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Renacer Entre Cenizas... La Venganza De Issabelle.

Renacer Entre Cenizas... La Venganza De Issabelle.

Status: En proceso
Genre:Mujer poderosa / Amor a primera vista / Maltrato Emocional / Amor-odio / Venganza de la protagonista / Reencarnación(época moderna)
Popularitas:17.7k
Nilai: 5
nombre de autor: Roxana Fernández

Issabelle Mancini, heredera de una poderosa familia italiana, muere sola y traicionada por el hombre que amó. Pero el destino le da una segunda oportunidad: despierta en el pasado, justo después de su boda. Esta vez, no será la esposa sumisa y olvidada. Convertida en una estratega implacable, Issabelle se propone cambiar su historia, construir su propio imperio y vengar cada lágrima derramada. Sin embargo, mientras conquista el mundo que antes la aplastó, descubrirá que su mayor batalla no será contra su esposo… sino contra la mujer que una vez fue.

NovelToon tiene autorización de Roxana Fernández para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPÍTULO 18. Una mujer casada.

Capítulo 18

Una mujer casada.

Issabelle quiso salir. Quiso correr. Pero algo en la seguridad con la que Beatrice ocupaba el espacio le recordó que había cosas que no podían evitarse.

—He venido a cumplir mi promesa a tu difunto padre, Enzo —continuó Beatrice, mientras Greta tomaba su abrigo y daba órdenes para preparar una habitación—. Y también a ayudarte con lo que parece que se te ha olvidado: formar una familia. Una verdadera familia.

Issabelle parpadeó.

—¿Perdón?

Beatrice la miró directamente.

—Sí, Issabelle. Estoy aquí para asegurarme de que mi nieto tenga un hijo. Antes de que las decisiones impulsivas lo arrastren a la decadencia. Y tú eres todavía su esposa. Al menos legalmente. Así que más te vale no salir corriendo.

El silencio fue aplastante. Eva retrocedió con discreción. Enzo no dijo nada, tragando en seco. E Issabelle… ella sintió cómo la sangre le zumbaba en los oídos.

La jaula dorada volvía a cerrarse, y esta vez traía consigo una celadora de acero.

El silencio que siguió al comentario de Beatrice fue tan espeso como el mármol que adornaba los pilares de la casa. Eva, con el rubor aún en las mejillas, intentó componer una sonrisa, pero Beatrice la detuvo con un gesto seco de la mano.

—No te molestes —dijo, con una frialdad—. Ya hiciste suficiente. Recoge tus cosas y vuelve a casa. Ya estuvo suficiente. Ahora la familia debe hablar en privado.

Eva abrió la boca, pero el peso de la mirada de Beatrice la selló. Enzo dio un paso hacia su madre, incómodo.

—Mamá, no puedes simplemente…

—¿No puedo qué, Enzo? ¿Evitar que esta casa se convierta en un burdel disfrazado de mansión? ¿Impedir que te sigas comportando como un adolescente hormonado cuando llevas un apellido que debería infundir respeto?

Eva dio un respingo, herida en su orgullo, y lanzó una última mirada de despecho a Issabelle.

—No te creas vencedora —murmuró al pasar junto a ella—. No he terminado contigo.

Issabelle no respondió. Solo la observó marcharse con la serenidad que precede a las tormentas más devastadoras.

Beatrice se giró hacia su hijo y su nuera con un suspiro.

—Ahora que la escoria ha salido por la puerta, volvamos a lo importante.

Se sentó con elegancia en uno de los sofás de terciopelo y cruzó las piernas como si estuviera presidiendo una junta directiva.

—Issabelle, necesito que me respondas con franqueza. ¿Tienes algún problema médico que te impida concebir?

La pregunta, tan directa y cruel, cayó como un golpe en su estómago .

—¿Disculpe? —replicó Issabelle, con el ceño fruncido.

—Es una pregunta válida. Están recién casados, y sin un embarazo. ¿Cuál es la excusa ahora?

Enzo se pasó la mano por el cabello, visiblemente tenso.

—Mamá, por favor…

—No me digas nada ahora. Este matrimonio necesita una renovación urgente. Y no me refiero a cortinas nuevas. Un heredero, eso es lo que estabiliza un apellido. Un hijo obliga a la prensa a recular, obliga a las familias a fingir respeto, y a ustedes dos… a fingir amor, si es necesario.

Issabelle sintió una presión en el pecho. Como si cada palabra de Beatrice rasgara una vieja herida.

—Con respeto —dijo con voz contenida—, sé que su intención es proteger a su familia, pero no estoy en condiciones de hablar de hijos en este momento. Acabo de comenzar mis estudios, y tengo compromisos personales que atender.

Beatrice alzó una ceja, desdeñosa.

—¿Estudios? ¿Qué clase de estudios necesita una mujer casada? ¿Acaso piensas convertirte en doctora a estas alturas?

—Son proyectos propios, señora —respondió Issabelle, manteniendo la compostura—. Y no creo que estudiar o tener metas personales sea incompatible con estar casada.

Beatrice rió con una mezcla de burla y lástima.

