Casado Con La Bruja De Mi Jefa

La llegada de Dominic a la empresa no pasó desapercibida para nadie. Ahora, como vicepresidente comercial, debía estar codo a codo con Lydia en las negociaciones que Kidman Nexus hacía y esto implicaba ir con él a las diferentes empresas del conglomerado.

Un mes pasó desde la boda y Antonio ya estaba culminando la primera etapa de su proyecto. Lo que faltaba era lo más difícil, conseguir inversores para que su aplicación sea aprobada y pasar a la segunda fase, que es crear la cuenta de desarrollador.

Aun así, los tiempos que estableció Antonio se están cumpliendo.

Ese día exactamente, Lydia amaneció con un visitante que no esperaba recibir. Su visita del mes llegó y con ella las esperanzas de haber quedado en embarazo.

No quería levantarse de la cama; su mal genio se disparaba a las nubes por culpa de las hormonas, además de que los cólicos eran insoportables.

Antonio terminó de preparar el desayuno y se sorprendió de que Lydia no haya bajado por el suyo, así que subió a la habitación a ver qué había pasado y la encontró en la cama en posición fetal quejándose del dolor.

Rápidamente, corrió a su lado, preocupado.

—Lydia, ¿qué te pasa? —Lydia sonrió débilmente; por fin su ratoncito la trataba de tú. Ese es un gran avance; ya hay más confianza en ellos.

—No te preocupes, ratoncito, me llegó el periodo y eso me pone fatal. Lo siento, debemos hacer la tarea nuevamente, pues este mes no me cuajó. No hicimos un hawaianito. —A Antonio eso es lo que menos le preocupa; si esa mujer cada mes se va a poner así de mal con el período, por él la embarazaba de por vida para que no sufra.

Salió de la habitación rápidamente, preparó una bebida caliente con canela, puso agua en una bolsa térmica y subió a la habitación con esto.

—Tómate esta bebida con esta pastilla. —Esperó pacientemente a que terminara y la hizo acostar para poner la bolsa caliente en su vientre.

—Wendy ya viene, no te preocupes. Ve al hospital, hoy tiene sesión de quimioterapias Anthony. Mándale un beso de mi parte y dile que mañana voy a visitarlo sin falta. Que hoy, mamita, amaneció enferma. —Lydia, de verdad que estaba muy mal. Ella le había prometido al niño estar a su lado. —Abre el primer cajón de la cómoda; allí está el regalo que le prometí.

Antonio abrió como le indicó Lydia, y allí estaba una tablet para que el niño se entretuviera mientras le hacían la quimioterapia, viendo sus películas favoritas o escuchando música. También había unos auriculares especiales para niños.

—Lo estás malcriado mucho, Lydia. Anthony no está enseñado a tener cosas tan costosas. —Antonio le hacía ver su punto de vista.

—Déjame consentirlo. Él es un Kidman y debe tener lo mejor. —Sí, ya Lydia había adoptado a Anthony como hijo suyo, dándole el estatus de ciudadano norteamericano. De esta manera fue que pudo convencer a Antonio de que firmara el acta de adopción.

—Está bien. Es muy difícil que des tu brazo a torcer. —Antonio se despidió de ella y, al salir, ya Wendy llegaba a acompañarla.

En el hospital lo estaban esperando para entrar al niño a la sala de quimioterapia, y una vez allí pasaron al procedimiento.

—¡Hola, papito! ¿Y dónde está mamita? —fue lo primero que preguntó Anthony al ver a su papá.

—Mamita amaneció enferma. Y por eso no pudo venir, pero te manda muchos besos y este regalo que te prometió. —Antonio le entregó el regalo y el niño estaba feliz.

—Wow, la tablet está hermosa. Ya me puedo entretener mientras me hacen el tratamiento. Mi mamá es muy linda conmigo. —En ese momento llegaron las enfermeras y se llevaron al niño a la sala de quimioterapias.

Ya había recuperado el peso necesario, pero le llevó más tiempo del que esperaban; además, le habían dado un ciclo de sueros antioxidantes y esteroides para iniciar las quimioterapias y que su cuerpo esté fuerte.

