Una tarde como cualquiera, Andi escuchó el grito de una niña que le decía "papá" a su esposo. En ese momento, ella sintió que el amor era egoísta y cruel. Pero nadie sabia que ese encuentro cambiaría sus destinos.
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Sobrevivir
Andi se instaló en la casa Kevin junto a la niña. Lara se había perdido varios días de la escuela, era momento de volver. Andi habló con la directora de la escuela para informarle que ella y Kevin eran los nuevos tutores legales de la niña.
Lara se despidió con un beso y un fuerte abrazo de Andi. La niña nunca había hecho eso con su madre; siempre quiso que su madre la quisiera un poco más de lo que la quiso.
—¿Quién es ella?— preguntó a Lara una compañerita, señalando a Andi.
—Es mi mamá— respondió Lara, algo tímida.
—Pensé que tu mamá era la otra señora que a veces solía traerte.
Lara quedó en silencio, no quería hablar de todo lo que había pasado en los últimos días de su vida.
—La seño me dijo que me prestarías la carpeta de biología. ¿La trajiste?
—Sí, si la traje.
Lara entró a clases con su compañera. Andi la observaba, otro tipo de felicidad se acomodaba en su corazón y esto hacía que su cielo sea diferente.
Las cosas parecían que se iban poniendo en su lugar, pero no sería nada sencillo. Diana se presentó en el trabajo de Kevin, su plan de recuperar su vida pasada iluminaba su rostro.
Kevin se sobresaltó al oír por el teléfono que Diana estaba por entrar a su oficina. Antes de contestar, al otro lado de la llamada, Diana ya estaba frente a él; colgó el teléfono, tirando al suelo el café que tenía del otro costado sin darse cuenta.
—¿Te atreves a mirarme a los ojos después de lo que hiciste?— preguntó Kevin muy alterado.
—Mi amor, perdóname.
—¡Me dejaste colgado cuando más te necesitaba! Se supone que todo lo afrontaríamos juntos.
—Tampoco fue fácil para mí. Tu madre me obligó a desaparecer de tu vida.
—Si me lo hubieses contado todo desde un principio lo hubiésemos arreglado.
—Kevin, mi amor, te amo. Nunca deje de amarte; si ahora estoy aquí, es para que tengamos esa vida que siempre soñamos.
—¿Cuántas veces me hiciste repetir la palabra, te amo?, aun así, te fuiste.
—No sabes cuanto me arrepiento.
—Diana, lo mejor es que te vayas y no vuelvas a buscarme.
—No puedo, no sin mi hija.
—Lara no es tu hija, ¿Por qué estás inventado eso?
—Hace unos días pensaba lo mismo, pero ahora estoy segura que es mi hija. Aylin robó nuestra hija y nos entregó una bebe muerta. De esta manera sería más fácil para ella acercarse a vos.
Kevin se sobresaltó más al escuchar esa verdad. Esa verdad podría causas más traumas a su pequeña hija, a quien ya había aprendido a quererla mucho. Intentaba reaccionar, pero solo pensaba en la tristeza que esto provocaría en Andi y en la niña.
—Diana, por favor, sal de mi vida. ¡Lárgate!— gritó Kevin después de unos minutos.
—No todo es mi culpa, Kevin. También admite tu error. Siempre le creíste más a tu madre, que a mí. Sé que te hice daño, pero vos muchas veces jugaste conmigo, te perdone porque te amaba.— dijo Diana acariciando en rostro de Kevin con sus manos tiernas —Ambos estamos heridos, pero juntos podemos sanarnos a lado de nuestra hija.
Diana logró acercase a Kevin y le beso suavemente en los labios. Andi sin tocar la puerta entró a la oficina de Kevin y se encontró con esta escena. Andi no pudo resistirse al silencio.
—¿Qué sucede?— pudo articular.
Kevin se apartó rápidamente de Diana.
—¿Quién te crees para interrumpirnos?— se exaltó Diana, pensado que era una secretaria de la empresa.
—Soy la esposa de Kevin. Yo entraré las veces que quiera o cómo quiera, a la oficina de mi esposo— respondió Andi.
Diana miró a Kevin, y él asintió con la cabeza.
—¡Me estás tomando el pelo!— dijo Diana a Kevin.
—No te estoy tomando el pelo, Diana. Pero déjame presentarte a Andi, mi esposa.
—No puedes hacerme esto Kevin.
—Ya lo hice.
—No voy a permitir que esta mujer se quede con lo mío. Te voy a quitar a mi hija.—muy molesta dijo Diana antes de irse.
Kevin se tomó de la cabeza y se sirvió una copa de whisky; y luego se sentó en el sillón, apoyando su cuerpo frustrado.
—Perdón por interrumpir tu momento— dijo Andi sentándose a su lado.
—No te preocupes. Que bueno que estés aquí — le dijo mirándola a los ojos.
—Te noto re caliente. ¿Qué pasó?— Andi le tomó de las manos.
—Siento que no voy a poder con todo esto Andi. Diana volvió para destrozar mi vida y no sé como pelear contra ella.
—¿La quieres?
—La quise.
—Entonces será fácil. Ahora no estás solo Kevin, te prometo que las cosas van a funcionar— le dijo agarrándole de los cachetes.
Kevin se dejó calmar y miró con mucho amor a Andi. No pudo resistirse más, besó sus labios tiernos. Andi se dejó besar, se dejó acariciar. Él tocaba su piel con mucha delicadeza, sabía que su piel era frágil y que si la cuidaba ella volvería a amar. Andi no pensó en nada, solo sabía que era un viaje corto sin regreso. Abrió sus piernas para entregarse, Kevin sin prisa le quitó las bragas y luego se bajó los pantalones. Ella solo quería liberarse de todas las tensiones que la hacían triste, se desnudó y se entregó a su esposo, no estaba cometiendo pecado, solo estaba intentando sobrevivir.
Kevin eliminó su mirada, "aunque no me lo creas, te amo, Andi", le dijo antes de penetrarla, Andi se relajó y sintió el bulto que entraba en su vagina, sus gemidos eran silenciosos, ambos perdieron el control, sus corazones latían más rápido, la entrega fue mutua. Kevin no quería que termine ese momento, pero no podía resistir más y se dejó venir, Andi sintió una corriente de liberación, y entonces de a poco empezó a recuperar el aliento. Su cuerpo sintió esa adrenalina que necesitaba para luchar contra todo lo que interfiriera en su tranquilidad.
—No quise que fuera en este lugar, pero no me dejaste otra alternativa— dijo Kevin, después de darle un último beso en la frente, para luego apoyar su cabeza en el pecho de ella.