Traicionada

Khwan ha regresado a su palacete, todo estaba oscuro, el silencio absoluto se interrumpía solo por los pasos del príncipe hasta llegar al gran salón.

- "¿Qué mierda tenías en la cabeza?", increpó Lord Chien.

- "Antes que empieces diciendo que iba a dejar que la lastimen, debo decirte que iba a sacarla de ese lugar, hasta que te ví pasar como un demonio, era mejor que quedarás como su héroe para que confíe más en ti durante el entrenamiento", afirmó Khwan sin ningún sentimiento de culpa.

- "Todos ustedes son unos enfermos, pero que ellos actúen como animales es lo que se espera, pero que tú entregues a tu mujer a los lobos por una prueba de valor es enfermo y criminal; no importa si ibas a llegar a rescatarla, nunca debió llegar a ese lugar", expresó decepcionado Chien.

- "¿Ya acabaste con tu discurso moral? Estoy agotado. Nadie salió herido, ella estará asustada unos días, pero tendrá la motivación para aprender a defenderse. Deja de exagerar el mundo es un asco, ya deberías saberlo. Quiero cambiarlo, tal vez cuando eso suceda, podamos pintar arcoiris en el cielo", comentó Khwan con tono burlón.

- "Tal vez solo deberías pintar arcoíris para ella. Pero entiendo por qué la escogiste, si fuera la hija de un duque, tendría un padre, tal vez unos hermanos o unos tíos, a quien ella recurra y te partieran la cara, como te mereces. Nunca quisiste una esposa, sino un arma con la que defenderte y que no tuviera un seguro para defenderse contra ti. A quien le diste esta noche una motivación fuiste a mí, la voy a defenderse incluso de ti. Y algo más Khwan, desde este día, yo soy su padre, su hermano, su tío, su familia; el que va a cobrarte todo lo que la hagas sufrir", afirmó Lord Chien.

- "¿Te gusta mucho mi mujer que la defiendes así?, preguntó Khwan con la mirada de hielo de siempre.

- "Si me gustara como tu cochina mente piensa, no la hubiese traído a tu casa, si no la hubiese alejado de ti para siempre; es una maravillosa mujer, no te la mereces, pero aún así es tu esposa; si sigues con esa actitud va a llegar el día en que suceda algo y la pierdas para siempre, porque hagas lo que hagas no podrás recuperarla, será algo que ya no tiene remedio; y cuando eso suceda Khwan, vas a llorar lágrimas de sangre, te quedarás mirando de lejos la felicidad que otro tendrá con ella. Si desprecias el regalo que la vida te puso en el camino y no lo cuidas, la misma vida se encargará de arrebatarlo. Deja de querer cambiar el mundo, si ni siquiera puedes cambiar tú", dijo Chien alejándose.

Khwan se reía de su amigo, pero de pronto Chien regresó y le dio un puñetazo que lo derribó al suelo, provocando que el labio inferior del príncipe Khwan sangrara.

- "Feng restregó su tierna cara en una asquerosa mesa, mientras ella gritaba que la suelten, pudo haber llegado a más, ¿te hubieses perdonado si él la hubiese violentado?, ¡hiciste mal los malditos cálculos imbécil!; te vuelvo a repetir que es mi familia ahora y te voy a cobrar caro si ella sufre una vez más por cosas que tú provoques", increpó Chien y se largó del lugar.

La sonrisa de Khwan desapareció de su cara, apretó los puños y subió pesadamente las escaleras; se notaba que las lámparas de la habitación de la princesa estaban encendidas; abrió y notó que la señora Heo estaba pasando paños fríos sobre el cuerpo de la princesa.

- "Alteza", dijo la señora Heo poniéndose de pie.

- "¿Cuánto tiempo está así?", preguntó Khwan.

- "Desde que Lord Chien la trajo pierde y recupera la conciencia constantemente, con ayuda de las criadas la he bañado y cambiado; la fiebre ya está cediendo estará bien por la mañana, me voy a quedar con ella toda la noche, si usted me lo permite", comentó nerviosa la señora Heo.

- "Sí, quédate con ella, si no mejora me mandas llamar", expresó Khwan.

- "Sí, Su Alteza", respondió la señora Heo.

Khwan quedó mirando un poco más a Huimang, él no podía permitirse ser débil, por eso quienes lo acompañen debían ser fuertes y fieros, pero tal vez se había equivocado del método a aplicar, y había abierto una grieta tan grande que no iba a poder cruzar.

La reina Huimang recuerda exactamente esa noche, en que conoció que uno no podía poner su confianza en cualquiera, que siempre había algo más terrible que ver y que cada decisión que tomes trae consecuencias que deberás afrontar aunque tengas que recoger en pedazos. Ella mira al consejo real, a los tíos de Khwan y eleva la mirada.

- "La decisión está tomada, protegeré la corona de Pallango", expresó la reina, luego miró a Lord Chien.

- "Eso es cierto, como todos saben, yo también tengo sangre real de Pallango en mis venas. Hace dos días, le pedí matrimonio a la reina Huimang", aseveró con calma, Lord Chien, sorprendiendo a todos.

- "Y el día de hoy acepté la respuesta. Que comiencen los preparativos, busquen al monje principal, en quince días contraeremos matrimonio, con sello incluido como todos quieren", afirmó la reina y se retiró del lugar.

Lord Chien fue detrás de ella, lo que habían planificado el concejo real se les había derrumbado, la reina había jugado su última carta y ellos no tendrían más remedio que aceptar.

La reina está en el mirador del palacio, puede ver los inmensos valles de Pallango, le encanta que el viento golpee su rostro.

- "Cuando cambie la estación y hagamos los trabajos de reconstrucción, todo volverá a ser hermoso', dijo Lord Chien acercándose a la reina.

- "¿Podrá hace esto Chien? ¿Podrá verme de otra manera?", preguntó la reina Huimang.

- "El día que me casé con usted, será el primer día que la empiece a amar, ¿podrá usted?", cuestionó Lord Chien.

- "Prefiero ser la esposa que usted respete, que el cuerpo caliente que ellos querían para satisfacer sus pasiones. Tal vez aún lo sigo viendo como mi familia, pero el día que nos casemos también será el primer día que lo empiece a amar", respondió la reina Huimang.

Ambos se quedan mirando el horizonte, la decisión que habían tomado los llevaría a un tipo de relación, que no se hubiesen atrevido a imaginar, cuando Khwan parecía desafiarlos y llevarlos al límite.