Después de una larga y feliz amistad llega un penoso y accidentado matrimonio para terminar en un frío y amargo divorcio
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Perro fiel
Massimiliano llegó a la residencia de su aún suegro, comenzó a hacer escándalo, el claxon no dejaba de sonar, mientras hacía rugir el motor de su auto, se notaba la desesperación de entrevistarse con el señor Castelli, además estaba seguro de que Isabella se había refugiado con sus padres.
El escándalo no molestaba a nadie más que al vigilante de la puerta principal.
La villa estaba en una zona exclusiva, fuera del bullicio molesto de la ciudad, donde había varios kilómetros entre cada residencia, un lugar ideal para mantener la privacidad.
El guardia de seguridad que custodia la puerta desde la cabina de vigilancia se apresuró a salir a su encuentro la molestia era evidente en su rostro.
Massimiliano había ignorado el intercomunicador, la puerta de hierro forjado no se movió ni un milímetro, a comparación de la pequeña puerta que daba al interior de la cabina de seguridad de dónde salió un hombre.
Al ser la única entrada Massimiliano se negaba a guardar silencio hasta ser recibido
se negó a moverse de la única entrada de la villa de la familia Castelli.
Una vieja villa construida en los años 1800's estilo Barroco Italiano, con lujo en cada rincón de la casa, rodeada de varios acres de territorio boscoso, protegida por una muralla de roca, era prácticamente impenetrable, a menos que se desplegará un equipo de asalto.
Esa residencia era la joya más importante de la familia Castelli en ese país extranjero donde tuvieron que migrar cuando Isabella era una niña.
— Guarde silencio, ¿no sabe en dónde está? – dijo el guardia malhumorado y lanzándole una mirada de descontento.
— ¿¡Imbécil, sabes con quién estas hablando!? – respondió furioso.
— Lo sé señor, pero mi empleador es el Señor Castelli no usted, espere un momento, le avisaré que está aquí. – el guardia de seguridad lo miró de forma retadora.
Gerónimo Castelli, su empleador le había pedido a su guardaespaldas más capaz que hiciera el papel de vigilante en la puerta principal por si llegaba Massimiliano.
El hombre de casi dos metros de altura y de cuerpo corpulento era el más leal perro de protección de la familia.
Intuyendo que algo estaba mal no le quito la mirada de encima a Massimiliano que a cada minuto de espera su humor empeoraba.
Aún bajo esas circunstancias no se atrevía a comenzar una pelea cuerpo a cuerpo, ya que el mismo sabía que estaba en obvia desventaja.
El tamaño de la musculatura era diferente, aún cuando Massimiliano practicaba artes marciales mixtas; no había punto de comparación en un entrenamiento militar de élite y un aficionado a las artes marciales.
Sus habilidades no se podían comparar con alguien que se dedicaba a la pelea cuerpo a cuerpo como profesión.
Massimiliano espero a que por fin cediera la puerta de acceso.
Pocas veces fue a la villa de su esposa, no tenía tiempo para darle a su pareja mucho menos lo tenía para la familia de ella.
Massimiliano fue seguido por un vehículo, donde iba Max, el hombre que lo recibió.
Gerónimo Castelli sabía que la situación podía complicarse en cualquier momento, el carácter explosivo de Massimiliano era buen conocido.
Después de 5 minutos de manejar a toda prisa por fin se encontró frente a la enorme casa.
Gerónimo esperaba afuera.
— ¡Señor Castelli! – dijo Massimiliano como en un rugido.
Gerónimo con un rostro frío lo miró.
— Señor Rinaldi, dígame, ¿que hace en mi propiedad a esta hora? no recuerdo tener agendada una reunión.
— No se haga el ingenuo, sabe muy bien que vine aquí para llevarme a Isabella.
Massimiliano se acercó de manera amenazante al hombre de mediana edad, pero Gerónimo no cedió ni un paso, Max su guardaespaldas bajo del auto en el que había seguido a Massimiliano y se puso Enmedio de Massimiliano y Gerónimo.
Massimiliano no continúo avanzando.
— ¿Crees que porque tienes aquí a un guardaespaldas de élite no me llevaré a mi esposa?
Max se quitó de enmedio y se colocó a un lado de Gerónimo.
— Isabella no volverá contigo.
— Ella debe volver con su esposo, también a su trabajo, está haciendo una rabieta y usted le permite esa actitud infantil y estúpida.
— Isabella es tu esposa pero no por mucho tiempo, la carta de renuncia de su puesto en la empresa ya ha sido recibida por medios electrónicos junto con balances y reportes, dejo todo en orden por lo que no se puede negar su solicitud de renuncia.
— Ella es mi mujer, debe regresar a mi lado.
— Ja, ¿tu mujer? ¿tu esposa? esas palabras te quedan muy grandes en tu boca.