—Querida, eso suena muy bonito en las revistas modernas. Pero tú llevas el apellido Milani, no el de una activista de pacotilla. Las esposas nobles no estudian. Administran, cultivan, procrean. No llenan su cabeza de teorías cuando deberían estar llenando la cuna.

La sangre le hirvió a Issabelle. Pero se obligó a tragar el veneno. Por dentro, el eco de un recuerdo de su vida pasada comenzó a formarse, como una ola rompiendo contra las paredes de su mente.

Una versión suya, joven, sentada en el estudio, organizando agendas, fiestas, llamadas. Cada día intentando ser perfecta, complaciente, paciente. Todo para que Enzo, aunque fuera por un segundo, le dedicara una mirada que no fuera por compromiso.

Y él, siempre saliendo. Siempre sonriendo al recibir mensajes de Eva. Siempre con una excusa para ella.

Siempre con la copa en la mano y los pensamientos puestos en Eva.

Su estómago se revolvió. Ya había vivido esa vida. Ya la había desperdiciado una vez.

No volvería a hacerlo.

—Con su permiso, señora Milani —dijo, alzándose con elegancia—. Tengo una reunión que no puedo cancelar. Me aseguraré de enviarle mi itinerario por si desea coordinar alguna “intervención” en mi agenda.

Beatrice la miró como si observara un cuadro torcido.

—La ironía no te queda, Issabelle. Parece que el tiempo lejos de esta casa ha debilitado tu noción del deber.

—Al contrario —respondió ella, con una media sonrisa—. Me ha recordado que el deber primero es conmigo misma.

Y con esa frase, caminó hacia la puerta. No con derrota. Sino con un tipo de dignidad que Beatrice, ni con todo su linaje, podría arrebatarle.

Enzo la siguió con la mirada, sin saber si detenerla o callar. Al final, no hizo ninguna de las dos cosas. Porque quizá, por primera vez, entendía que había perdido algo que ya no sabía cómo recuperar.

El portón de la casa Milani se cerró tras Issabelle con un chirrido que sonó como una liberación. El sol se filtraba entre los arbustos del jardín, pero no fue la luz lo que la cegó, sino la figura que aguardaba junto al Maserati negro.

Giordanno Lombardi.

Impecable como siempre, con el cabello peinado hacia atrás y ese aire de peligro envuelto en carisma, se apoyaba con elegancia en la puerta del vehículo. A su lado, Gabrielle, su asistente, revisaba algo en su tablet con expresión aburrida… hasta que alzó la vista.

—¿Nos hará el honor, signorina Mancini? —preguntó Lombardi, con una leve sonrisa que podía romper votos de castidad.

Issabelle frunció el ceño.

—¿A dónde?

—Solo acepta, necesito mostrarte una cosa.

—No puedo. Tengo asuntos…

Gabrielle se adelantó con una reverencia exagerada y una sonrisa teatral.

—Ah, sí, claro… asuntos como soportar al señor "cambiador de contraseñas" y su amante con alma de perchero. Vamos, Issabelle, lo sabes tú, lo sé yo, lo sabe hasta el jardinero: te mueres de ganas de subir a este coche.

—Gabrielle… —suspiró ella, entre divertida y ofendida.

—Vamos, no te hagas la mártir. ¿Qué puede ofrecerte el mEnzo Milani que no pueda darte mi jefe? Glamour, poder, respeto… ¿una conversación que no involucre traiciones mal ejecutadas?

Issabelle miró el coche. Miró a Lombardi. Luego a su propia mano, aún temblando de rabia.

—Un rato, nada más —dijo, subiendo al auto.

Gabrielle le guiñó un ojo.

—Claro. Solo un rato… como los pecados que más se disfrutan.

1
Marcela Lopez
divino
Nancy Cortes J
jajajajajajaja bueno eso también
Tatty
necesito más capítulos autora
Tatty
Giordano merece una oportunidad 👏🏼👏🏼
Tatty
ese Enzo es de lo peor ahora si la va a amar
Tatty
excelente capítulo. me gusta que este tomando la decisión de atender su salud
Tatty
yo pensé que Gabrielle era una mujer 😣
Tatty
esta suegra se parece a la mía. esta más de mi parte que departe de su propio hijo
Tatty
ese Giordano esta enamorado. Isabel debería confiar en él, él la puede ayudar
Tatty
espectacular ne gusto mucho este capítulo
Ivette
jajaja esas palabras lo dicen todo
Ivette
jJaja parece que no, es tan imprudente como Gabriel
Ivette
el es demasiado atento, se da cuenta de todo muy rápido. lo que sucede a su alrededor
Ivette
este hombre es demasiado 😍 🤤 me enamoré
Ivette
ya quisiera él llenar la casa de bebés junto a ella
Ivette
debe sentirse feliz su madre y la mujer que ama se la llevan bien
Ivette
cortó la emoción del momento, estaban a punto de besarse
Ivette
ay que lindo quiero más fotos de los dos
Ivette
mientras más se meta, más sigo deseando que se hunda en su propia desgracia
Ivette
jaja eso creíste pero siento que a ti te duele mas
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