa me canto como solía hacerlo cuando era pequeña hasta que me calme en sus brazos.
Le pedí se acostará conmigo y terminamos durmiendo juntas y recibiendo un sermón al día siguiente.
El fisioterapeuta no pudo asistir ayer tarde, porque su esposa entro en trabajo de parto.
Nana Luisa me ayudo con mi baño, lavo mi cabello y lo hidrato, volvío a verse bonito y suave.
Me vistió con un lindo vestido floreado, hoy tendría la visita de la psicóloga y del fisioterapeuta y no quería parecer un desastre.
Me trajeron mi desayuno, cereal leche y fresas picadas, creo que quieren consentirme.
Devoré todo me encanta este desayuno.
Nana reía, ella a sido testigo de todo lo que me han hecho, hasta se enfrentó a Brenda por defenderme.
La puerta es tocada, nana abre y una hermosa mujer rubia ingresa.
Se presenta como Susana Solis mi psicóloga, de primera impresión parece más una modelo.
Nana fue a preparar nuestras cosas, o creo que fue la excusa para darnos privacidad.
Hablamos cosas triviales y me sentí muy cómoda con Susana.
Le pregunté cuando iniciaríamos la consulta y me dijo que ya habíamos terminado.
La miré dudosa de sus capacidades.
Abrió su libreta y me leyó.
Mackenzie Saray Bailey Caruso, joven de 18 años, hermosos sentimientos y una capacidad humana impresionante, respetuosa y sencilla, con muy baja autoestima por la forma como esconde sus manos y agacha la mirada.
A mi parecer es una chica presionada por su familia, siempre queriendo complacer a todos, anteponiendo a su familia sobre sus sentimientos e ideales.
Me quedo perpleja como supo todo eso con solo un par de preguntas.
Nos vemos en tres días, Jacobo me pasará tu dirección.
Quien pregunte.
El doctor Jacobo Bianco.
Ah ya disculpa no sabía su nombre.
Tranquila querida cuidate, me dio un apretón de mano y se marchó.
Sé que mi recuperación será lenta, pero voy dando pequeños pasos para lograrlo.
El doctor Jacobo ingresa y me pregunta que me pareció Susana y le dio mi opinión con total sinceridad.
Me informa que el fisioterapeuta está en la clínica y en algunos minutos vendrá.
Agradezco y reviso algunos correos.
Tengo tarea pendiente y me dispongo a realizarla.
Estoy entretenida en ella cuando soy interrumpida por los suaves golpes en la puerta, imagine será el fisioterapeuta y le doy la orden de seguir.
Para mi desgracia es mi flamante hermanito con la víbora de su esposa, aunque me estoy muriendo del miedo no voy a demostrarlo.
Me giro para aparentar colocar mi laptop en la mesa de al lado y presiono el botón de emergencia.
El doctor Jacobo me dijo que el estaría pendiente y ruego que así sea.
A que se debe su visita o debo suponer que vinieron a completar su misión de asesinarme le digo tratando de sonar lo más segura posible.
No digas tonterías Mackenzie no sé que pretendes con culparnos de algo que no hicimos Brendan se hace la mosca muerta y cree que soy estúpida y voy a creerle sus estupideces.
Ruedo mis ojos con fastidio, déjanse de rodeos y digan a que ha venido que lo último que deseo en este momento es mirar sus caras.
Veo que ya comprendes tu lugar hermanita, Mariano se va acercando y siento como mi corazón palpita frenéticamente en mi pecho.
La puerta es abierta por Jacobo y otro médico con ropa gris.
Tienes compañía pequeña, te traigo a alguien que quiere conocerte lo señala.
Respiro aliviada y Mariano frunce el entrecejo y se aparta.
Doctor ellos ya se retiraban, la verdad no son una visita grata digo mirándolos con total desprecio y mi hermano aprieta los puños.
Nosotros ya nos vamos, adiós cuñadita que te recuperes, te esperamos con ansia en casa.
Ni la miro, su voz chillona me parece absurda.
Estás bien me pregunta Jacobo y niego con la cabeza dejando salir mis lágrimas.
Respiro profundo tratando de calmarme y luego me disculpo con el otro médico.
Le hago varias preguntas y él procede a revisar mis piernas.
La herida está cicatrizando bien y creo que podemos trabajar con ejercicios suaves y masajes para relajar y fortalecer tus piernas, me dice con una sonrisa.
Bien si es posible comenzar ahora mismo sería mejor.
Ambos médicos se miran y el fisioterapeuta llamado Darío descubre mis piernas por completo y comienza a masajearlas suavemente, levantándolas y flexionándolas.
La derecha me duele, pero soporto el dolor, nada se compara con el dolor de mi alma.
Pero como dicen lo que no te mata, te hace más fuerte.
Darío me dice que mi recuperación será rápida si le pongo ganas y me comprometo a dar lo mejor de mí.