Así que ya llevaba una semana en estos procedimientos, pero se aburría mucho, pues solo colocaban películas que él ya se sabía de memoria, y Lydia le prometió que si era juicioso, le daría una tablet y unos audífonos para que viera sus series animadas favoritas.

Muy contento les mostró a las enfermeras su regalo y con orgullo les dijo que su mamá se los había comprado. Ellas eran muy atentas y cariñosas con el niño y es que Anthony se hacía querer.

Mientras tanto en el penthouse...

—Wendy, no quede embarazada. Esta mañana me llegó el periodo y ni modo de decir que el que no puede es Antonio; él ya tiene a Anthony. ¿Será que tengo algún problema? Pero los exámenes que me hice antes de la boda salieron bien. —Lydia estaba muy preocupada. Si no estaba en embarazo antes de cumplir los treinta años, va a perder la dirección general de Kidman Nexus como su CEO.

—¿Y si Anthony no es de Antonio? —Wendy, como siempre, haciendo sus comentarios fuera de lugar. —No me mires así. ¿Acaso la mamá no lo dejó como si fuera un objeto? Si es tan mala, quién quita que estuvo con otros hombres mientras estaba con Antonio.

Lydia analiza la situación, pero rápidamente aleja esa posibilidad.

—¡No! Anthony es muy parecido a mi ratoncito. Ese niño es de él. —Ya con eso Wendy alejó esa idea, pues es verdad, el niño es la versión linda de Antonio.

—Lydia, también puede ser estrés. Relájate; si no, jamás vas a poder embarazarte. —Lydia sabía que Wendy tenía razón. Si ella seguía con la presión de embarazarse más se va a demorar.

Antonio salió a la empresa después de dejar a Anthony dormidito, acompañado de su mamá. Las quimioterapias lo dejaban muy débil y debía dormir mucho para recuperarse de ellas.

Una vez en la empresa, recibió una visita. Era un abogado, representante de un millonario llamado Arthur de Lancaster de origen inglés, que quería invertir en su aplicación.

Aunque el inversor no dio la cara argumentando no tener tiempo para viajar, envío a su abogado con toda la documentación que se requería para hacer la asociación.

Eso era lo que justo lo que Antonio necesitaba. Y aunque Lydia tenía mucho dinero y podía perfectamente haber sido su socia, no estaría bien visto por la sociedad que ella fuera la que ayudara a su esposo a salir adelante. Así que Antonio revisa todo con lupa; además le envió una copia a Orlando para que verificara si todo estaba en orden y si su potencial socio era de confianza.

Quedaron de reunirse al día siguiente, si le tenía una respuesta positiva.

Orlando revisó el contrato que le envió Antonio y el nombre de Arthur de Lancaster lo dejó sorprendido. Es un duque y caballero inglés y, a pesar de su fortuna, jamás había hecho inversiones en América, a pesar de que pasó una temporada en Suramérica en una expedición de la ONU cuando era un adolescente. Así que esta era una excelente oportunidad para Antonio de que su proyecto esté bien respaldado con alguien de renombre.

Al día siguiente se hicieron las firmas a primera hora, y ya se ponía en marcha la segunda fase del proyecto Millenium App.

Una aplicación donde los usuarios podrían acceder a varios servicios sin necesidad de buscar en varias aplicaciones. Como quien dice, un todo en uno.

Lydia aún se sentía mal, pero con los cuidados de su maridito antes de irse al hospital, mejoró un poco. Ya estaba al tanto del inversor y esto le agradó. Antonio se merecía triunfar con su proyecto; es muy inteligente y lo que le hizo su ex solo será una mala experiencia y ahora él va a estar por encima de ella.

Pasó una semana y ya todo iba viento en popa. A Lydia ya se le había ido el periodo, así que reinició sus juegos sexuales con afán para encargar bebé. Dominic seguía en sus labores, pero Lydia estaba segura de que estaba allí para espiar, por lo que la información de la empresa la manejaba encriptada con un código creado por Orlando.

Se sentía una tensa calma y sabía que esa tranquilidad no era buena. Así que siempre estaba alerta. Todo debía manejarlo con mucha cautela; los enemigos estaban al acecho, esperando que ella bajara la guardia, y eso ella no lo iba a permitir.