Massimiliano ignoró a Gerónimo y avanzó a la puerta de madera, estaba dispuesto a entrar a toda costa, mientras gritaba frenéticamente.
— Isabella, Isabella, vengo por ti, vamos a casa, Isabella, Isabella...¡no me hagas ir a buscarte!
Massimiliano llegó al recibidor, la casa estaba en completo silencio por lo que sus palabras resonaban fuerte y claro.
Una mujer estaba en el sillón de la estancia, miraba a Massimiliano, su mirada que antes era de furia y enojo cambio a desesperación y tristeza.
La mujer por fin hablo.
— Mi hija no está aquí, no la encontrarás, así que mejor vete.
Gerónimo y Max, miraba a Massimiliano, Gerónimo comenzó a sentir lástima por el hombre que lucía realmente desesperado. Pero al pensar en su hija y todo su sufrimiento la idea de decirle donde había ido se fue de su mente.
Max tenía la intención de sacar a la fuerza a Massimiliano, pero Gerónimo lo detuvo.
Massimiliano miro a Caroline Castelli, era una mujer hermosa, sus rasgos eran similares a los de Isabella a diferencia de que ella era débil en contraste con la fuerza emocional y buena salud de Isabella.
— Señora, ella es mi esposa, debe de volver conmigo, somos una pareja – dijo Massimiliano en tono más tranquilo.
— Ella no está aquí, lo puedes comprobar por ti mismo.
Massimiliano quitó la mirada de la mujer, subió las escaleras a grandes zancadas, abrió cada puerta, entro a cada habitación, la servidumbre lo miraba correr de un lado a otro, con curiosidad.
— Señor, ¿lo puedo ayudar? – se atrevió a preguntar una sirvienta.
Massimiliano se acercó a ella y la tomo por los hombros.
— Dime ¿dónde está Isabella?
— La señorita no está aquí, no ha venido a visitar a sus padres – respondió con voz temblorosa por el fuerte agarre de Massimiliano.
— Isabella debe de estar aquí, sé que está escondida, dime ¿en dónde está?
— Se lo juro señor, la señorita no está aquí, no ha venido desde hace algunos días.
Massimiliano no podía creer esa respuesta, su mente estaba confundida, si no estaba con sus padres en donde diablos estaría.
Bajo las escaleras lentamente como un hombre que se niega a la derrota.
Mientras intentaba pensar en donde más podría estar, se podía haber ido a refugiar con su bien amigo Phillen o tal vez en algún hotel de la ciudad.
Saco su teléfono celular y llamo a Lorenzo su asistente personal.
— Necesito que investigues en donde está mi esposa
— Señor, su esposa debe de estar en su casa.
— No imbécil, si te digo que investigues es porque mi esposa no está en casa, espero que lo hagas en menos de una hora o estarás despedido.
— Señor, tiene una reunión importante a medio día, también la señora Eloísa lo llamo, lo espera en el registro para el reconocimiento de paternidad.
— Mierda lo había olvidado.
— Cancela la reunión de medio día, llama a Eloísa, dile que espere, enseguida salgo para allá.
Massimiliano miro a Gerónimo que seguía de pié al lado de Max, vigilando cada acción de Massimiliano.
— Encontraré a Isaballe y la llevaré de nuevo a nuestro hogar donde debe de estar – dijo Massimiliano cuando paso al lado de Gerónimo.
Antes de que saliera por la puerta principal, se escuchó una voz femenina atrás de él.
— ¿Por qué quieres regresar a mi hija a ese infierno que llamas hogar?
La pregunta desconcertó a Massimiliano, realmente él no prestaba atención a la existencia de Isabella, ¿por qué la estaba buscando tan desesperadamente? ni el mismo lo sabía, solo que ella tenía que volver a su lado.
— Ella es mi esposa, debe estar a mi lado– respondió sin mirar atrás.
Caroline se levantó del mullido sillón y camino en su dirección.
— Le haz dado mi hija una vida infeliz, la haz dejado sola en los peores momentos de su vida, ahora traes una amante con un niño, ¿cuánto más quieres hacer infeliz a mi hija? ¿cuánto más quieres su desgracia?
Massimiliano giro el cuerpo, entre Caroline y el había una distancia de 3 metros, los suficientes para ver el rostro molesto de la mujer, su mirada no temblaba.
Ese reproche lo hizo estremecer, bajo el rostro y no supo que decir.
— Yo...yo...
— Mi hija ha sido para ti solo una mascota, un pequeño animal que crees que puedes criar, pero lo haz dejado de lado una y otra vez, ella no es un animal, no es un perro fiel que estará junto a su amo aún cuando él lo tortura día tras día, mi hija es un humano, es una mujer capaz, inteligente, hermosa, no merece estar al lado de una escoria como tú.
Massimiliano no tenía respuesta a lo que le decía la madre de Isabella, no podía hacer más que salir de la casa.