El Beso De La Bestia

En el reino de las hadas, Xander estaba totalmente furioso. Áine ya les había informado que simplemente recibieron un ataque qué no llegó a mayores, aún así se sentía molesto, incómodo, por lo sucedido.

—¿Qué diablos te pasa, Xander? —preguntó Nathan, al verlo caminar por toda la habitación.

—Áine ya dijo que está a salvo. ¿Qué es lo que te mantiene en este estado? —inquirió ahora Gin.

—Titania —escupió Xander.

—Tienes que controlarte. Ella no se atrevería a dañar a Áine, no estando fuera. Además, sabes que Áine sabe defenderse a pesar de su fragilidad; posee un poder enorme—Ahora dijo Nathan.

—Lo sé. Pero hay algo que me sigue inquietando, Las dos están fuera del reino, y están solas —siseó Xander con cierta preocupación en sus palabras —Sobre todo ella.  — susurró para si mismo que ni sus amigos escucharon.

—Tratemos de hablar con ella nuevamente, pedirle que uno de los tres vaya a protegerla —propuso Nathan.

Xander asintió lo hablaría con Aine y, por supuesto que él debía ser quien fuera . La necesidad de ir y estar cerca de ella crecía en su interior.

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Titania entró a la recámara de Áine para darle la dosis correspondiente de su medicamento. Después de lo que paso en la cascada todo había transcurrido de manera tranquila.

Aunque trato de olvidarlo no fue posible, su cuerpo ansiaba sentir nuevamente las caricias de Arthurm

—Conocí al lobo que nos salvó anoche. — Rompió el silencio Áine.

Titania trato de mantenerse tranquilo y fría ante sus palabras, pero solo pensar en él su cuerpo reaccionaba de manera ardiente.

—Me llamó la atención, es sexy —dijo y después tomo su medicamento —. Aunque muy reservado y frío me recordó un poco a ti —añadió, mirándola con una sonrisa.

Titania mantuvo el rostro sin expresión alguna. Sin poder creer en lo que dijo ¿Frío y reservado? Recordó las miradas devoradoras que Arthur le lanzaba a ella en ningún momento le había mostrado como su hermana decía. No, no lo era, no después de cómo la había besado y tocado.

—Si no me necesitas, me gustaría descansar esta noche en mi habitación —dijo, desviando el tema sin tomar importancia.

—Hazlo, descansa. Lo necesitas. Mañana espero la respuesta sobre la petición que le hice al Beta del Rey, esperemos sea positiva —dijo sin negarse a su petición.

Titania se dirigió a su recámara, pensando que durmiendo se olvidaría de todo lo que pasó esa mañana, . Sus pensamientos seguían siendo un caos por culpa de Arthur y sus caricias ardientes.

Titania se acostó, pero para su desgracia cada que cerraba sus ojos lo veía a a él, a ese sexy alfa qué la miraba con esos intensos y oscuros ojos.

Soltó un largo suspiro, sus manos comenzaron a recorrer su cuerpo sobre la fina tela de su camisón, llegando hasta sus senos grandes y redondos, sintió cómo sus pezones se ponían duros y dolorosos con el roce.

Ahogaba sus gemidos, nadie debía escucharla. Nunca antes había hecho tal cosa. Esta era su primera vez, y deseaba desesperadamente, que fuera Arthur quien estuviera ahí, tocándola de la misma manera que lo hizo en la cascada.

Su mano se deslizó más abajo, pasando por su viente y sintiendo un cosquilleo extraño pero agradable. Esa zona ya estaba húmeda, palpitando, desesperada por ser tocada. Con dedos temblorosos, abrió sus labios y encontró su centro, lo acarició de manera inexperta y torpe, que lo único que ocasionó fue frustración pues ella anhelaba las caricias ardientes de Arthur. Abrió los ojos, solo para encontrarse con esa intensa mirada oscura que no dejaba de devorarla.

Ella sin poder evitarlo soltó un gemido suave y bajo.

El corazón de Titania empezó a palpitar con fuerza. ¿En qué momento entró? ¿Cuánto tiempo llevaba ahí? Se preguntó.

—¿Necesita ayuda, Princesa? —preguntó Arthur con su ronca voz.

Titania tragó en seco, esta completamente expuesta frente a ese hombre sexy. Uno de sus senos grandes y redondos sobresalía por el fino camisón, y sus piernas entreabiertas ofrecían una vista tentadora para él . Sentía vergüenza, pero a la vez la necesidad de volver a sentir las caricias de él.

Sabía que no o estaba bien. Que él no debería estar ahí. Pero el deseo carnal fue más fuerte que cualquier otra cosa. Sin pensarlo, y tragándose su vergüenza separó más sus piernas.

Arthur sonrió ante su acto y la miró con descaro.

—Sí —respondió Titania con su respiración agitada.

