Renací en un mundo mágico para ser feliz
entre mis pociones...
El mundo mágico también incluye las novelas
1) Cambiaré tu historia
2) Una nueva vida para Lilith
3) La identidad secreta del duque
4) Revancha de época
5) Una asistente de otra vida
6) Ariadne una reencarnada diferente
7) Ahora soy una maga sanadora
8) La duquesa odia los clichés
9) Freya, renacida para luchar
10) Volver a vivir
11) Reviví para salvarte
12) Mi Héroe Malvado
13) Hazel elige ser feliz
14) Negocios con el destino
15) Las memorias de Arely
16) La Legión de las sombras y el Reesplandor del Chi
17) Quiero el divorcio
18) Una princesa sin fronteras
19) La noche inolvidable de la marquesa
20) Ni villana, ni santa
21) Salvando a mi Ernesto
22) Cartas para una princesa
23) Ya te olvidé
24) Dulce Prisión
** Todas novelas independientes **
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Distancia 2
esa tarde, el duque, con el corazón aún pesado y la mente dando vueltas, dio instrucciones precisas a las criadas:
Duque: preparen la cena en el comedor con todo lo que haya de mejor.
[quiero hablar con ella, disculparme, y… asegurarme de que entienda que no fue mi intención juzgarla]
las criadas se movieron rápido, colocando platos con sopas calientes, carnes delicadas y postres que olian a vainilla y miel. velas fueron encendidas, y la mesa quedo impecable, esperando la presencia de Ursula.
sin embargo, cuando el duque finalmente se sentó en el comedor, esperanzado, notó que el lugar permanecía vacío. la ansiedad comenzó a crecerle, y uno de los sirvientes, con cierta incomodidad..
—su señoría… la señorita Ursula prefirió cenar en el laboratorio. dice que aun tiene trabajo con los brazaletes.
el duque frunció el ceño, sintiendo una mezcla de frustración y resignación. su plan de disculparse frente a ella, de mirarla a los ojos y reparar la distancia, se había desmoronado.
Duque: entiendo… entonces ire allí.
se levantó, ajusto su chaqueta y camino con paso firme hacia el laboratorio. al abrir la puerta, lo primero que vio fueron frascos, cuadernos y brazaletes medio terminados esparcidos sobre la mesa, y al fondo, Ursula concentrada, manipulando una pequeña mezcla de flores y pociones, completamente absorta en su trabajo.
su expresión era seria, impenetrable.. no había rastro de la sonrisa cálida que él conocía, ni de la cercanía que lo hacía sentir especial. aun así, él se acercó lentamente, con la intención de hablar, disculparse, y tratar de romper aquel muro de distancia que ella había levantado entre los dos.
Ursula lo saludo con una inclinación de cabeza, formal y medida..
Ursula: buenas noches, duque Langley
él se detuvo un momento, observando cada detalle de su rostro, buscando una señal de que podia acercarse. luego dio un paso adelante y hablo con sinceridad:
Duque: Ursula… quiero disculparme por lo que pasó ayer.. no debí juzgarte, ni dudar de tu criterio. fue un error, y lamento que te haya lastimado.
ella levanto ligeramente la cabeza, lo miro directamente a los ojos por un instante, y asintió con suavidad. la accion fue breve, medida, pero suficiente para que él entendiera que habia recibido su mensaje.
Ursula: gracias señor..
Luego giro su mirada de nuevo hacia los brazaletes y continuo trabajando, como si nada más existiera en la habitación.
el duque se quedo un instante, sintiendo el peso de la distancia entre ellos. su pecho se oprimió al ver que su disculpa, aunque aceptada, no habia logrado devolver la cercania de antes. ella estaba alli, pero aun inaccesible, concentrada en su labor, imperturbable y seria.
Duque: bien…
[tendre que ganarme de nuevo su confianza, paso a paso.]
el duque observo a Ursula mientras trabajaba, y un pensamiento le vino a la mente con fuerza. recordo todas esas veces en las que, al tomar una flor seca, ella lo habia regañado, o se habia burlado de él con una sonrisa juguetona, diciéndole que no sabia reconocer ni la más simple de sus mezclas.
pero ahora… nada de eso ocurría. ella ni siquiera lo miraba. sus ojos estaban fijos en los brazaletes y frascos, sus manos se movían con destreza, y su postura irradiaba concentración absoluta. era como si él no estuviera allí, como si su presencia fuera invisible.. cada movimiento suyo, cada susurro de su voz concentrada, lo hacía sentir una distancia insuperable. la familiar calidez y cercania que él conocía se había transformado en un muro silencioso e impenetrable.. el duque sintió un nudo en el pecho. no era solo la frialdad de Ursula lo que lo afectaba, sino la ausencia de cualquier señal de confianza o complicidad, esa chispa que siempre los habia unido y que ahora parecia extinguida.
[maldita sea… antes al menos me regañabas, me molestabas, me hacias sentir que importaba… y ahora… ni siquiera me ves.]
al dia siguiente, justo antes de salir de la mansion, Ursula se acercó al asistente con un listado meticulosamente escrito y se lo entregó. su mirada estaba serena, concentrada, y no dijo más que un simple:
Ursula: esto es lo que necesitamos para hoy.
Asistente: bien señorita se lo entregare al duque
Ursula: como esta su hermana?
Asistente: bien, el duque envio al doctor y ahora descansa en la casa.
cuando el duque lo recibió, no podía creer lo que veía. sostenía el papel entre sus manos, observando las palabras cuidadosamente ordenadas, las cantidades exactas, las anotaciones precisas junto a cada ítem.
Duque: ¿ella… escribió todo esto? Ursula nunca… nunca hacía listas. simplemente iba, tomaba lo que necesitaba o incluso venía a mi habitación a pedírmelo… y ahora…
una mezcla de asombro y algo de temor llenó su pecho. era un cambio pequeño, aparentemente trivial, pero para él significaba mucho.. Ursula, siempre independiente y confiando solo en su memoria y juicio, ahora estaba comunicándose de una manera formal, distante… calculada.
el duque comprendió con un nudo en la garganta que aquel listado era más que una simple lista de materiales.. era un reflejo de la barrera que ella había levantado entre ellos. un mensaje silencioso que decía “estoy haciendo mi trabajo, no me distraigas, no me busques, mantente al margen”. sintió que su corazón se apretaba. cada hábito, cada gesto que conocía de Ursula, estaba cambiando, y él apenas podía seguir el ritmo. el silencio de la oficina se volvió pesado, y el duque se quedó allí, mirando el listado, sintiendo que cada palabra escrita por Ursula era un recordatorio de lo mucho que la había juzgado sin comprenderla realmente.