¿Morir por amor? Miranda quiere salvar la vida de Emilio, su mejor amigo. Pero un enemigo del pasado reaparece para hacerla sufrir por completo. ¿Cómo debe ser la vida cuando estás a punto de perderlo todo? ¿Por qué a veces las cosas no son como uno desea? ¿Puede haber amor en tiempos de angustia? Miranda deberá elegir entre salvar a Emilio o salvarse a ella. INEFABLE es el libro tres de la historia titulada ¡Pídeme que te olvide!
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PORQUE NO ESTOY BIEN
...Al día siguiente......
*Miranda*
—No estamos de acuerdo con la decisión que tomaste.
Los ejecutivos me miraban con firmeza, esta reunión de emergencia había sido programa sin mi consentimiento y al final, gracias a Marcos, logré asistir.
—¿Por qué? —Quiero averiguar.
—El grupo Guzmán es una buena oportunidad para que los ingresos netos aumenten y nuestra popularidad sea mayor. Señorita Miranda, no estamos de acuerdo en que sus problemas familiares interfieran con el desarrollo del grupo Coryo.
¡Mis problemas familiares! ¿Cómo era posible que ellos se atrevieran a decirme algo así? ¿Cómo se enteraron de mis problemas? Mi cabeza comenzaba a dar vueltas. ¡Sentía que iba a explotar!
—Señor Javier, los problemas familiares que usted menciona no existen. ¡No estoy dispuesta a tolerarlo! Si usted es quien quiere apoyar al grupo Guzmán, puede irse. ¡No estoy dispuesta a mancharme las manos en cosas turbias! —Afirmé con mucha seguridad.
—Es evidente que te falta experiencia. Tu tío...
—¿Le molesta que sus bolsillos no sean llenos de dinero como lo había pactado Miguel? —Lo miro a los ojos y no dudo en ser autoritaria—. Señor Javier, le recuerdo que mi padre ya no está aquí. ¿Gusta acompañarlo en prisión?
—No. Bueno, en realidad...
—Usted tiene libertad de apostar por lo que mejor le parezca. El hecho de que yo apenas sea una adulta, no significa que carezca de cerebro y buenos ideales. Señor Javier, me ha ofendido de una forma cruel y eso no puedo permitirlo.
—¡Lo siento! Yo...
—He preparado información nueva sobre el proyecto que estaremos apoyando. Mi equipo es bastante meticuloso a la hora de planificar a quien poder apoyar.
Al terminar las reuniones de ese día, le pedí a Marcos que me consiguiera una aspirina para el dolor de cabeza.
—¡Gracias! Espero que esto me quite el dolor.
Bebí toda el agua del vaso con mucha necesidad.
—¿Cómo estás?
¿Por qué siempre me preguntaba eso? Supongo que, decidí apagar mi celular porque Emilio estaría preguntándome lo mismo y no sería capaz de ser fuerte ante él. ¡Mi corazón era un cúmulo de llanto contenido!
—Bien.
—Lo hiciste perfecto. Fuiste muy clara con los ejecutivos.
—Tú y Édgar me ayudaron mucho con eso.
Asintió.
—¿Ya hablaste con él?
—No.
—¿Todo bien entre ustedes?
—Sí.
—Te he notado algo distinta. ¿Es por lo del incendio y Tom?
Negué.
—Nada de eso. Yo... —Una vez más, me frené. ¡Me quede callada!
Mi boca se quedó estática, con la necesidad de poder expresarlo, no pude hablarlo. Baje la mirada, toque los chancros de la palma de mi mano y me pellizque.
—¿Estás tratando de ser fuerte? —La preocupación de Marcos me hizo sentir muy vulnerable.
—No. Solo estoy cansada —mentí.
—¿Segura?
El teléfono de la oficina empezó a timbrar.
—Sí.
—¿Quieres que conteste por ti?
—Bueno. Te lo agradecería muchísimo.
A través del muro de vidrio, la ciudad se veía hermosa con ese atardecer. Los tonos me conmovieron, sentí la fragilidad en mi corazón y el mar de sentimientos que me ahogaba apareció en un nudo en mi garganta. ¡No estaba bien! ¡Sentía que moría! ¡Sentía mi alma desfallecer! Y aun en todo mi dolor, Emilio vino a mi pensamiento. ¿Por qué? En el fondo de mi corazón, muy hasta dentro, había amor y esa era la única pieza que no se había roto en mi interior.
Sonreí al atardecer.
—Era Salvador, el médico —dijo Marcos.
—¡¿Qué te dijo?! —Me preocupó que Marcos supiera.
—Me pidió que te avisara si te es posible ir mañana a su consultorio.
—¿Solo dijo eso?
—Sí. Bueno, también me dijo que había estado llamando a tu celular, pero no contestas. Le expliqué la razón.
Me sentí tranquila.
—Bien.
—¿Estás llorando?
Subí mis manos a mis mejillas y efectivamente, había llorado.
—Yo...
—¡Te quiero abrazar!
—No te preocupes, mejor, vamos a comprar la cena.
Porque, en realidad, también me dolía no poder expresar lo que sentía. ¡Yo misma me hacía sentir insignificante! Y la vida, realmente no entendía por qué pasaban cosas así.
Una niña. Una violación. Un hombre. Venganza. Un sentimiento. Un pasado. Una enfermedad. Cariño. Un dolor. Un llanto. Un corazón herido. Amor. Una vida. Un presente. Proteger. Un amigo. Una postal. Un atardecer. Un futuro. Una decisión. Inefable.
¿Está mal pensar en querer acabar con todo de una vez? ¿Y si me quito la vida? ¿Y si ya no continuó luchando? ¿Qué pasará conmigo en el futuro? ¿Por qué la vida es tan inefable conmigo? ¡Yo no pedí nada de eso! ¿Qué culpa tuve yo de nacer en un ambiente como este? No todo el dinero del mundo, ni todos los policías, ni toda la medicina; ni yo misma podría asegurar que mi vida sería destinada a lo que yo quisiera. ¡Hay cosas que no sucederán como uno quiere! Y eso duele. Pero es parte de estar en este mundo. ¿Cuándo dejaremos de sufrir por los deseos de otras personas? ¿Alguna vez te has sentido así?
Estoy enferma, me quieren matar y siento que no puedo más. Esta vez no creo que todo vaya a mejorar. ¡No me siento bien!