Arthur no perdió el tiempo se quito la camisa sin dejar de devorarla con la mirada, dejo a la vista su perfecto y sexy torso. Titania se mordió los labios fascinada al ver aquel imponente cuerpo acercándose a ella.

Arthur se acomodo en medio de sus piernas, separándolas aún más y rozando la intimidad húmeda de Titania. Ella solo observaba sin decir o hacer algo estaba completamente dominada ante el lobo sexy.

Arthur la miró con sus ojos oscuros . Presionó su intimidad a la de ella provocando un gemido más.

—Princesa. Estás mojada por mí —susurró, acercando su rostro al de ella.

Se inclino un poco más hacia su seno qué se asomaba por el camison, su lengua se deslizó por su rosado botón para después succionándolo con una manera salvaje.

Titania soltó un gemido fuerte, arqueando su espalda. Una mano de Arthur bajo de inmediato a su intimidad, sus dedos se movieron con experiencia en ella jugando con su centro, hasta encontrar ese punto exacto que enloqueció a Titania.

Titania se aferró a sus hombros, clavando sus uñas en él. Estaba experimentando un mayor placer al de la cascada, que pronto llego a la cima del placer, sintiendo como su cuerpo recibía oleadas electrificantes.

—Dime, princesa, ¿Quieres que tome tu virginidad? —preguntó de manera desafiante, una vez que finalizó sus caricias en su seno sensible.

Arthur ni siquiera espero respuesta, sabía lo que ella diría, lo deseaba tanto como él, se levantó lo suficiente para desabotonar de sus pantalones. Revelando su erección lista para entrar en ella, se acomodó en su entrada rozando piel a piel.

Titania, apenas y se había recuperado de la sensación del clímax, que ya estaba volviendo a sentirse tan excitada al rozar sus intimidades.

Su mente le decía que se negara, pero su deseo era más fuerte, deseaba que ese hombre, ese sexy alfa la follara en ese instante.

—Sí —gimió Titania en un bajo susurro.

Arthur sonrió victorioso ante esa respuesta.

—Buena Princesa —gruñó.

Arthur no la besó, simplemente la tomó por la cintura con ambas manos la levanto de sus caderas y, con un movimiento brusco y sin piedad, la penetró.

 Titania dio un grito ahogado, al sentir su tamaño entrar en ella de solo una estocada. Arthur se detuvo un instante, sintiendo su calor y apretada qué estaba.

Comenzó a moverse, lento al inicio, para que el cuerpo de ella se ajustara a su tamaño.

Titania, se encontró respondiendo a los movimientos sin darse cuenta, sentía como su cuerpo se adaptaba a él y quería sentirlo mucho más, envolvio sus piernas alrededor de la cintura de Arthur, y sus caderas se movieron para encontrar el ritmo que él imponía.

Titania se esforzaba por mantener sus gemidos ahogados. No quería que nadie los escuchara, que nadie los interrumpieran en ese fogoso momento. Estaba siendo tomada por ese sexy alfa, quien le estaba dando el mayor y más exquisito de los placeres.

—Di mi nombre, Princesa —ordenó, clavándose hasta el fondo de ella.

— Arthur — Titania obedeció. Su voz apenas salió entre sus gemidos incontrolados.

Arthur la miró. Sin ninguna pizca de ternura aquella mujer era suya, le había arrebatado su virginidad y se sentía demasiado bien.

La presión se hacía cada vez más deliciosa. Arthur sintió el cuerpo de ella tensarse sus gemidos salían sin cesar, su interior apretaba más, sabía que ella estaba por llegar a ese maravilloso orgasmo. Aumentó sus embestidas quería terminar con ella y así fue, se vacío dentro de ella, ambos llegaron al colapso, sus respiraciones estaban agitadas.

—Eres una delicia, princesa —susurró Arthur con su ronca voz, acariciando su mejilla la yema de sus dedos.

Titania lo observó con sus ojos verdes cristalinos, aun recuperándose del fogoso asalto, sentía un ardor profundo en su intimidad era la prueba de que realmente le había entregado su pureza a ese hombre, al alfa que ahora la miraba de manera posesiva.

—¿Qué pasa? ¿Te arrepientes? —preguntó Arthur con duda al ver que ella no decía nada.

—No —dijo Titania, era la verdad, no se arrepentia de haberse entregado a él.

Arthur sonrió con orgullo.

Lo que realmente incomodaba a Titania era que, él no la había besado, ella quería eso; quería probar de nuevo los labios del sexy alfa. Pero ahora, no sabía cómo pedirlo, como decirle que ansiaba sus besos ardientes.

—Duerme —susurró antes de marcharse.

Y sin más salió del balcón, dejándola a ella sola sin saber como reaccionar a todo lo que había pasado.

Ella se quedó acostada con el dolor ardiente en su cuerpo y la verdad era que se había dejado follar por ese hombre sexy y posesivo.